Masonería y hermenéutica

AutorAndrés Ortiz-Osés
Páginas211-214

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La masonería simbólica de Javier Otaola resulta simpática por su apertura y carácter sincrético o ecuménico, lo que le confiere una especie de moralidad secular apuntalada por una ritualidad o liturgia laical de sentido constructor/constructivo de la propia persona en medio del mundo. Por otra parte, el propio autor no sólo es un avanzado en nuestro contexto cultural, sino que ha realizado lo que uno mismo hubiera querido hacer y no ha podido o sabido hacerlo: la iniciación en la simbología masónica, así como su contacto con el protestantismo anglicano y luterano desde su origen católico jesuítico, su actividad cívica y política, jurídica, literaria y periodística, y su adentramiento en la filosofía de Popper, Ortega, Savater, Pániker y Ortiz-Osés (este último bien conocido del que esto escribe).Por todo ello, bien puede considerársele como un discípulo de Hermes-Mercurio, tanto del Hermes griego filosófico como del Mercurio romano práctico.1Quizás la más esencial tradición masónica es el simbolismo de la contrucción, partiendo de la figura mítica de Hiram, el constructor del Templo de Jerusalén. Se trata de una tradición que narra una traición: asesinato del propio Hiram a manos de su cofrades y auxiliares, lo que sitúa la muerte del «padre» fundador en el origen. Pero este es el padre benévolo, cuya asunción es la clave de bóveda de toda posible construcción y reconstrucción de la vida humana humanamente, es decir, de un modo humano capaz de trasfigurar la violencia a través de su sublimación constructiva y no destructiva.

El trabajo o tarea masónica consistiría, si no yerro, en desbastar o pulir la piedra basta o bruta precisamente para que no resulte devastadora. Así pues, en convertir o revertir la materia tosca en forma sutil a través de un trabajo de formalización o humanización de lo dado cósicamente, de modo que también podríamos hablar de la reconversión de lo cósico en simbólico. Ahora bien, esta labor o tarea de alba-ñilería simbólica de carácter arquitectónico y signo espiritual, proyecta un construccionismo, pero no un constructivismo. La diferencia estriba en que el puro constructivismo parte de un nihilismo o tabla rasa, olvidando que de la nada no se puede sacar nada, mientras que el construccionismo masónico reforma la realidad a partir de la experiencia del mundo y el deseo de ameliorarlo o mejorarlo.2Podríase hablar entonces en la masonería de un realismo idealista o bien de un idealismo realista, lo que la conecta con el espíritu ilustrado de las luces. Unas luces empero que no se celebran al margen de la oscuridad, sino precisamente como iluminación de esa oscuridad. La masonería no proyecta por tanto una utopía o no-lugar (abstracto), sino más bien una eutopía o buen-lugar (concreto). En esto la masonería propondría o predicaría/practicaría todo un espíritu positivo de armonía frente a la disarmonía y de proporción frente a toda desproporción, de ahí la importancia de los símbolos constructivos como el ojo del Dios-arquitecto del universo, la regla, la plomada y la escuadra, el triángulo, el cuadrado y otros símbolos geométricos que expresan o exponen la regulación y la proporcionalidad o, si se prefiere, la justicia entendida como ajuste o coajuste, equilibrio y adecuación.3En algún sentido, la masonería clásica pertenecería a la gran tradición que busca la proporción divina, el número áureo, la razón dorada, la media de oro. Se trata del llamado código secreto de nombre Phi(Fi), por la influencia del gran escultor griego Fidias. El ejemplo más conocido de cierta compresencia de la proporción áurea o divina es el Hombre de Vitrubio de Leonardo, cuya extensión cuadrangular de sus miembros tiene como centro el ombligo y cuya extensión circular de los miembros tiene como centro el pene. De esta guisa la proporción áurea sería la proporción racional, entendiendo por razón la relación armónica o logos proporcional, tal y como se entiende en el taoísmo, el pitagorismo y el platonismo, pero también en el Renacimiento italiano y en la actual concepción de los arquetipos mate-máticos en la naturaleza.4Ahora bien, este racionalismo de fondo idea-lista ha quedado hoy minado definitivamente por las crisis del mundo y de la razón pura en nombre de un sentido impuro, así como por la

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denominada muerte de Dios y lo divino. Las...

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