María Elvira Roca Barea. Fracasología. España y sus elites: de los afrancesados a nuestros días, Madrid, espasa, 2019, págs. 526

AutorEduardo Gago Fernández-Rubalcaba
Páginas263-267
RECENSIONES 263
AFORISMOS, n.º 2, 2020, pp. 255-267ISSN: 2695-5253
MARÍA ELVIRA ROCA BAREA. FRACASOLOGÍA. ESPAÑA Y SUS
ELITES: DE LOS AFRANCESADOS A NUESTROS DÍAS, MADRID,
ESPASA, 2019, PÁGS. 526
Eduardo Gago Fernández-Rubalcaba
Para estudiar o investigar un largo periodo de la historia de España es preciso tratar de
dar con las ideas claves que expliquen los hechos y los acontecimientos. Un presupuesto
que se debe recordar porque está muy extendido entre algunos historiadores, en realidad
novelistas de la historia, centrarse en la tragedia, la miseria y la violencia como modo de
vida habitual de la historia de los españoles, componiendo una nefasta historia colectiva
transgeneracional.
El tiempo presente no conduce al optimismo, debido tanto a que la Nación está gobernada
por unas oligarquías muy mediocres e interesadas en sí mismas, que parecen desear volver
a enfrentar violentamente a los españoles, como por las tendencias centrífugas de los supre-
macistas que dominan algunos territorios periféricos de España. Dentro de los cuales las
oligarquías locales separatistas, apoyadas por una parte de la masa social, quieren formar
un acoplamiento aldeano y tribal.
Según sea el propósito del historiador, existen varias formas de hacer historia, entre los
que se puede elegir: 1. Los que buscan exponer objetivamente la historia de un periodo,
expresando elmente lo que aconteció en el pasado. Actitud intelectual plausible, aunque
se corre el riesgo de dejarse llevar por un frío racionalismo objetivista, salvo el que proceda
de hacer la historia por la historia –historicar la realidad que fue–, lo cual no es preci-
samente un mal objetivo. 2. Otra forma de hacer ciencia histórica consiste en añadir al
método cientíco un afecto y sentimiento a la Nación, con el objetivo de que resplandezca,
si la hubiere, la historia común de las generaciones sucesivas, sin desgurar u ocultar las
actitudes y los acontecimientos, ni tampoco los dramas ni los efectos negativos surgidos
por diversas causas, y que darán la posibilidad de conocer mejor el presente. 3. Hay otra
clase de historiadores, ya sea por odio a su país, o por formar parte de un movimiento his-
panófobo, que tiene el cometido de inventar la historia de la Nación española, enfatizando
lo negativo y ocultando las grandezas, siguiendo el eslabón de una cadena ya antigua que
condena lo español como un proceso que habrán de continuar otros historiadores en el fu-
turo. El objetivo principal es utilizar el riquísimo pasado español para cercenar la conciencia
histórica de la colectividad. Si consiguieran que la mayor parte de la sociedad despreciara
a su Nación, habrían tenido el éxito esperado.
Si esta actitud, ideológica o no, continúa siendo importante, se debe a que, desde hace
bastantes años, sea desde dentro o desde fuera del País se rechaza lo que representa la
cultura española. La mayor animadversión hacia España aparecerá en los países que han
participado en la confección de la leyenda negra –por cierto, muy bien analizada por María
Elvira Roca en otro excelente estudio de gran éxito: Imperiofobia y leyenda negra (Madrid,

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