El magisterio perpetuo del profesor Carlos Fernández-Nóvoa (1930-2015)

AutorJosé A. Gómez Segade
Cargo del AutorProf. Dr. Dr. h.c. Catedrático Emérito de Derecho Mercantil de la Universidad de Santiago de Compostela. Miembro del IDIUS,
Páginas25-32

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I

El pasado 30 de septiembre de 2015 fallecía en su casa de A Estrada (Pontevedra) el profesor Carlos Fernández-Nóvoa Rodríguez, catedrático de Derecho mercantil, académico y abogado. El magisterio del profesor Fernández-Nóvoa en el ámbito del Derecho mercantil español se ha extendido a lo largo de los últimos cincuenta y un años partiendo de la Cátedra de Derecho Mercantil de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela, que ha ocupado desde 1964 hasta su jubilación en el año 2000. Quien conozca la labor del profesor Fernández-Nóvoa en todo este largo periodo de tiempo, quien haya compartido con él la docencia o la abogacía, o haya tenido la fortuna de asistir a sus conferencias o a sus clases en las aulas compostelanas, quien haya disfrutado de su conversación y haya podido aprovecharse de su caudal de conocimientos que iban más allá de la propiedad industrial y el Derecho mercantil, y desde luego quien haya gozado de su amistad, compartirá la oportunidad de este recuerdo.

Si la desaparición del profesor Fernández-Nóvoa ha causado un profundo dolor a sus familiares, discípulos y amigos, no ha sido menor la conmoción en el mundo académico y en particular en el campo de la Propiedad Industrial, en cuyo cultivo ha sido uno de los grandes referentes no solo en España sino en el plano internacional. Su muerte deja un vacío difícil de llenar aunque afortunadamente ha dejado huellas de su magisterio que quedarán para siempre, y una de ellas es precisamente la revista Actas de Derecho Industrial (ADI). ADI fue una de las grandes empresas académicas que ilusionaron al maestro Fernández-Nóvoa, la auténtica niña de sus ojos. Por tanto, nada más justo y necesario que un breve y simbólico homenaje póstumo en la revista que él creó, dirigió y animó siempre.

Carlos Fernández-Nóvoa nació en junio de 1930 en A Estrada y, tras concluir brillantemente su Licenciatura y Doctorado en la Universidad de Santiago de Compostela, se trasladó a Madrid para continuar su carrera universitaria. Su

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sólida formación en Derecho privado, esencialmente en el campo fundamental del Derecho de obligaciones y contratos, continuó al lado del profesor Joaquín Garrigoes Díaz-Cañábate, calificado, no sin razón, como el "príncipe de los mercantilistas españoles". Su etapa madrileña, que se inicia en 1957, fue sumamente fructífera en el plano personal y profesional. En el plano académico, los años madrileños supusieron su consagración como mercantilista guiado por un maestro de maestros como Garrigoes, que contó con su colaboración leal, discreta e incansable tanto en el bufete como en la universidad y en otras instituciones como el Instituto de Estudios Jurídicos. En un clima tan favorable, el talento, la laboriosidad y la dedicación de Carlos Fernández-Nóvoá tenían que producir frutos extraordinarios en el campo del Derecho mercantil. Así, no puede extrañar que, en febrero de 1964, obtuviese brillantemente el número uno en el concurso para cubrir tres cátedras de Derecho mercantil, lo que le permitió volver a su Facultad de Derecho de Santiago de Compostela1.

II

Desde que se incorporó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela se constituyó en uno de sus referentes obligados. Su dedicación en cuerpo y alma a la Universidad fue total en los primeros veinte años de cátedra, hasta 1985, en los que se dedicó a la docencia e investigación universitarias con carácter exclusivo, y produjo extraordinarios resultados. En el ámbito docente formó millares de alumnos, que llenaban sus clases para escuchar sus explicaciones pausadas, donde se iban desgranando, con la aparente sencillez que solo saben imprimir los mejores, los más complejos problemas del Derecho mercantil. Con la misma ilusión preparaba las clases, que organizaba animados seminarios para discutir el Derecho vivo en la jurisprudencia, que repasaba catálogos de anticuarios para poner los cimientos de la que llegaría a ser una extraordinaria biblioteca. Calladamente y sine strepitu como hizo toda su vida, comenzó a construir los pilares de una escuela con la formación de profesionales como letrados de la propiedad industrial y docentes universitarios. Entre estos últimos dirigió sucesivamente las tesis doctorales de José Antonio Gómez Segade, José Luis Río Barro, José Manuel Otero Lastres, Manuel Botana Agrá, Carlos Lema Devesa y Manuel áreán Lalín. Todos los mencionados consiguieron posteriormente la cátedra universitaria y algunos continuaron la obra del maestro mediante la expansión de la que originalmente fue la Escuela compostelana de Derecho mercantil que pasó a ser la Escuela gallega de Derecho mercantil, centrada principal y mayoritariamente en la propiedad industrial y el Derecho de la competencia.

En el ámbito de la convivencia académica, sus colegas, sus alumnos y sus discípulos siempre encontraron en él una persona abierta, dialogante y comprensiva. Una cierta lejanía y distancia aparentes eran únicamente el escudo protector de su discreción y timidez. De sus clases se salía con la lección aprendida porque pertenecía a esa minoritaria clase de profesores que hacen posible

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que el mal estudiante se convierta en bueno y el bueno en superior. Sumergido en la vida académica y con una visión auténtica de la misión de la universidad, no se cerró en sí mismo guardando bajo siete llaves sus saberes y aptitudes. Por el contrario, siempre se preocupó por los problemas de la institución, fomentó las vocaciones universitarias, puso su grano de arena en la mejora de los instrumentos básicos de trabajo -como la biblioteca-, y con su exquisita cortesía actuó en todo momento como elemento moderador e integrador. Absorbido por sus tareas científicas y en coherencia con su irrenunciable discreción, siempre se mantuvo alejado de tareas de gestión y representación salvo en lo que respecta al Instituto de Derecho Industrial. Únicamente debido a circunstancias...

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