Sobre la lógica equívoca del totalitarismo

AutorJosé Luis Muñoz de Baena
Páginas85-103
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Sobre la lógica equívoca del totalitarismo
JOSÉ LUIS MUÑOZ DE BAENA
UNED, ESPAÑA
1. Algo más que un problema lógico
En su texto Derecho y analogía. Estudios de hermenéutica jurídica, Juan Anton io
Gómez resume perfectamente el sentido de la hermenéutica analógica:
De esta manera, la analogía supone semejanza que media entre la pura identidad y la
pura diferencia bajo un determinado modo, límite o equilibrio (orden) de cosas y relacio-
nes [...] Aquí es, pues, donde cabe la interpretación, ya que donde el discurso es unívoco
no es necesaria (in claris non fit interpretatio) y donde es equívoco no es susceptible de
efectuarse; solo en lo analógico, en lo que es susceptible de sujetarse a un orden, es posi-
ble [...] Así pues, la analogía pone de manifiesto que existen diferentes maneras de decir
una cosa, existiendo entre todas ellas, a la vez, una unidad y una diferencia de significa-
dos [...] Se logra así que no se imponga una sola verdad o interpretación válidas (univo-
cismos), sin caer tampoco en el total relativismo (equivocismos), puesto que, a la vez, se
obtiene una determinada ordenación entre ellas en razón de lo que las une (pluralismo).1
En relación con esta perspectiva, abordaré la cuestión de la univocidad del
lenguaje totalitario y de la total equivocidad que yace tras ella, mediada por un
acto de imputación del poder. Para ejemplificar el problema, me centraré en la
obra literaria de Orwell, que tan bien reflexiona sobre el fenómeno totalitario. Y
voy a comenzar por un ejemplo que se ha hecho célebre.
En el texto del escritor británico Animal Far m, los animales exitosamente re-
belados contra la tiranía humana comienzan muy pronto a establecer diferencias
entre ellos, tendentes a establecer una nueva casta privilegiada. Los cerdos, prin-
cipales beneficiarios de la revolución, comienzan casi de inmediato a traicionarla
y pronto deciden añadir al lema inicial, todos los animales son iguales, el si guie nte:
algunos animales son más iguales que otros.2
Hay aquí una reflexión implícita del autor sobre la manipulación del lenguaje
que es característica del totalitarismo, en la que merece la pena profundizar. Pues
sus mecanismos de manipulación son, en efecto, muy similares a los de los totali-
tarismos reales.
1. Derecho y analogía: estudios de hermenéutica jurídica, Madrid: UNED, 2017, pp. 26 y 27.
2. G. Orwell, Rebelión en la granja. Trad. de R. Abellá, Barcelona: Destinolibro, 2010, p. 150.
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DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA
En primer lugar, podemos comprobar que el intento de influir en los destina-
tarios de dicho lema produce un importante desplazamiento del significado. Pues
un término como «iguales», que designa una relación de equivalencia entre dos o
más seres, es utilizado como absoluto, como si fuese la cualidad predicable de un
sujeto, es decir, un adjetivo o, en términos aristotélicos, un accidente. Esto equi-
vale a usar el lenguaje tan plástica o creativamente (valga la ironía) como si pu-
diésemos hablar en los mismos términos de «igual» —termino que remite siem-
pre, al menos, a otros dos términos— que de «grande» o «verde», predicados que
no tienen de modo necesario un sentido relativo. Y, por tanto, en este nuevo modo
de hablar es posible utilizar la expresión «más igual» del mismo modo en que se
habla de «más alto».
Pero, además, en la segunda parte del lema hay otra manipulación, la derivada
de alterar una previa declaración performativa, enunciada como una norma o un
principio sintácticamente correcto y normativamente vinculante (Todos l o s an i -
males son iguales), haciéndole una excepción ad hoc, puesto que el autor de dicha
declaración se arrepiente de haberla hecho una vez que el lema ha cumplido su
función revolucionaria. Ello es perfectamente posible una vez que el aspecto rela-
tivo ha sido obviado: si la igualdad es una propiedad, se puede otorgar (autoritaria-
mente) en mayor medida a unos que a otros, mientras que si se trata de una rela-
ción, nadie podrá escapar de la regla igualatoria que establece. Se trata de una
operación típicamente totalitaria, que trastoca dramáticamente las dimensiones
del discurso y revela, a la vez que parodia, la tendencia de los regímenes de este
tipo a reconstruir el pasado e incluso el presente. Resultaría interesante preguntar-
se, por tanto, cuáles son las raíces teóricas de esta manipulación.
2. Voluntad e imputación
Al respecto, habremos de comenzar por constatar que el enunciado fundamental
de un sistema totalitario es por fuerza absoluto, una fórmula casi vacía que per-
mite albergar cualquier contenido siempre que este convenga a la preservación
del poder por la voluntad —supuestamente colectiva— que hay tras él: un enun-
ciado como «ha de hacerse todo cuanto ordene el líder supremo», ya sea este un
sujeto o un partido, o uno en cuanto encarnación del otro. Eso supone que dicho
líder unipersonal o colegiado (por lo general es lo primero) conoce en todo mo-
mento el sentido del corpus normativo revolucionario, si es que lo hay.
Pero (me remito a la cita con que comenzaba este texto) ese enunciado que le
concede el poder absoluto resulta imposible de interpretar, pues a su total univoci-
dad le es ajeno cualquier tipo de hermenéutica o ponderación: en efecto, no requie-
re más conocimiento que el del modo en que se materializa la orden de la volun-
tad suprema en cada momento, y es bien sabido que los requisitos procedimenta-
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