Leopoldo Alas (Clarín), jurista: su Programa razonado de Historia General del Derecho Español

AutorSantos M. Coronas González
Páginas71-104

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1. Leopoldo alas y clarín

Licenciado y Doctor en Derecho, sección civil y canónico; catedrático de Economía Política, de Derecho Romano y de Derecho natural; opositor a las cátedras de Historia del Derecho, Derecho Mercantil y de Literatura Jurídica, la vida profesional de Leopoldo García-Alas y Ureña (Zamora, 1852-Oviedo, 1901) quedó marcada por la cátedra universitaria y aún por el desarrollo de su pensamiento jurídico al hilo de su formación sucesiva en diferentes disciplinas científicas. Esta circunstancia permite apreciar mejor la personalidad magistral de Alas y su influjo sobre la literaria de Clarín a partir de la famosa dicotomía planteada por Ramón Pérez de Ayala, su alumno de las aulas ovetenses, resuelta por este autor subordinando la actividad de Clarín al magisterio de Alas1.Page 72

Esta aguda percepción de la personalidad magistral de Alas, esencialmente jurídica, no fue compartida ni tal vez comprendida por sus propios compañeros de claustro que, casi en exclusiva, tendieron a resaltar su faceta literaria y filosófico-moral. Parafraseando lo dicho por él mismo en 1880 de Félix de Aramburu, catedrático de Derecho civil2y, desde el año siguiente, de Derecho penal3, todo Oviedo sabía que Alas era crítico, pensador y poeta en la síntesis del bibliógrafo Fuertes Acevedo, aun cuando por entonces Alas ya hubiera opositado con éxito a la cátedra de Economía Política4. En esta misma línea de interpretación, Adolfo Buylla, su fraternal compañero de la Universidad, al resumir en sentida oración necrológica la compleja personalidad de Alas, resaltaba todas sus facetas con olvido precisamente de la jurídica: «sería difícil decir que es lo que el gran pensador no era: filósofo, historiador, crítico, moralista, artista de la palabra escrita, sociólogo, pedagogo»5; y todavía años más tarde, en una semblanza tamizada ya por el recuerdo, Posada le convertía en «crítico, novelista, maestro», ensayando, desde una perspectiva ética, una primera interpretación global de su obra: «La moral, la ética es lo que da unidad a una obra tan diversa»6.Page 73

2. La obra jurídica de alas

Las causas de este aparente olvido de su primordial magisterio jurídico, apenas corregido hoy por algunos estudios genéricos sobre su pensamiento filosófico y político7, deben buscarse no sólo en la actitud sublimatoria de sus compañeros de claustro, fautores en buena medida de la pervivencia de su recuerdo académico, sino en su propia obra escrita de carácter jurídico, cifrada por el propio Alas, en tardías declaraciones de méritos8, en cuatro textos principales:

  1. El Discurso. Tesis doctoral sobre El Derecho y la Moralidad (1878).

  2. El Programa razonado de Economía Política y Estadística (1878).

  3. El Prólogo a la versión castellana de La lucha por el Derecho, de Rudolph von Diering (1881) y 4° La Conferencia sobre Alcalá Galiano en el Ateneo de Madrid (1886).

Ya por entonces la obra jurídica de Alas resultaba desproporcionadamente menor que la literaria de Clarín con sus quince libros y un discurso pedagógico (su Discurso de apertura del curso 1891-1892), excluidos por él mismo de sus relaciones de mérito por no ser pertinentes a la Facultad de Derecho. Pese al descubrimiento posterior de nuevos textos manuscritos y al rescate de algunos otros impresos (programas, apuntes, conferencias, prólogos, artículos periodísticos), la aportación jurídica de Alas fue siempre un corpus menor al lado de la literaria de Clarín, cifrada sólo en la primera de las actividades de este género en unos dos mil artículos periodísticos9. Esta circunstancia que explica el olvido o preterición de la faceta jurídica de Alas incluso por sus contemporáneos, no lo justifica, pues de su condición profesoral dependió buena parte de su magisterio no sólo académico y de su influjo social.Page 74

3. Estudiante de Leyes: su escasa vocación jurídica
  1. El triunfo de la personalidad literaria de Clarín se fraguó tempranamente, en la década de los setenta, antes de la obtención de la cátedra de Economía Política ([1878]1882) y, por tanto, de la consagración oficial del magisterio jurídico de Alas. A la antigua querencia periodística juvenil10se sumó la necesidad de proveer a los gastos de su estancia en Madrid como estudiante de Filosofía y Letras y de doctorando en Derecho y, aún después de obtener la cátedra, a los del matrimonio, apenas cubiertos por la escasa dotación del sueldo de catedrático. Para subvenir a sus necesidades económicas y, al tiempo, dar curso inmediato a su genio creador y a su instinto político, nació Clarín en la redacción de El Solfeo en 187511. Su propio éxito periodístico, capaz de abrirle las puertas de Academias y Ateneos en la España esencialmente retórica de fin de siglo, impuso al cabo su ley de la prisa y de la absorbente cotidianeidad, exigiéndole una cultura enciclopédica y una acerbidad de su talante intelectual, combativo y crítico12, que llegaría a condicionar el futuro trabajo profesoral de Alas.

Este camino literario vino en parte propiciado por su escasa vocación jurídica. «Sin saber por qué ni para qué», se había licenciado en Derecho («me hicieron abogado»), en 187113, acogiéndose a las medidas liberalizadoras del nuevo Plan de Estudios nacido de la revolución de 1868 que le permitió estudiar por libre y sin texto predeterminado, «casi casi sin darme cuenta de ello» o, como diría lue-Page 75 go «en un periquete»14, una materia de la que había desaparecido la barrera académica del bachillerato en leyes15. Así, frente al anterior Plan del ministro Orovio que exigía seis cursos de instrucción, Alas pudo cursar su carrera en tres años, estudiando superficialmente, a tenor de las enseñanzas recordadas16y de sus bajasPage 76 calificaciones17, unas asignaturas que respondían a la vieja acumulación disciplinar del Plan Moyano de 1857: Derecho mercantil y penal; Derecho político y administrativo; Historia y elementos de Derecho civil español, común y foral... Por su mismo método de enseñanza libre, hecho más de lecturas en la biblioteca universitaria que de asistencia a las aulas18, la huella que pudieran haber dejado los res-Page 77 tantes profesores de la Casa no aludidos (Juan Domingo Aramburu, su hijo Félix, Diego Fernández Ladreda, José Manuel Piernas Hurtado, el renovador de los estudios de Economía Política que tanto habría de cooperar a la consecución del destino profesoral de Alas, o Guillermo Estrada, por el que habría de expresar tiempo después, con ocasión de su muerte, la rara admiración que suscitara en él su estilo de vida íntegro y austero19,...) fue tan leve como sugiere su propia falta de recuerdos, apenas corregida por el testimonio mediatizado de Posada que alude, por propia experiencia, a una enseñanza impartida mayoritariamente por auxiliares de escasa autoridad20. Su espíritu juvenil, abierto más a los ensueños literarios que a la seca precisión de los estudios jurídicos (cuya enseñanza, lastrada por la falta de plan y reflexión y por la pequenez de las miras con que se enseña y aprende generalmente la carrera de abogado, impedía ver su auténtico valor21), aspiraba a nuevos horizontes de vida social y académica que ni Oviedo ni su Universidad, reducida por entonces a la Facultad de Derecho, podían ofrecer.

4. Doctor en derecho civil y canónico

Concluidos los estudios de Leyes, sección de civil y canónico, Alas se trasladó a Madrid con sus buenos amigos de la Universidad, Tomás Tuero, Pío Rubín y Armando Palacio Valdés, ansioso de ciencia22, con el propósito de cursar laPage 78 carrera de Filosofía y Letras, que podría hacer realidad aquellos sueños y que, aunque nunca terminada23, vino a facilitarlos al ponerle en contacto con una de las escuelas de pensamiento más activas del panorama cultural y universitario español: la krausista, que conoce en la cátedra de Principios generales de Literatura de Canalejas, de Metafísica de Salmerón y amplía en las clases de Filosofía del Derecho de Giner de los Ríos, su principal mentor. Convertido en krausista independiente, depura su religiosidad y radicaliza su ideario moral, cultural y político a partir de un instinto genial {«para minada hay más sublime que esas corrientes magnéticas que atraviesan las masas a partir del cerebro de un genio»24) que le lleva a asumir el ideal de la regeneración de España. En defensa de ese ideal, que políticamente se encarna en la República democrática frente al sistema monárquico de la Restauración, expresará desde las páginas de El Solfeo primero y de La Unión [republicana] después, bajo el seudónimo combativo de Clarín, su compromiso político con una soberanía nacional auténtica y con una descentralización, próxima al federalismo pimargaliano, capaces de romper la hidra del caciquismo25. Aunque su participación en la Unión Democrática de Oviedo en 1879 le da un cierto aire partidista que acentuó su anticanovismo visceral26, una de las constantes de su vida periodística que extiende por afinidad ideológica a los ministros conservadores asturianos Toreno y Mon, (apenas corregido por su ulterior castelarismo27), antepuso por dignidad y libertad intelectual su ideal regeneracionista a la disciplina de cualquier partido, incluso en esta su primera época de periodismo militante. Por...

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