Pue, W. Wesley & Sugarman, David (eds.), Lawyers& Vampires (Cultural Histories of Legal Professions), Hart Publishing, Oxford, 2003, IX + 400 pp.

AutorFelipe Navarro Martínez
CargoUniversidad de Málaga
Páginas471-475

Page 471

Capas y togas. øQué tienen que ver abogados y vampiros, qué las nocturnales capas de vuelta rojo hematíe, con los abaniqueos de las togas negras dejando atrás las salas de vistas? Hay preguntas que, a veces, es mejor ni formular, más aún en tiempos de tribulación para parte de la abogacía, y siempre tan oscuros para los vampiros, ya desde el imaginado por el Dr. John William Polidori. Horas hoy, una vez más, de lóbregos perjuicios para la imagen pública de los abogados, ¡esos vampiros!, al decir de algunos. Sin embargo, abogados y vampiros, en un tour de force muy afortunado, altamente sugestivo, cohabitan este libro para el que me atrevo a solicitar sea con urgencia transfundido a nuestro idioma. Sus compiladores nada sabían de las ballenas blancas -nada que ver tampoco la sanguinaria pero honorable enemiga de Achab- varadas en las costas de sol y hormigón cuando reunieron el cuajarón de once ensayos que en este obra se recogen.

Estructurado en la introducción de sus compiladores (pp. I-VI), y cuatro partes (The formation of Lawyers, Lawyers and the Liberal State, Works and Representations y Lawyers and Colonialism), Lawyers & Vampires resulta del atractivo ejercicio interdisciplinar de los Cultural Studies, que en concreto vuelca aquí sobre la formación y definición de la figura del abogado, así como otras profesiones jurídicas de diversa índole, desde un índole fundamentalmente sajón; labor plena de calas, cruces, digresiones -por las digresiones entra en los escritos la vida, afirmaba Bioy Casares- que nos llevan y nos traen en un recorrido por los caminos de la Historia -también la con minúscula-, el Derecho, la literatura o las artes plásticas y visuales. La conformación histórica, cultural e ideológica abarca de este modo no sólo la propia formación de los profesionales, sino también sus relaciones colectivas y con colectivos, con el Estado, la generación de estructuras organizativas, y la creación de la -ømala?- imagen pública y reputación social. Los compiladores concluyen que los problemas concernidos en cualquiera de esas dimensiones gravitan y afectan por encima fronteras, y más allá de la disparidad de sistemas legales, sociales o culturales, de forma común y compartida. El humor, como casi siempre, resulta buena argamasa y, en efecto, finalmente amalgama los diferentes modelos. Sirvan de ejemplo la mordacidad de chanzas y divertidas ocurrencias sobre abogados, donde la mala fama general no encontrará lugar a la excepción. Igual sucede con la novela victoriana en su canon decimonónico, ofreciendo lección abundante en cuestionar la reputación e imagen de las profesiones legales, que así ellas mismas han acabado por constituir toda una literatura. Pero pese a todo, sería ridículo negar, además de falto de sustancia -y a ello aluden con precisión los compiladores- que a la figura del profesional del Derecho, fuere desde el aprecio o el desprecio, no haya correspondido un papel de vital importancia a la hora de enfrentar el proceso y resultado de la conformación histórica de nuestras modernas sociedades y Estados.

Aun así, es obvio que el estudio comparativo se plantea desde la intrínseca dificultad traída de las distintas variantes que el modelo de lawyer comprende, según nos situemos de uno u otro margen del canal, y hasta del propio océano, sea del lado europeo o del americano, y según incluso, por ser Page 472...

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