La larga huida de Daniela Simpson

Después de más de un año tras su pista, han dado con ella. Era el cabo suelto de la banda de Prince, un grupo dedicado a los timos con el método de las cartas nigerianas por el que la Brigada de Delincuencia Económica detuvo el año pasado a 17 personas. Pero faltaba Daniela Simpson, que hacía las veces de secretaria de Prince, el presunto líder de la organización.

Esta alemana de Wiesbaden fue detenida el 4 de abril en el aeropuerto de Frankfurt, recién deportada de San Francisco (EEUU), adonde viajó desde Londres. El pasado 8 de junio fue extraditada a España y la Audiencia Nacional decretó su ingreso en prisión a petición de la Fiscalía Anticorrupción.

Simpson, de 50 años, consiguió salir de la Unión Europea porque utilizó otro nombre para volar a Estados Unidos, y por eso en el momento no saltó la alerta de que había una orden internacional de detención contra ella. Pero al ser deportada sí se la identificó como Daniela Simpson, y fue arrestada en el acto.

Se presume que esta banda logró un botín de al menos 20 millones de euros, aunque seguramente fuera mucho más. A una sola de sus víctimas, todas extranjeras, le estafaron 11 millones de dólares.

Esta organización operaba en Madrid desde hace tiempo, y se dedicaba a enviar entre 10.000 y 15.000 cartas diarias a ciudadanos extranjeros, a los que ofrecía una herencia millonaria proveniente de un supuesto familiar fallecido.

Por muy peregrina que fuera la idea, algunos picaban y contestaban a las cartas, y a partir de ahí estaban perdidos. Prince Emeka Nwambu, nigeriano de 45 años, tenía montada una estructura que incluía hoteles de lujo como el Ritz, oficinas en la calle Serrano, baúles repletos de dólares falsos, un empleado comprado en una sucursal del Deustche Bank en la Castellana...

Desde su arresto, aún hay 11 miembros de la banda en prisión preventiva, a la espera de que salga la fecha del juicio.

Pero el día que se decidió arrestar a todos los sospechosos, la suerte acompañó a Daniela. Ella vivía en una pensión de Tirso de Molina, aunque no acudía a dormir todas las noches. Llevaba mucho tiempo allí y tenía una gran deuda con los dueños. Fuentes del caso explicaron que solía dormir una noche sí y una no en la pensión, y justo el día de las detenciones no había ido a dormir.

Los agentes de la UDEF...

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