¿Fue Kant un verdadero profeta del nacionalismo? Crítica a las lecturas pronacionalistas de Kedourie y Berlin

AutorFernando H. Llano Alonso
CargoUniversidad de Sevilla
Páginas39-64

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1. Introducción

Pocas figuras de la historia de la filosofía han sido tan tergiversadas como Immanuel Kant. En relación con el abuso interpretativo del que ocasionalmente ha sido objeto el kantismo, algunos de sus críticos han considerado al propio profesor de Königsberg como el principal (aunque involuntario) responsable de dicha manipulación exegética. La mayoría de los razonamientos esgrimidos en este sentido coinciden grosso modo con el argumento central expuesto por Emst Cassirer en una de sus obras más conocidas: Kant, vida y doctrina (1918). Page 40 Según se explica en este libro, la oscuridad y la complejidad eran dos características típicas del estilo literario empleado por el regiomontano en sus escritos, sobre todo a partir de la Crítica de la razón pura (1781 y 1787), que dificultaban extraordinariamente su comprensión 1. Esta primera hipótesis es la que tradicionalmente ha gozado de un mayor respaldo doctrinal; de hecho, incluso aquellos que mejor conocieron a Kant, como Ludwig E. Borowski, aseguran que durante los últimos años de su vida no era extraño ver a sus seguidores acusándose unos a otros de no haberle entendido en absoluto 2.

A pesar de que la contudencia de estos datos parece poner en evidencia la claridad expositiva del pensador prusiano y, sobre todo, la inteligibilidad de sus textos, pienso que sería un craso error pretender justificar con ellos el falseamiento al que en ciertos momentos fueron sometidas la figura y la obra kantianas. La utilización del criticismo en favor del idealismo absoluto y, por ende, de la escuela que puso fin a la Ilustración dando origen al Romanticismo" no fue, de ningún modo, un resultado querido ni buscado por Kant. Esta es, al menos, la posición teórica mantenida por Karl R. Popper en un ensayo publicado durante su madurez intelectual, concretamente el que se refiere a Kant y la filosofía ilustrada 3.

Es sabido que el propio Kant llegó a reconocer su condición de mal escritor poco después de haber publicado la primera edición de la Crítica de la razón pura (1781):

"Cierto es que no a todo el mundo le ha sido otorgada la gracia de escribir de un modo tan sutil y, al mismo tiempo, tan atrayente como David Hume, o con tanta profundidad y a la vez tan elegantemente como Moses Mendelssohn" 4.

Sin embargo, una cosa es afirmar que el de Königsberg fuera consciente de la complejidad de su estilo literario, y otra muy distinta inferir de ahí su completa despreocupación por la suerte que en el Page 41 futuro pudieran correr sus investigaciones y enseñanzas. En este sentido, sería un despropósito ignorar el interés manifestado por Kant en aclarar aquellos aspectos de su pensamiento que pudieran convertirse en fuentes de malentendidos o en motivos de controversias. Así, por ejemplo, resulta especialmente reveladora la réplica dada por el filósofo prusiano a la recensión que Christian Garve hizo de la citada Crítica de la razón pura en las Giittinger Gelehrte Anzeige. En esta sede se califica al regiomontano de "idealista absoluto", more berkeleyano, por haberse encerrado dentro de los límites de las representaciones subjetivas. La reacción de nuestro autor contra tal crítica no se haría esperar. En el apéndice de los Prolegómenos a toda metafísica futura (1783), Kant marcaría las distancias con respecto al idealismo dogmático de George Berkeley y el protoidealismo de René Descartes. A continuación sugeriría una suerte de idealismo formal o crítico que renunciara al fin exaltado (schwdrmerische Absicht) que, en general, habría venido persiguiendo dicha doctrina durante generaciones. Ese modelo teórico tan particular e innovador tendría un único objetivo: "comprender la posibilidad de nuestro conocimiento a priori de los objetos de la experiencia", descartando, al mismo tiempo, cualquier finalidad diversa de ésta. A juzgar por las diferentes ocasiones en las que Kant trató de desmarcarse del idealismo, es bastante probable que intuyera el riesgo que comportaría la sustitución su método crítico por otro de corte especulativo, falta que no tardarían en cometer algunos de sus discípulos más aventajados (como Johann G. Fichte) 5.

Según Otfried Hoffe, en el nuevo clima de crítica y superación del criticismo, el primer autor que "no pretendió defender ni atacar a Kant, sino más bien completarle; es decir, llevar sus ideas hasta las últimas consecuencias" fue Fichte; con él se inauguraría una larga serie de proyectos especulativos denominada "idealismo alemán" 6. Tanto en los Fundamentos de toda doctrina de la ciencia (1794-1795) como en la Primera introducción a la doctrina de la ciencia (1797), Page 42 Fichte sólo deseaba elevar la teoría trascendental hasta un nivel de perfeccionamiento jamás alcanzado 7. Paradójicamente, a partir de la Segunda introducción a la doctrina de la ciencia (1797), Fichte empezaría a cuestionar la tesis de Kant sobre la receptividad de la sensibilidad y, por consiguiente, la viabilidad de un idealismo meramente trascendental como el propugnado por su maestro 8. De manera progresiva, Kant iría distanciándose de su discípulo predilecto, hasta que en 1799 la ruptura entre ambos fuese ya definitiva. Ese año, el regio- montano publicaría una "Declaración relativa a la Doctrina de la ciencia de Fichte", en la Allgemeine Literatur-Zeitung de Jena. En este documento Kant renegaría de su alumno, acusándole, además, de haber tergiversado su acabado sistema filosófico (considerado por Fichte como una simple propedéutica para una filosofía trascendental), haciéndolo en aras de una construcción teórica cerrada (la teoría de la ciencia) que, presuntamente, vendría a rellenar las múltiples lagunas del kantismo 9.

Ahora bien, un tema relacionado con todo lo dicho, y del que me ocuparé a continuación, es el del presunto protonacionalismo de Kant, que ciertos autores han creído columbrar entre algunos de sus "confusos" textos. La cuestión no pasaría de ser una simple anécdota de la que sólo podrían hacerse eco estudios que se caracterizasen por su sensacionalismo y por su absoluta falta de rigor, como por ejemplo ocurre con el monográfico panfleto de Paul Lawrence Rose sobre los orígenes del antisemitismo moderno en Alemania, que éste sitúa en una fecha (1793), un filósofo (Kant) y un hecho determinado (la publicación de La religión dentro de los límites de la mera razón) 10, si otros investigadores de mayor prestigio, como Elie Kedourie o Isaiah Berlín, no le hubieran dedicado una especial atención. Veamos, por separado, qué es lo que dice cada uno de ellos, cuáles son sus conclusiones y qué objeciones cabría plantearles 11.

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II La lectura pronacionalista de Kedourie

En 1961 Kedourie publicó un libro titulado Nacionalismo que, más de cuarenta años después, se ha convertido ya en un clásico dentro de la extensa bibliografía existente sobre dicha doctrina. El trabajo de Kedourie rompía con la espiral sociológica en la que por aquel entonces se hallaban envueltos la mayoría de estudios en torno al nacionalismo, y retomaba una explicación histórico-ideológica del mismo, justamente en la misma línea en la que durante la década de los cincuenta se habían situado las investigaciones de Hans Kohn y Carlton Hayes, considerados por Eric Hobsbawn como "los padres fundadores gemelos" del estudio académico del nacionalismo 12. En síntesis, Kedourie sostiene que en los orígenes del nacionalismo hubo dos factores clave: el primero era un acontecimiento histórico (la Revolución francesa, que sustituyó las instituciones del Ancien régime por otras de carácter liberal-nacionalista) 13; el segundo factor, en cambio, se encontraba dentro de la filosofía de la última gran figura de la Ilustración: Immanuel Kant. Dado el carácter monográfico de mi investigación, me centraré exclusivamente en el comentario de este segundo factor, y no porque el primero sea irrelevante, sino porque excede con creces el propósito inicial de este trabajo, dirigido estrictamente al estudio de un aspecto concreto del pensamiento jurídico-político kantiano.

A juicio de Kedourie, Kant debe ser leído ante todo como moralista, no como ensayista político, porque, en resumidas cuentas, intentó tratar la política en los mismos términos que su doctrina ética, prueba de ello -afirma Kedourie- es la evidente politización experimentada por el principio de autonomía de la voluntad en La paz perpetua (1795). En efecto, ya en el Primer artículo definitivo de dicha obra parece quedar bien claro que para conseguir una paz definitiva la constitución de todo Estado debería ser republicana, es decir, Estados en los que, "sin reparar en las formas de gobierno, las leyes fueran o pudieran ser la expresión de la voluntad autónoma de los ciudadanos" 14. He aquí la consumación del tránsito del principio de autonomía Page 44 de la voluntad al de autodeterminación de los pueblos, el salto cualitativo o "pirueta imposible" de la moral a la política kantiana con el que todavía hoy algunos autores, como Michael Walzer o Neil Mac- Cormick, pretenden justificar el (según ellos) derecho colectivo por excelencia: el derecho de autodeterminación de las naciones 15.

En definitiva, viene a decir Kedourie, gracias a las enseñanzas éticas kantianas se inculcó a las nuevas generaciones de intelectuales alemanes "una nueva actitud respecto a los problemas políticos y sociales [...] un nuevo temple político". La...

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