El joven Aurelio

AutorÁngel Rojo Fernández-Río
CargoCatedrático de Derecho mercantil en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.
Páginas55-59

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Ángel Rojo Fernández-Río*

Excmo. Sr. Rector; Ilustrísima Sr" Decana, Excmo. Sr. Jefe de la Casa de Su Majestad el Rey; Excmo. Sr. Director Honorario de la Real Academia de la Lengua; queridos colegas; Señoras y Señores:

I
  1. Profesor e investigador, siempre en Universidades públicas; creador de la que, durante muchos años, habría de ser considerada la mejor Facultad de Derecho española; hacedor e impulsor de leyes; político en los años de la transición a la democracia; cofundador de uno de los más prestigiosos despachos de abogados españoles, académico de la Real de Jurisprudencia, esas -ya se ha dicho- son algunas de las señas de identidad de aquel que en este acto evocamos. Pero quienes le conocimos sabemos que en esa maraña de titulaciones se puede, y se debe, distinguir entre lo esencial y lo accidental. Y lo esencial, en el caso de Aurelio Menéndez, ha sido su condición de profesor universitario. Es esa específica condición la que ahora nos convoca.

Pero ¿cómo llegó a serlo? ¿Cómo se fue formando el maestro? A ese proceso, estarán dedicadas mis palabras en este acto, en el que tantas cosas se agolpan en el corazón de quienes con él, hace tantos años, emprendimos la singladura de la, como él decía, siempre hermosa aventura universitaria.

II
  1. El 7 de octubre de 1957 se constituyó, bajo la presidencia de Joaquín Garrigues, el Tribunal nombrado para la provisión de las Cátedras de Derecho mercantil de las Univer-

    * Catedrático de Derecho mercantil en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

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    sidades de Granada, Santiago y La Laguna, convocadas por Orden ministerial de 6 de junio del año anterior. Cinco era el número de los firmantes que habían sido admitidos definitivamente a participar en aquellas oposiciones, pero uno de ellos, Manuel Olivencia, aquejado de una grave enfermedad pulmonar, no pudo presentarse. Ese día el Tribunal entregó a los opositores una relación de 25 temas de entre los que, por sorteo, habría de elegirse uno para la práctica del sexto ejercicio y, también por sorteo, se determinó el orden en que habrían de intervenir. El primero en ese orden fue Aurelio Menéndez, que el día 1 de mayo anterior había cumplido treinta años.

    ¿Quién era aquel joven, alto, delgado, de tez blanca, con pelo no muy abundante en el que algunos destellos rojizos irradiaban a veces, que, con nombre de rey de la Monarquía asturiana y apellido repetido, aspiraba a la Cátedra?

  2. Hijo de un comerciante al por mayor de "coloniales", con establecimiento en un barrio de la villa de Gijón, había estudiado Derecho en la Universidad de Oviedo, y allí otro gijonés, Torcuato Fernández-Miranda -y cito sus propias palabras- le había raptado para la Universidad. Entre sus compañeros de curso nadie dudaba que aquel alumno -serio, austero, inteligente, trabajador- prepararía oposiciones a Cátedras de Derecho político.

    Sin embargo, recién terminada la Licenciatura -naturalmente, con premio extraordinario-, comunicó a su maestro, mientras paseaban por los alrededores del Palacio de La Magdalena, en Santander, que había decidido dedicarse al Derecho mercantil, un Derecho que había visto vivo en el almacén paterno (compraventas de mercaderías, préstamos sociedades, letras de cambio) y en las operaciones que estaban detrás de...

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