La ira como elemento motivacional
Autor | Marco Teijón Alcalá |
Cargo del Autor | Doctor internacional. Derecho y ciencias sociales (UNED). Criminología (Universidad de Salford - RU) |
Páginas | 173-207 |
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1. INTRODUCCIÓN
1.1. Bloqueo de oportunidades y delincuencia
¿relación directa o indirecta?
Como hemos mencionado en los capítulos anteriores, la tradición teórica
en la que nos encontramos mantiene, aun en la actualidad, un desarrollo teórico
vivo. La TGF ha ido añadiendo complejidad a la tradición teórica de la frustra-
ción en el ámbito individual. A pesar de ello, puede mantenerse que el bloqueo
de oportunidades sigue constituyendo una fuente de frustración objetiva fun-
damental. Ya hemos destacado en varias ocasiones que la investigación empírica
ha encontrado a menudo asociación entre bloqueo de oportunidades y delin-
cuencia a nivel individual (Burton Jr y Cullen, 1992), algo que hemos compro-
bado igualmente en la presente investigación (Capítulo V y VI). Sin embargo,
se sigue discutiendo por un sector de la literatura si la relación entre frustración
y delincuencia se produce de forma directa o indirecta. En este aspecto la teoría
CAPÍTULO VII
LA IRA COMO ELEMENTO MOTIVACIONAL
SUMARIO: 1. Introducción. 1.1. Bloqueo de oportunidades y delincuencia
¿relación directa o indirecta? 1.2. El rol mediador de la ira en la Teoría
General de la Frustración. 2. Metodología. 2.1. Hipótesis. 2.2. Medidas. 2.3.
Estrategia analítica. 3. Un enfoque de ecuaciones estructurales. 4. Resul-
tados. 4.1. Resultados obtenidos mediante el enfoque de regresión lineal
con bootstrap. 4.2. Resultados obtenidos mediante el enfoque de ecua-
ciones estructurales. 5. Discusión y conclusiones. 6. Limitaciones.
EL DEPORTE COMO ACTIVIDAD ANÓMICA UNA INVESTIGACIÓN CRIMINOLÓGICA SOBRE
LA INFRACCIÓN DE LAS NORMAS EN COMPETICIONES DEPORTIVAS
MARCO TEIJÓN ALCALÁ
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se mantiene un tanto ambigua ya que, aunque deende la posibilidad de una
relación directa, se trata de una idea que la TGF no deende con mucha deter-
minación (ver Serrano Maíllo y Teijón Alcalá, 2019). En cambio, la teoría, tanto
en sus versiones originales (Agnew, 1992) como en sus revisiones o extensiones
(Agnew, 2001, 2002, 2007, 2013) deende de forma más explícita la existencia
de una asociación indirecta, o sea a través de una serie de emociones negativas
(ver Capítulo VI).
En efecto, ya hemos puesto de maniesto en este trabajo la existencia de nu-
merosas evidencias empíricas con respecto a la relación directa entre frustración y
delito (Baron, 2009; Broidy, 2001; Mazerolle et al., 2000; Moon et al., 2008; Sun
et al., 2016). También se ha observado una relación mediada por emociones nega-
tivas (ver Piquero y Sealock, 2000). Esta segunda vía, como explicamos en capítu-
los anteriores, implica que la frustración (X) genera emociones negativas (M) (a)
y, estas, a su vez, criminalidad (Y) a nivel individual (b), mediando las emociones
negativas el efecto de la primera sobre la última (c’). Adviértase que, tal y como
hicimos en el capítulo anterior, se acaban de describir tres variables –identicadas
con letras mayúsculas, y tres vías de carácter potencialmente causal –identicadas
con letras minúsculas. En la literatura encontramos abundantes estudios que han
evaluado estas tres vías, en diferentes ámbitos y con muestras diversas, ofreciendo,
con carácter general, apoyo para la TGF.
En primer lugar, la relación entre frustración y emociones negativas (a) ha
recibido apoyo empírico en la investigación comparada. Aseltine et al. (2000)
encontraron que determinados eventos cotidianos negativos como conictos
familiares y entre iguales están asociados con la ira y la ansiedad. En términos
similares, Brezina (1998, pp. 50 y ss.) informa de que ciertas relaciones negati-
vas procedentes de los tres tipos ideales de frustración en el ámbito de la familia
y la escuela se asocian positivamente con la ira.
La conexión directa entre emociones negativas, especialmente la ira, y delito (b)
parece también clara desde un punto de vista empírico (Aseltine et al., 2000;
Baron, 2006; 2009; Broidy, 2001; Capowich et al., 2001). Aseltine y sus colegas
(2000, p. 266) encontraron que la ira se asociaba directamente con comporta-
mientos agresivos. Baron desveló que la ira era un predictor de la delincuencia y
el consumo de drogas (2006); y que existía una relación directa entre crímenes
violentos y emocionalidad negativa (2009). Igualmente, Brezina y su equipo
CAPÍTULO VII LA IRA COMO ELEMENTO MOTIVACIONAL
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(2001) informan de una relación estadísticamente signicativa entre ira y con-
ictos con pares en la escuela. Capowich et al. (2001), por su parte, encontraron
que ciertas emociones negativas, especialmente la ira, tenían un efecto signi-
cativo y positivo con las intenciones de pelearse.
La conexión directa entre frustración y delito (c’) también ha recibido apoyo
empírico (Asgeirsdottir et al., 2011; Baron, 2009; Broidy, 2001; Mazerolle et al.,
2000; Moon et al., 2008; Sun et al., 2016). Asgeirsdottir y sus colegas (2011),
por ejemplo, observaron que el abuso sexual y los conictos o la violencia fa-
miliar se relacionaban de forma directa con comportamientos autodestructivos
y consumo de sustancias aun después de controlar por otras variables entre las
que se encontraban la ira y la depresión. Sin embargo, también existen pruebas
contrarias a esta hipótesis (Morash y Moon, 2007).
Finalmente, y de importancia más sustantiva para los efectos de esta in-
vestigación, otros autores encuentran que la relación entre frustración y emociones
negativas se encuentra mediada (ab). Por ejemplo, Jang y Johnson (2003, p. 95)
arman que ciertas emociones negativas «median completamente» los efectos
de la frustración sobre los comportamientos desviados. Jang y Song (2015, p.
425), por su parte, encontraron que la frustración (objetiva) estaba relacionada
indirectamente con la delincuencia a través de la depresión/ansiedad, pero no
de la ira. Sin embargo, diversas investigaciones han encontrado que los efectos
mediadores de estas emociones negativas (solo) se producían de modo parcial
(Hollist et al., 2009; Scheuerman, 2013; Sigfusdottir et al., 2004). Sigfusdottir
et al. (2004, pp. 516-518), por ejemplo, encontraron que estar expuesto a con-
ictos familiares se relaciona con sentimientos de ira y depresión; que la ira se
asociaba a su vez con comportamientos delictivos; así como que la ira mediaba
la conexión entre conictos familiares y delincuencia, aunque la mediación solo
se producía de modo parcial. Hollist et al. (2009), por su parte, concluyen que
la relación entre frustración y tres medidas de delincuencia estaba mediada por
emociones negativas, pero solo de modo parcial. En cualquier caso, como suele
ser habitual en Criminología, también existen pruebas contrarias a la hipó-
tesis de mediación (Mazerolle et al., 2000, 2003; Sun et al., 2016). Por ejem-
plo, Mazerolle y sus colegas (2000, 2003) no encontraron que la ira mediara
la relación entre frustración y varios comportamientos delictivos, con alguna
excepción. Sun y sus colegas (2016), por su parte, tampoco encontraron que las
emociones negativas se relacionaran con criminalidad femenina.
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