Introducción. Reflexiones sobre un hoy burocrático permisivo del acoso moral.

AutorJuan B. Lorenzo de Membiela
Páginas13-30

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I Miedo e incertidumbre en las organizaciones públicas

Tiempos de miedos y tiempos de riesgos. En esta encrucijada cabe ubicar a la persona hoy. Y quien dice persona, habla de funcionarios o empleados públicos, que no son otra cosa que personas en un centro de trabajo público. Personas con miedo, reprimidas en su expresión individual, bajo la dominación de otro, expresión mínima de vida... Silencios cautivos. Conciencias embargadas. Es lo que Alejandro Llano califica como paralización por perplejidad1. El miedo sin esperanza, nueva épica del presente, y como toda épica, precursora de esclavitud y exclusión.

El miedo es un sentimiento corruptor2por la concurrencia de tres elementos causales: miedo-humillación-cobardía. El miedo como emoción, la humillación, como acción del vani-

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doso y la cobardía... como libertad fracturada. Es emoción que condiciona la voluntad, que es tanto como decir nuestra dignidad. Ante ello, el nihilismo, que prospera, como reacción contra las normas instituidas: crisis de los valores supremos, como pensara Nietzsche3. Productividad sin valores. Presencia anónima del hombre en la organización... prescindible en extremo en el proyecto corporativo.

En el miedo se encuentra el germen de la corrupción. Humanamente comprensible aunque noblemente rechazable. Como razonó Sócrates es valiente quien resiste y persiste en la búsqueda de la verdad. Y esa valentía no sólo ante la adversidad también ante la comodidad y la complacencia, consciente la concurrencia de injusticia. Y sobre este razonamiento, el de Séneca, el alma recta nunca se doblega. Jose Antonio Marina refiere a Epícteto: No nos hacen sufrir las cosas, sino las ideas que tenemos acerca de las cosas.

La cobardía recurre a la mentira cuando de defenderse de hechos alienantes se trata. Es comprensible pero también injusto. Y se manifiesta dentro de la Administración sobrepasando con mucho la triste realidad de un hoy que transgrede los límites no ya legales sino metajurídicos.

No hace mucho, en 16 de enero de 2006, un diario publicaba lo siguiente sobre un cargo político sumido en un transversalismo oficialista: Soy funcionario público, me echarían los perros...4.

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No olvidemos la refiexión de Albiac: Un político enloseta su ascenso con cadáveres de amigos. Congelados. Igual que en las trincheras. Es la Gran guerra de lo cotidiano en un medio laboral dañino por lo que hace y pernicioso por lo que consiente. Es la insolencia al derecho del trabajo en la función pública y el desprecio al funcionario. Como apunta Primo Levi, la maldad es consustancial a cada hombre y en ese sentido inabordable desde una perspectiva meramente humana. Lo que corrobora lo que el neurólogo portugués Antonio Damasio, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica, afirma: nuestro cerebro tiene una tendencia hacia la bondad pero también hacia la maldad, pero hay algo en él que nos predispone a la violencia. Y continua su iter razonal: Pero la opción de una cosa u otra depende exclusivamente de la sociedad, de la educación, de la cultura, que nos esforcemos al máximo para que una cualidad supere a la otra.

Hablamos de estoicos porque el estudio que ofrecemos es una lección del estoicismo del hombre actual, ahogado en su propia arquitectura organicista. No es otra cosa que la crisis de la dignidad en la persona: la negación de la humanidad en las empresas y su respuesta, actual la llamada teoría de la responsabilidad social5. Véase la Encíclica de Pío XII, Summi Pontificatus, § 256, en 20 de octubre de 1939, por desgracia de plena actualidad:

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Así debilitada y perdida la fe en Dios y en el divino Redentor y apagada en las almas la luz que brota de los principios universales de moralidad, queda inmediatamente destruido el único e insustituible fundamento de es-table tranquilidad en que se apoya el orden interno y externo de la vida privada y pública, que es el único que puede engendrar y salvaguardar la prosperidad de los Estados

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No olvidemos el razonamiento de Michael Burleigh: si se elimina la religión no hay nada que limite el poder. Es el cristianismo el gran precursor de los derechos humanos y es el poder político el que intenta sustituirlo7.

Derechos Humanos y miedo son conceptos antagónicos. Pero el miedo surca una emoción constante en la vida del hombre. Desde la primigenia existencia hasta hoy, todo gira enrededor de la incertidumbre. Su importancia ha sido detectada por Hillman definiéndolo como motor del cambio social8. Pero va más allá, porque limita la realización vital del ser humano, es decir, el libre desarrollo de la personalidad en palabras del art. 10. 1º CE. Aquí se produce una contradicción importante: evolución social sin innovación individual. Veremos que esta última idea es la buscada hoy por el management en beneficio de la corporación.

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II La tecnología gerencial: el miedo como fracaso gestor

Como herramienta directiva el miedo es ineficiente pues impide obtener el potencial de las personas. Ello es explicado por Stein porque se obliga al hombre a perseverar en el instinto de conservación reactivamente hasta la extenuación. Genera energías personales desconocidas e impide que emane lo mejor que la persona posee en beneficio de la organizacion9. Una de las respuestas más comunes es la intensificación de las relaciones interpersonales entre los empleados e incluso, sin necesidad de trabajar en un mismo centro administrativo o público, las relaciones de personas que trabajan en un mismo círculo de actividad. Ello es producto de una estrategia de agrupamiento para conseguir una mayor seguridad que no se encuentra, sólo, en el medio laboral. La consecuencia más grave es la despersonalización a favor del conjunto, lo que limita el desarrollo de la persona individualmente considerada y en relacion a su talento creativo y productivo.

La creatividad y la motivación del empleado, depende de un clima de trabajo aceptable, de un entorno mínimamente habitable. Ser tratados como ciudadanos libres y no como cosas. Y sobre ello me planteo lo siguiente: ¿Porqué las normas de función pública no recogen postulados del management que se difunden en foros defendiendo una gestión horizontal y no vertical? En suma, ¿no es posible diseñar otro sistema de organización?

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Las posibilidades tecnológicas abren la puerta a sistemas organizativos que difieren del clásicamente burocrático y sobre ello y en atención al trabajo especializado, la implantación de un sistema de organización virtual10puede resultar adecuado... y beneficioso para todos. Para la organización porque ahorraría en costes de mantenimiento del propio edificio, ordenadores, conexiones a Internet y demás material fungible, tan importante para las arcas públicas, dispondría de mayor espacio para dispensar una mejor y más directa atención al ciudadano y evitaría la constante adquisición y adaptación de inmuebles para oficinas, una espiral in crescendo por las diversas transferencias de competencias y adscripciones de personal. Para el empleado, porque dispondría de un medio de trabajo adecuado para resolver eficientemente problemas más rápidamente que bajo la presión de estresores burocrático que la Administración no quiere controlar, además de compatibilizar las obligaciones familiares con las profesionales.

III El Estado como instrumento de coerción

Von Mises razona que el Estado es, en esencia, un aparato de compulsión y coerción. Su rasgo característico consiste en compeler mediante la aplicación o la amenaza de la fuerza a portarse de manera distinta a la que se quisiera11. Y esa com-

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pulsión y coerción se encuentra legitimada por el poder que la CE le reconoce, el mismo que le debería impedir caer en la desviación de poder y en el abuso de derecho. Pero a pesar de ello, se amenaza por la vía disciplinaria a una defenestración deshonrosa. Desdoro en...

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