Introducción

AutorLeyre Sáenz de Pipaón del Rosal
Cargo del AutorDoctora y Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y Licenciada en Criminología por la Universidad Camilo José Cela de Madrid
Páginas37-38
1. INTRODUCCIÓN
La puesta en marcha o el comienzo de las tareas de ejecución de cualquier
obra de creación, nacida por ello, claro está, del pensamiento, del trabajo intelec-
tual, no puede adjudicarse más o menos caprichosamente a un momento concre-
to y nítidamente determinado en el transcurrir del tiempo en que se instala, con
la imaginación, la vida de su autor.
Pareciera que el paso de ese tiempo se hubiese detenido por un momento y,
sin embargo, “un libro nunca comienza por la primera línea ni acaba con la últi-
ma. Si hubiera que comenzar por la primera línea, nadie podría escribir. Un libro
comienza siempre antes de haber empezado… sin que nadie –y menos que nadie
quién lo escribe– sepa que ha comenzado… (de manera que) aquel libro, ya ha-
bía comenzado antes de que empezase a ser escrito… desde entonces, se discute
en vano si la escritura –la puesta en marcha de aquella ejecución– falsea o no esa
experiencia anterior a ella que constituye su inadvertido punto de comienzo...” 1.
En suma, este aparentemente último acto de escribir, en nuestro caso, y dado
el tema que vamos a tratar, viene a transformar, recogiéndola, toda una experien-
cia anterior que sí ha constituido casi inadvertidamente, como decíamos, el verda-
dero punto de partida de un esfuerzo que habría de situarse en el pretérito.
Se trata, pues, de un trabajo, el que sigue, al que no se le puede adjudicar ni
un principio ni –menos aún– un final preciso, aunque sea inevitable remontarse
a algún momento de nuestra vida intelectual para vincular al mismo el nacimien-
to de alguna duda, la formulación de alguna pregunta, la búsqueda de alguna
respuesta.
Ese podría ser, en consecuencia, nuestro punto de partida; sin olvidar, sin em-
bargo, y nos volvemos a situar en el mismo torbellino, que los interrogantes impli-
can sin duda un querer saber, pero también un saber, con lo que una pregunta o
una duda no son solo punto de partida de algo cuya vida comienza, sino también
escalón intermedio resultado de elaboraciones anteriores.
A la búsqueda, pues, de situar este trabajo en el tiempo, podríamos evocar
la expresión Derecho criminal universal 2, que tan grata resultaba a Dautricourt,
1 J. L. Pardo Torío, La regla del juego. Sobre la dificultad de aprender filosofía, Galaxia
Gutenberg, Barcelona, 2004, p.13.
2 La utilización, cada vez más frecuente, de la expresión Derecho Internacional
Humanitario pudiera conducir a error. En efecto, nos referimos “al Derecho Internacional
Humanitario para referirnos exclusivamente a las normas de éste que, con una finalidad
humanitaria, limitan el uso de la fuerza y protegen a las víctimas de los conflictos armados”,

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR