Introducción

AutorXavier Pons Rafols
Páginas7-18

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La búsqueda de los recursos agropecuarios necesarios para satisfacer las necesidades alimentarias ha constituido una constante preocupación de los seres humanos a lo largo de los siglos. Esta preocupación por la alimentación se ha ido socializando históricamente y los grupos sociales y las estructuras políticas en las que se han organizado las comunidades humanas han adoptado también disposiciones para asegurarse el uso y el recurso a los productos alimenticios. A través de la misma evolución del proceso histórico este planteamiento, con el componente de la producción y del comercio de productos agroalimentarios, ha acabado por adquirir también una dimensión internacional. Se trata de un fenómeno más reciente, que se ha desarrollado, fundamentalmente, a lo largo del siglo xx, y que ha provocado que esta dimensión internacional haya suscitado su

No hay duda de que la satisfacción de las necesidades alimentarias de los seres humanos permite la supervivencia de las personas y de los pueblos y genera también la posibilidad de alcanzar otros objetivos de desarrollo humano y social, como la salud, la educación, el bienestar o la reducción de la pobreza. Se trata, por tanto, de un objetivo crucial de las comunidades humanas que depende de múltiples variables de carácter económico, social y político, en particular en relación con el funcionamiento del propio sistema de producción, comercialización y consumo de alimentos, que operan tanto

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a nivel local como nacional e internacional. En tanto que objetivo crucial de clara dimensión internacional, resulta obvio que la lucha contra el hambre y la garantía del acceso a los alimentos debe constituir un objetivo priori-tario de la sociedad internacional contemporánea. Más aún cuando todos los especialistas coinciden en señalar que se trata de un mal evitable ya que se trata, esencialmente, de un problema de desigualdad en la distribución, puesto que en el mundo existen capacidades de producción y suministro de alimentos suficientes para toda la población mundial.

En este orden de ideas, en los últimos años se ha experimentado en el panorama internacional una traslación del concepto ya clásico de la seguridad, como idea de protección armamentista de las fronteras nacionales, hacia un enfoque centrado en la seguridad humana, como idea de reducción de la inseguridad cotidiana de las personas. Se trata de una noción consolidada rápidamente en el lenguaje académico y en el discurso político internacional y que, sin duda, puede constituir un instrumento útil para orientar políticas públicas de carácter internacional al servicio del bienestar de los seres humanos. Esta orientación en la seguridad humana pone de relieve inmediatamente una triple dimensión que resulta pertinente también en relación con la alimentación y la seguridad alimentaria: de un lado, la centralidad del enfoque en el ser humano y, por tanto, se constata que la formulación de la noción resulta paralela a la progresiva humanización de la sociedad y del Derecho Internacional contemporáneo; de otro lado, el carácter interdependiente del enfoque, lo que hace que, en la perspectiva de la seguridad humana, se considere que los distintos desafíos y amenazas están estrechamente relacionados y afectan a toda la sociedad internacional y, especialmente, a los países y sectores más vulnerables; finalmente, la identificación de la seguridad humana como una responsabilidad compartida que hace, por tanto, ineludible una actuación y una respuesta coordinada a escala internacional, que se lleva a cabo mediante normas e instituciones de Derecho Internacional.

Entre los distintos alcances de este concepto de la seguridad humana ocupa un lugar privilegiado la noción de la seguridad alimentaria. En la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996 se adoptó la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial en la que, entre un variado abanico de medidas contempladas en su Plan de acción, se establecía un concepto amplio de seguridad alimentaria en el sentido de que ésta existe «cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana». El concepto jurídico-político utilizado desde entonces ha puesto de manifiesto, así, el carácter polifacético de la seguridad alimentaria. No es sólo que el enfoque de derechos humanos se incardine plenamente en la orientación internacional sobre la seguridad alimentaria; se incardinan también plenamente en la seguridad alimentaria las preocupa-

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ciones internacionales sobre la misma calidad de los alimentos y los riesgos que pueden emanar de los mismos, atendiendo, en particular, a los rápidos progresos de la ciencia y la tecnología de los alimentos.

De ahí que el concepto de seguridad alimentaria comporte, cuanto menos, una doble vertiente: de un lado, la perspectiva del derecho a una alimentación adecuada y a la disponibilidad y seguridad en el acceso a los alimentos; y, de otro lado, la perspectiva de la calidad, salubridad e inocuidad de los alimentos. Se trata de dos dimensiones estrechamente interrelacionadas que cubren fenómenos diversos con un desarrollo jurídico internacional distinto y que en español se inscriben en el polisémico concepto de «seguridad alimentaria» y en inglés se identifican con los conceptos «food supply security» y «food safety». Ambas dimensiones tienen un claro componente de carácter internacional, tanto por lo que se refiere a la producción y comer-cialización internacional de alimentos y, por tanto, a su accesibilidad, como por lo que se refiere a las condiciones y a los mecanismos internacionales establecidos para garantizar la calidad e inocuidad de los mismos. En consecuencia, ambas dimensiones son tributarias de la cooperación y la regulación jurídica internacional.

Bajo esta misma perspectiva, la relación de las normas sanitarias y fi-tosanitarias internacionales con la producción y el comercio internacional de productos alimenticios resulta evidente, ya que de lo que se trata es de encontrar el adecuado equilibrio entre, de un lado, el objetivo de la liberalización de los intercambios comerciales de estos productos y, de otro lado, la pluralidad de objetivos que conciernen a la seguridad alimentaria, entre los que se encuentra la seguridad sanitaria y

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nuevos ingredientes alimentarios, es decir, fundamentalmente, los alimentos de origen biotecnológico.

A todo ello debe añadirse que la crisis mundial de alimentos, que ha supuesto en los últimos años un constante incremento de los precios de los productos alimenticios, ha hecho aumentar la inseguridad alimentaria, especialmente en los países en desarrollo. Se trata de una crisis alimentaria que es consecuencia y resultado de una diversidad de factores (como una mayor demanda, la mayor población mundial, la urbanización, el uso de los cultivos alimentarios...

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