Introducción

AutorAntonio J. Monroy Antón
Cargo del AutorProfesor de la Universidad Autónoma de Madrid (Dpto. de Financiación). Profesor de la Universidad Carlos III de Madrid (Dpto. de Economía de la Empresa)
Páginas13-18

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En los mercados de capitales actuales la transparencia, la utilidad de la información, la rapidez en la obtención de ésta, la posibilidad de operar con cierta seguridad -dentro del riesgo que la operativa con valores entraña, sobre todo en el caso de los de renta variable- son cualidades cada vez más apreciadas por los operadores bursátiles. Así, operaciones en principio más beneficiosas y con plusvalías muy altas son a menudo desechadas por los inversores por el hecho de no ser plenamente transparentes, es decir, porque el inversor en cuestión no tiene seguridad al no contar con la información necesaria o deseada. Ello no supondría ningún problema de no ser porque dichas operaciones, de realizarse sin dicha información, pueden llevarle a un importante quebranto económico. Por ello, este tipo de operaciones suelen quedar reservadas casi en su totalidad para los denominados "hedge funds"1 que, sin embargo, también basan su operativa en el uso de información -que estiman mejor que la del resto de inversores- y en la mayor asunción de riesgo.

Por el contrario, el inversor tradicional se muestra mucho más reticente a operar en valores que no conoce lo suficiente. El cambio experimentado en el sector en los últimos diez años ha sido curioso, ya que antes de la década de los noventa -en nuestro país- dichos pequeños inversores mantenían la cultura contraria, es decir, la inversión en valores de alto riesgo y sin apenas conocimiento de los mismos. Como se ha comentado, la situación ha cambiado radicalmente y los inversores actuales, aun sin conocimientos profundos en economía, tienden más a elegir valores cuya información es públicamente conocida y a evitar aquéllos en los que intuyen que no todo es transparencia.

La idea que parece subyacer en el ánimo del inversor, por tanto, es que cuanta más información exista en referencia a un valor, más fielmente reflejará el mercado la realidad de dicho valor y menos posibilidades habrá de que surja algún elemento indeseable que pueda alterar sus previsiones respecto del mismo. Por el contrario, una información falsa, manipulada o que esté antes en posesión de ciertas personas con capacidad de operar en el mercado que enPage 16 la de la generalidad de los inversores conducirá a una formación de precios diferente de la que debería ocurrir, y no será bien vista por los inversores.

Visto el panorama actual y las creencias de los inversores en cuanto a la información que proporciona el mercado, merece la pena...

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