Introducción

AutorIris Rocío Santillán Ramírez
Cargo del AutorProfesora del Departamento de Derecho de la UAM-Azcapotzalco y Directora de las Misiones del Foro Latinoamericano para la Seguridad Urbana y la Democracia, A.C.
Páginas451-455

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En 1988 conocí a Juan Bustos, quien en aquel entonces dirigía, junto con Roberto Bergalli, el Doctorado de Justicia Penal y Criminología Crítica en Barcelona. Su amabilisímo recibimiento, que incluyó una cena con su familia en su piso, me hizo comprender de inmediato, que no sólo estaba frente a uno de los penalistas contemporáneos más sólidos y poderosos, sino además de una de las personas más generosas que he conocido. La vida me permitió recibirlo en México, siendo yo Coordinadora del Master Internacional en Derecho Penal, Constitución y Derechos, que se llevó a cabo durante varios años en convenio entre la Universidad Autónoma de Barcelona y el Foro Latinoamericano para la Seguridad Urbana y la Democracia (FLASUD), y también despedirme de él en Santiago, cuando me enteré de su enfermedad.

Han pasado muchos años desde aquél octubre de 1988, y aunque mi interés no se orientó hacia el derecho penal, sino hacia la sociología jurídica, siempre pensé que tenía un compromiso con mi profesor, por lo que cuando decidí, al

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fin, continuar y concluir aquello que había iniciado en Barcelona, elegí analizar el problema de las mujeres que privan de la vida a sus parejas, no sólo desde el ámbito de la sociología jurídica, sino incursionar más a fondo en la dogmática penal utilizando justamente la sistemática teórica propuesta por Bustos, junto con otra propuesta, distinta pero coincidente, como la de otro penalista igualmente excepcional: Eugenio Raúl Zaffaroni. Aquí presento apenas sólo algunas pinceladas de dicha investigación.

  1. Introducción

La historia, la sociología y el derecho entre otras disciplinas tienen, desde mi particular punto de vista, a pesar de sus avances, una deuda pendiente con las mujeres.

La cultura patriarcal que ha dominado durante siglos en el mundo, y que ha puesto jerárquicamente en un plano distinto a las mujeres con relación a los hombres, discriminándolas y expropiandoles sus derechos humanos, ha hecho de la violencia una forma «normal» de respuesta masculina contra aquellas que, a sus ojos, cuestionan y/o ponen en entredicho o riesgo su poder patriarcal legitimado en una supuesta superioridad física e intelectual.

De acuerdo a los estudios de género, las mujeres han sido construidas socialmente como débiles, sometidas, tolerantes, obedientes, dulces, etc. Y cuando éstas se atreven a transgredir el clásico estereotipo femenino, la respuesta social e institucional es francamente dura en contra de...

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