Introducción

AutorKahale Carrillo, Djamil Tony
Páginas29-35

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En esta última década se ha producido un incremento significativo de homicidios por violencia de género hacia las mujeres extranjeras. El 40,9% de las fallecidas hasta el 26 de abril de 2010 han sido extranjeras, y el 26% del total de denuncias corresponden a las mujeres inmigrantes; que en la mayoría (80,7%) de los casos se encuentra en situación regular en España1.

Según los datos de la Memoria del Fiscal General del Estado del año 2008 señala en 74 las mujeres fallecidas, de las cuales 39 eran extranjeras. Por otra parte, se aprecia una disminución del porcentaje de víctimas españolas, que ha descendido desde el 77,1% en 2004 al 55,7% en 2008, el porcentaje de víctimas extranjeras en esos años ha pasado del 22,9% al 44,3%. Estos números cifran de manera objetiva una sobre representación de la mujer inmigrante en las estadísticas referidas a víctimas de violencia de género si se tiene en cuenta que la población extranjera supera en 2008 el 11,3 % respecto a la población total.

De acuerdo con lo señalado en la Macroencuesta sobre la violencia contra las mujeres (2006)2, las mujeres extranjeras manifiestan ser víctimas de violencia de género en mayor proporción que el resto de mujeres: a) El 12,1% declaran haber sido maltratadas por su pareja o ex pareja alguna vez en la vida, frente a una media del 6,0% de maltra-

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to declarado por las mujeres españolas (6,3%), b) El 4,8% manifiestan haber sido maltratadas por su pareja o ex pareja en el último año, frente a una media del 2% en las mujeres españolas (2,1%), c) El 7,3% de las mujeres extranjeras habría salido del maltrato fisufrieron maltrato por su pareja o ex pareja alguna vez en la vida, pero no en el último año?.

La principal causa por la que no se llega a denunciar radica en el desarraigo y la falta de redes sociales. Bajo este contexto, el agresor li mi ta los contactos sociales y familiares de su pareja, aislándola de su entorno y limitándola a un apoyo social. En el caso de la mujer inmigrante generalmente esas redes sociales ni siquiera existen, por lo que la pa reja representa el único arraigo que tienen en España. Ello provoca que el miedo a perder lo conocido aumente cada día más, así como la sensación de carecer de medios para salir de esta situación.

El hecho empeora cuando el agresor controla el acceso de la víctima a los medios económicos, bien por impedir, con excusas culturales y religiosas, el acceso al empleo; u obligándola a entregar su propio sueldo. En ciertos supuestos el agresor abandona el empleo con el fin de depender del salario de la víctima. En estos casos la mujer agredida suele acudir a familiares o servicios sociales para poder subsistir; sin embargo, en el caso de la mujer inmigrante este acceso se le hace cuesta arriba, ya que sus familiares no suelen encontrarse en territorio español, y generalmente ellos dependen de las remesas que ella envía a su país de origen e ignoran la situación que su familiar es víctima de violencia de género. En lo que se refiere a los servicios sociales se convierte en un auténtico suplicio, ya que al carecer de autorización de residencia las ayudas sociales son prácticamente nulas, y se acrecienta más cuando no posee la autorización para trabajar.

Otra de las causas dimanantes surge en la dependencia documental. En la mayoría de los casos es el cónyuge quien inicia el proyecto migratorio al país elegido y una vez documentado es cuando reagrupa a su pareja y, en su caso, a sus hijos. Sin embargo, en el caso de las...

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