Introducción

AutorMaría Fernanda Realpe Quintero
Páginas17-35

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INTRODUCCIÓN

Desde la década de 1970 comenzó a surgir en las ciencias sociales la preocupación por estudiar la percepción del riesgo medioambiental. Motivada por la atención del público respecto a las posibles consecuencias por el uso de ciertas tecnologías, concretamente la utilización de la energía nuclear, y posteriormente, por la divulgación de los accidentes industriales de grandes consecuencias. Como problema académico nació con el objetivo de entender el fenómeno social que provocaba que las personas se movilizaran para manifestar su desconfianza por el uso de las nuevas tecnologías y para buscar garantías de protección del medio ambiente y de su salud. Este interés se ha incrementado significativamente en la medida en que cada día son más tangibles las consecuencias del denominado efecto invernadero sobre el medio ambiente y la salud de las personas1. Existe un con-

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senso más o menos extendido en los expertos de que tal efecto es consecuencia de la generalización y radicalización del proceso de modernización en su vertiente industrial y tecnológica (Beck, 2008).

Por lo tanto, este trabajo de investigación se inscribe dentro de ese interés académico por estudiar el fenómeno de la percepción del riesgo medioambiental, lo cual implica indagar cómo surge esa percepción, quiénes la promueven, qué consecuencias produce y qué nuevos ajustes genera en una sociedad. Mi inquietud por estudiar la percepción del riesgo comenzó en mi desempeño profesional como Trabajadora Social en la autoridad medioambiental de Cali (1996-2001), y en la Secretaría de Salud Pública de esta misma ciudad (2001-2003). En estas instituciones realicé labores asociadas a la gestión de proyectos de educación medioambiental. Esta actividad profesional estuvo acompañada por una reflexión en el ámbito académico2 que me permitió tender un puente entre mi experiencia práctica como funcionaria y las reflexiones teóricas como estudiante de postgrado.

A partir de mis preguntas por los temas medioambientales comencé a revisar diferentes expedientes de casos de contaminación a los que la autoridad medioambiental de Cali había hecho seguimiento. Entre ellos, resultó significativo el caso de una empresa metalúrgica porque sus emisiones con partículas de plomo3 generaron un conflicto con la vecindad que provocó el cierre de la fase productiva de esta fabrica que incluía como materia prima el plomo, después de treinta

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y tres años de funcionamiento en un barrio de la ciudad. Este cierre no tenía precedentes en la historia medioambiental del país. Mi acercamiento al caso comenzó en el año 2002 con la lectura de: informes técnicos, denuncias y recortes de prensa. A partir de esta información identifiqué a los actores claves implicados en el conflicto. Posteriormente, en el año 2003 realicé varias entrevistas individuales y grupales que, junto con la información documental, me permitieron escribir un primer informe del caso. Este primer informe lo entregué a algunos entrevistados con el fin de recibir retroalimentación, lo cual se podría considerar una meta reflexión que me permitió precisar y enriquecer los datos con los comentarios de los entrevistados.

En enero de 2005 inicié el programa de Doctorado en el Departamento de Sociología III de la Universidad Complutense de MadridUCM. Desde el comienzo consideré importante realizar un estudio comparativo con el fin de conocer las diferencias y semejanzas del proceso de construcción de la percepción del riesgo medioambiental y su relación con la acción colectiva en dos empresas relativamente semejantes, pero en contextos diferentes. Colombia y España son países que tienen una base cultural similar, aunque con significativas diferencias económicas, administrativas y de participación política, lo que permitiría identificar puntos de encuentro, de divergencia o de acentuación de algunas esferas de la dinámica social involucradas en la percepción del riesgo medioambiental. Así mismo, reconocer «la unidad de la experiencia humana y al mismo tiempo su diversidad» (Douglas, 1991: 84). En términos más específicos, mi objetivo principal era analizar y comparar, a partir del estudio de casos, los factores culturales, políticos y socioeconómicos vinculados a la construcción social de la percepción del riesgo medioambiental y su relación con la acción colectiva.

A partir de mi investigación en Cali habían surgido dos inquietudes fundamentales. En primer lugar ¿En qué consiste y cómo se construye la percepción del riesgo medioambiental?, en segundo lugar ¿Cuál es la relación entre la percepción del riesgo medioambiental y la acción colectiva? Por otra parte, consideré que, las respuestas a estas dos preguntas con el estudio de casos, me permitiría contrastar algunos supuestos básicos relacionados con la percepción del riesgo medioambiental y la acción colectiva, e identificar semejanzas, diferencias y matices de esa percepción en contextos sociales diferentes. De acuerdo con el estudio de Cali consideraba que la percepción social del riesgo medioambiental era el resultado de procesos

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de interacción y de negociación colectiva respecto a la definición de lo que puede constituir un riesgo. Por otra parte, encontré que la percepción del riesgo medioambiental estaba condicionada por los valores sociales y las condiciones económicas predominantes en un contexto histórico, de tal manera que la percepción variaba con el tiempo, en la medida en que variaban los valores y las condiciones socioeconómicas. Finalmente encontré que para llegar a la acción colectiva se requería que las personas reconocieran el riesgo, pero al mismo tiempo, las movilizaciones resultantes de tal acción colectiva contribuían a la construcción de su percepción del riesgo medioambiental.

Con la asesoría de mi director de la tesis comencé la búsqueda de casos en España que me permitieran realizar un análisis comparado de la percepción del riesgo medioambiental generado por la producción industrial y que, al mismo tiempo, estuvieran caracterizados por la presencia de acciones colectivas motivadas por la percepción de tal riesgo4. El caso de la empresa de producción de celulosa nos pareció interesante al respecto, porque se trataba de un proceso continuo de con taminación por vertidos de lejías5 y por emisiones de sulfuro de

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hidrógeno6 y de dióxido de azufre7. Esta contaminación, de más de cincuenta años de existencia, sólo se tornó visible por la posible generación de nuevos riesgos asociados al proyecto de construcción de una central térmica de ciclo combinado8 en las instalaciones de la empresa. Ese mismo año también realicé varias entrevistas tanto individuales como grupales y además participé de una reunión de la Plataforma Contra las Térmicas. Al igual que en el caso de Cali, a partir de los datos obtenidos de fuentes de información secundarias y de las entre-

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vistas, en 2006 escribí un primer informe de este caso y se lo entregué a algunos entrevistados con el fin de recibir la retroalimentación respectiva. Posteriormente, realicé una segunda fase de acercamiento a la información empírica de ambos casos. En el caso de Cali entre los meses de diciembre de 2006 y enero de 2007, realicé nuevas entrevistas tanto individuales como grupales, teniendo como referencia la información y los datos previamente obtenidos. También en Torrelavega realicé este mismo trabajo en septiembre de 2007.

Desde el punto de vista teórico decidí estudiar la percepción del riesgo medioambiental siguiendo una perspectiva constructivista. En esta perspectiva se considera que la realidad social es producto de acuerdos colectivos; se trata de definiciones que no son estáticas, que tienen mutaciones que se expresan en la opinión pública y que dan cuenta de los intereses que priorizan los actores sociales. En este sentido, es necesario estudiar el contexto histórico, cultural e institucional en el que se desarrolla la construcción social de la realidad. Siguiendo a Gusfield (1981 y 1996), para que un determinado evento llegue a ser considerado como un problema socialmente relevante, como ocurre con los riesgos medioambientales, es necesario que actores colectivos, a través de categorías, formas de relación y de percepción, lo definan como tal. En otras palabras, el riesgo es producto de las relaciones que dan cuenta de su origen, de su reconocimiento y de las medidas para controlarlo. De allí que su percepción y aceptación varíe en el tiempo como consecuencia de nuevos acuerdos y de nuevas formas de definir la realidad (Douglas, 1996a; Laraña 2001 y 2002). Esas variaciones se pueden ilustrar con el cambio en la forma como los actores sociales valoran a la industria. Es decir, cuando algunos colectivos han pasado de considerar a las industrias como las máximas exponentes del desarrollo económico y del bienestar de la población a evaluarlas como fuente de riesgos para el medio ambiente y para la salud de las personas.

El abordaje teórico de este trabajo se inscribe en la tendencia que Deborah Lupton denomina constructivismo débil, según la cual «el riesgo es una amenaza o peligro objetivo, pero su conocimiento está inevitablemente mediado por procesos sociales y culturales. Por lo tanto su realidad, en cuanto riesgo no se puede aislar de estos procesos» (1999a: 35). El constructivismo débil es el punto intermedio entre la posición realista, que considera que el riesgo solo existe si puede ser medido utilizando procedimientos científicos, y el constructivismo fuerte, que formula a su vez que el riesgo solo existe como producto

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de las construcciones socioculturales. De acuerdo con lo anterior, este trabajo se guía por los tres autores más representativos del constructivismo débil: Ulrich Beck, Anthony Giddens y Mary Douglas. La perspectiva de Beck y de Giddens se sintetiza en la teoría de la sociedad del riesgo, mientras que la perspectiva de Douglas recoge sus reflexiones neodurkhemianas sobre: los...

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