Introducción

AutorAngel Iglesias Alonso, Javier R. Arriola

INTRODUCCIÓN

Este trabajo tiene un doble objetivo. En primer lugar resituar la aplicabilidad de las teorías del caos, cuyo origen está en lasa ciencias naturales, como instrumento metodológico para el estudio de las Administraciones Públicas. En segundo lugar se pretende analizar, desde la perspectiva de los conceptos derivados de estas teorías, el planteamiento estratégico de las Organizaciones Públicas, es decir, la aplicación de los métodos de las teorías del caos a las predicciones a largo plazo con objeto de proponer un modelo formalizado de los procesos que expliquen la dinámica y estructura de los sistemas administrativos y su adecuación a la complejidad externa y a los cambios internos; tratando de identificar los aportes que de ellos se puedan derivar y buscando una nueva línea de reflexión sobre el futuro de dichas organizaciones, teniendo a la estrategia como centro atractor en la evolución de las mismas.

La metodología utilizada se ha centrado en la revisión de la bibliografía básica y especializada para determinar las aportaciones teóricas que nos permitieran abordar la problemática en cuestión, tanto para la descripción y exploración del entorno del objeto bajo observación (Organizaciones Públicas), como también, para establecer los elementos que conforman y determinan la concepción estratégica.

La motivación del tema de este libro, se basa en la importancia que reviste el planteamiento estratégico para cualquier organización, ya que la realidad actual se presenta caracterizada por un alto grado de incertidumbre. Ante ésta situación, la teoría del caos en su forma de interpretar la realidad, propone nuevos conceptos. No se trata de considerar todos los aspectos de la teoría del caos; el objetivo es analizar la viabilidad de la aplicación de algunos conceptos de esta teoría a una de las actividades de las organizaciones públicas cual es la planificación a largo plazo de la acción administrativa. No cabe duda que, según el análisis que hagamos de la realidad en la que se deben desenvolver las organizaciones públicas, éste afectará al planteamiento estratégico de las mismas, dado que es a partir de la interrelación entre el entorno y la organización dónde las estrategias comienzan a gestarse.

En los países avanzados las organizaciones públicas que surgen al amparo del Estado-nación se van complejizando a medida que se incrementan sus tareas. En la actualidad, el entorno de las organizaciones públicas se identifica por su carácter complejo, turbulento, incierto, caótico e imprevisible, asemejándose a un sistema en equilibrio inestable que en su funcionamiento se convierte en un proceso dinámico. Estos caracteres son mencionados en cada exposición de motivos o justificación de las actividades y/o acciones que deben llevar a cabo las organizaciones públicas, pero en la mayoría de los casos se expresa por parte de las Administraciones como observador externo de ese contexto, tomándolos como dados, sin considerar particularmente su contribución a esa complejidad. Este aspecto, pone de manifiesto una relación de la organización con su entorno que puede caracterizarse en muchos casos como conflictiva, dado que se le reprocha a ésta no comprender las verdaderas necesidades del mismo. Esta situación puede ejemplificarse en la incomprensión que sienten los ciudadanos ante sus necesidades y, muchas veces ante las soluciones que se les brindan.

Por otra parte, las Organizaciones Públicas reciben no sólo cada vez más demandas de los ciudadanos, sino que en muchos casos éstas son contradictorias. Esta característica muestra el clima paradójico en el que normalmente la Administración debe gestionar. Si a ello le sumamos, una constante búsqueda de reducción y austeridad en el gasto público además de la creciente exigencia respecto a una prestación de servicios de calidad, la situación se complica aún más.

Las particularidades descritas se enmarcan en un contexto dónde se detectan rasgos que, podríamos decir, son comunes en las sociedades avanzadas. Distintos autores hacen referencia a ello, como por ejemplo Hervé Sérieyx (1994:10): “La revolución de la información, la mundialización de las economías, la multiplicación de hechos desestabilizadores de certezas y narrativas generales, el derrumbamiento de las grandes ideologías, la aparición de la “sociedad CNN”, que nos transforma en una inmensa población planetaria y muchísimas conmociones más han trastocado las reglas del juego y vuelto bruscamente inadecuadas las organizaciones de ayer”. Sin embargo, cabe destacar que existen sociedades muy alejadas de la dinámica propia de los países desarrollados, pero lo que no puede negarse es que las mismas sufren directa o indirectamente los efectos de lo que hoy denominamos globalización(1).

En este marco, el Estado contemporáneo, tanto en las sociedades postindustriales como en los denominados países emergentes, es puesto en evidencia en los denominados fallos de lo público, por lo que sobre él recaen presiones para un ejercicio de mayor responsabilidad, dónde las preferencias sociales sean establecidas teniendo en cuenta un orden de prioridades, dada la necesidad de gestionar los recursos escasos. Esta situación se refleja en la crisis del Estado de Bienestar, dónde el nuevo Estado se encuentra ante la tensión de hacer y no hacer y además, con la necesidad de sus instituciones administrativas de buscar mecanismos para relegitimar la acción...

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