Internet y la lucha por su regulación jurídica

AutorMoisés Barrio Andrés
Cargo del AutorLetrado del Consejo de Estado
Páginas21-36

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Introducción

Desde sus modestos comienzos como un proyecto de investigación patrocinado por la Administración pública norteamericana —en concreto, como se ha adelantado en el prólogo de esta obra, por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados ([D]ARPA) del Departamento de Defensa de los Estados Unidos—, Internet se ha convertido en una infraestructura global de comunicaciones cableada e inalámbrica que conecta ya a más de 3.000 millones de personas y dispositivos juntos1.

Además, la Red ha integrado prácticamente en su seno todas las tecnologías de la comunicación que se han inventado. Las publicaciones, las fotografías, las películas, la televisión, la radio, las aplicaciones interactivas, los juegos multijugador, el correo electrónico, los electrodomésticos o los datos de sensores del Internet de las Cosas (IoT), entre muchos otros, se transmiten a través de Internet. Su capacidad y la de su aplicación más conocida, la World Wide Web2, para facilitar el intercambio de información y las interacciones de grupos a gran escala dispersos geográficamente hace que sea algo único en la historia.

O, en fin, Internet permite la comunicación estable entre usuarios del ciberespacio hasta constituir un complejo de relaciones, unidas o no a proyectos co-

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munes, dando lugar a lo que, con expresión exacta, Rheingold3bautizó en 1993 con el nombre de «comunidades virtuales», que también han propiciado la revitalización del debate público, así como la democracia.

Por todo ello, Internet es un elemento estructural de la «Sociedad de la Información» y de la «economía digital», ya que facilita los más variados servicios electrónicos interactivos y la comunicación de todo tipo de informaciones (texto, imágenes, sonido, vídeo...). El aspecto principal de este fenómeno ha sido la capacidad de distribuir información y conocimiento, globalmente y a gran velocidad.

Además, la popularización de la Red a escala universal ha permitido la creación del «ciberespacio virtual», tal y como lo concibiera el autor que acuñó tal término, William Gibson4, al haberse configurado de forma paralela al mundo físico un espacio comunicativo e interactivo que, especialmente en la última década del siglo, ha trocado las relaciones económicas, políticas, sociales y personales.

En el plano técnico, Internet constituye un entramado mundial de redes heterogéneas conectadas entre sí que forman una red lógica de alcance universal, de un modo que hace posible la comunicación instantánea desde cualquier dispositivo conectado a una de esas redes con otros situados en las demás redes del conjunto. A tal fin los equipos emplean un mismo «lenguaje», la familia de protocolos TCP/IP.

En otras palabras, Internet se compone de elementos de hardware y software que crean una red de interconexión de billones de dispositivos que tiene capacidad de difusión en todo el mundo. Es la «Red de redes» que enlaza las redes de ordenadores de todo el globo, permitiendo la navegación, el envío de correos electrónicos… y, en definitiva, la interacción entre personas físicas y jurídicas de todo el planeta.

Igualmente, la Red está inmersa en un proceso permanente de cambio e innovación, ahora espoleado por las tecnologías del big data, el cloud computing y el Internet de las Cosas (IoT). Cada nuevo estándar o aplicación crea el potencial para la interoperabilidad entre componentes preexistentes, así como una plataforma para la innovación. Este rasgo permite la invención, casi ilimitada, de aplicaciones y servicios.

En efecto, si Internet fuera la red de suministro eléctrico, las flamantes aplicaciones y plataformas serían el equivalente a los nuevos aparatos eléctricos. A

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la red eléctrica no le importa qué dispositivos le son conectados, basta que cumplan algunos estándares sencillos. De la misma manera, Internet se ha configurado como una red abierta, por lo que no le preocupa (ni sabe) qué información digital contienen los paquetes de datos que transporta, y esto es así por diseño seminal.

Especialmente importante en su gestación fue la intervención pública a través del indicado Departamento de Defensa norteamericano (DoD), que durante décadas financió una investigación básica y una red experimental, ARPANET, sobre cuyos experimentos se acabó incubando la red NSFNET y, por último, la vigente Internet. Así, el papel del Estado está en la semilla de la Red, no solo en Estados Unidos, sino también en Europa y en España como tendremos ocasión de exponer a lo largo de estas páginas.

Sobre estas coordenadas, la primera tarea de esta obra es abordar el concepto de Internet, a lo cual destinamos el próximo epígrafe.

Concepto, naturaleza y caracteres de internet

Concepto

La palabra «internet» es el resultado de la unión de dos términos: inter, que hace referencia a enlace o conexión, y net (network en inglés), red, y significa interconexión de redes. Es decir, «internet» (con minúscula de nombre común) no es otra cosa que una conexión integrada de redes de ordenadores, o un conjunto de redes interconectadas. Según esta definición, es posible la existencia de muchas «internets» (es decir, redes que interconectan otras redes). Sin embargo, cuando nos referimos a «Internet» (con mayúsculas de nombre propio) nos estamos refiriendo a una «internet» muy concreta y especial, que no puede ser descrita únicamente atendiendo a una perspectiva tecnológica, aunque esta dimensión es el punto de partida.

Como primera aproximación, debe notarse que hay un gran número de definiciones técnicas sobre Internet. Por ejemplo, desde este plano cabe definirla como:

La capacidad de comunicación de datos global realizada por la interconexión de las redes de telecomunicaciones públicas y privadas usando protocolos TCP/IP y otros protocolos necesarios para implementar la interconexión IP a escala global, como son los protocolos de enrutamiento, de DNS y de paquetes

.

En términos generales, Internet puede ser sustantivada como un inmenso conglomerado de redes de ordenadores que se encuentran interconectadas entre sí, mediante un mismo lenguaje de comunicaciones (el meritado protocolo

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TCP/IP), dando lugar a la mayor red de ámbito universal. Por ello, a Internet se le conoce como la «Red de redes», y consiste en millones de redes públicas, privadas, académicas, empresariales y gubernamentales que están enlazadas a través de enlaces de fibra óptica, satelitales, inalámbricos y de otras tecnologías de transmisión de datos.

La característica primordial de Internet es la de ser un sistema universal de comunicaciones capaz de acomodar la más absoluta diversidad tecnológica, permitiendo que equipos y dispositivos de cualquier índole, de todo tipo de fabricantes (por ejemplo, ordenadores con distintas versiones de Windows, MacOS, Linux, ordenadores portátiles, smartphones, sensores, electrodomésticos, máquinas, sistemas de protección contra intrusión, incendio o atraco, coches…), puedan comunicarse entre sí de forma transparente, mediante el empleo de cualquier modalidad de tecnologías y medios de transmisión.

Probablemente una de las definiciones más ortodoxas y extendidas de Internet sea la descripción ofrecida en la Sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos Reno v. American Civil Liberties Union, de 26 de junio de 19975, que conceptúa a Internet como:

An international network of interconnected computers that enables millions of people to communicate with one another in “cyberspace” and to access vast amounts of information from around the world

.

Nosotros, en nuestros Fundamentos del Derecho de Internet6 hemos definido Internet del modo siguiente:

Una Red mundial descentralizada, formada por la conexión directa entre ordenadores y demás dispositivos mediante un protocolo especial de comunicación, el TCP/IP, con el propósito de que los usuarios puedan comunicarse en el “ciberespacio” y acceder a grandes cantidades de información de todo el mundo

.

Lo cierto es que esta aproximación tecnológica no está exenta de problemas. En nuestra doctrina los advirtió pioneramente Muñoz Machado7, quien destaca que lo que conocemos como Internet ni siquiera lo es en sentido físico, y constituye un mero compositum donde se integran redes tradicionales (el par de cobre telefónico), fibra óptica, cables submarinos, conexiones de satélite o radioeléctricas y hasta el cable sin hilos (el Local Microwawe Distribution System, LMDS —Sistema Local de Distribución por Microondas—, y el Wireless

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local loop, WLL —bucle de abonado sin cable—). A esta enumeración de tecnologías cabría añadir las nuevas conexiones inalámbricas (wi-fi, wimax) y la tecnología Power Line Communications (PLC —comunicaciones mediante cable eléctrico—), que se sirve de los cables eléctricos para también transmitir datos. Y a la dificultad de integrar distintas tipologías de redes se añade la legal, pues algunos de estos bloques tienen regulaciones estatales y también supraestatales diferenciadas.

Sin perjuicio de ello, no es posible ignorar el componente tecnológico de Internet, pues constituye sin ambages el motor de la Red. Precisamente por este motivo, algunos autores hablan de los tres estratos o capas de Internet. Efectivamente, Benkler8y Lessig9en los Estados Unidos y Casanovas Romeu10y García Mexía11en España distinguen:

  1. Por un lado, el estrato físico de Internet, conformado por la propia red; es decir, ese complejo entramado físico de conexiones de toda índole al que acabamos de hacer referencia.

  2. Un segundo estrato, el elemento más característico de Internet, el estrato lógico, plasmado en la propia arquitectura, interfaz, o «código», es decir, la conexión física y funcional entre dispositivos y redes, que es hecha posible por el software, los estándares técnicos y los protocolos de comunicación específicamente diseñados para ello.

  3. A este habría de...

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