Un interesante ciclo de conferencias sobre La propiedad y la distribución de la tierra en España

AutorFrancisco Corral Dueñas
CargoRegistrador de la Propiedad
Páginas777-808

La Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y la Asociación Española de Economía y Sociología Agrarias, en colaboración con una revista profesional, han organizado estas conferencias con el acierto de elegir para desarrollarlas a personas que podríamos clasificar en tres grupos: teóricos, representados por profesores universitarios; técnicos, ingenieros que han intervenido personalmente en las actuaciones agrarias de los últimos años, y, por último, los investigadores e historiadores que han reflejado el entorno social y político de España en los tiempos azarosos en que la cuestión se ha centrado.

Pocas dudas hay de que si el campo es atrayente en general, lo es muchísimo más para quienes de modo normal ejercemos nuestra profesión en ámbitos directamente relacionados con la tierra y sus problemas. Parece que toda información sobre el tema puede ser particularmente interesante en las épocas de transición o cambio, propicias de suyo para que aparezcan oportunismos y demagogias; pero para nosotros la problemática jurídica y social del agrarismo no puede ni debe ser un Guadiana que aparece o se oculta según las circunstancias. El campo está ahí, es nuestra vida cotidiana, y el Registro ha de cumplir en todo momento su doble función de seguridad jurídica y de amparo de las realizaciones sociales.

Por eso, hemos querido traer aquí un resumen de estas conferencias, celebradas a lo largo de la primavera en un Colegio Mayor Universitario de Madrid, con gran asistencia, por cierto, tratando de plasmar un trasunto lo más fiel posible de las opiniones expuestas. Unas veces estamos de acuerdo, otras no tanto y algunas hemos disentido rotundamente. Pero cada cual tiene su opinión y es cuestión de criterios.

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14 de febrero -Luis García de Oteyza, Presidente de la Asociación Española de Economía y Sociología Agrarias

El presentar el ciclo concreta que el tema de las conferencias es la llamada reforma agraria, situando la cuestión en el momento de transición política por el que España atraviesa y tratando de hacer una síntesis histórica de este fenómeno en los diversos países.

Comienza afirmando que las reformas agrarias tienen normalmente un contorno de vida agitada y que aparecen desde hace unos sesenta años, concretamente desde 1917, como consecuencia inmediata de guerras o revoluciones.

Sin embargo, pese a este denominador común, pueden distinguirse dos coordenadas diferentes en los países americanos y en los europeos, los cuales corresponden a diversas necesidades y, además, no coinciden en el tiempo.

En América, aunque el primer eslabón se produce, al igual que en Rusia, en 1917, con la revolución mejicana, al grito de «tierra y libertad», puede decirse que la reforma fue intensa al principio, pero ha resultado incompleta. La Constitución de Querétaro, en su célebre artículo 27, sentó que se podrán imponer a la propiedad las obligaciones que demande el interés público, pero la verdad es que posteriormente esta reforma agraria mejicana se ha ido diluyendo.

Según García de Oteyza, hasta 1950 no vuelven a aparecer intentos reformistas en Iberoamérica con poco éxito. El verdadero catalizador es la revolución cubana de Fidel Castro, que promueve una tendencia general reformista a partir de 1960 extendida por toda América del Sur. Se pueden citar: en 1960, Venezuela; en 1961, Colombia; en 1962, República Dominicana, Costa Rica, Guatemala y Chile; en 1963, Panamá, Paraguay, Nicaragua y Honduras; en 1964, Perú y Brasil; en 1969, El Salvador, y en 1973, Ecuador. Se celebra la conferencia de Punta del Este y los Estados Unidos tienen que rectificar su política exterior respecto a los demás países americanos.

Las tendencias actuales en América enfocan el fenómeno de la reforma agraria entendiendo que se refiere no sólo a la propiedad, sino a los medios de cultivo, asistencia técnica, créditos asequibles, política de mantenimiento de precios y otras acciones. Debe señalarse también que a veces las reformas se promueven por los propios latifundistas y compañías multinacionales, que ceden en lo menos para conservar lo más. Con eso se pretende, gráficamente, que «cambie algo para que todo pueda seguir igual».

En Europa, aunque quizá suelen coincidir con revoluciones o guerras, a veces las reformas agrarias nacen también por procedimientos de-Page 779mocráticos y no violentos. Así, en los Balcanes, por los años 1918-1920, se trata de crear una especie de cinturón sanitario frente a la revolución soviética mediante reformas de tipo populista que consisten en simples redistribuciones de tierra con fines más sociales que económicos, influyendo también el deseo de pagar de algún modo a los ex combatientes sus sacrificios en la pasada guerra.

En Italia surge un movimiento parecido, cuyas tendencias se modifican sustancialmente con la llegada del fascismo; a partir de 1923 se mira más a la «bonifica» de la tierra, a su transformación y mejora, con el fin de distribuirle posteriormente. En España, es sabido, y lo veremos más ampliamente después, la Segunda República intenta también una reforma agraria.

Después de la segunda guerra mundial se implanta el marxismo en los países tras el telón de acero, produciéndose fenómenos de colectivización en diversos grados.

En los restantes países europeos se intenta compatibilizar las tendencias sociales con el respeto a la iniciativa individual y así podemos señalar nuevas distribuciones de tierra en Italia, mientras que en otras partes se tratan de recomponer pequeñas explotaciones por medio de la concentración y fomentando y protegiendo el cooperativismo.

Portugal, a raíz de la revolución de 1974, representa una trayectoria de dudas y vacilaciones. Primero se producen las ocupaciones violentas por los campesinos proletarios, habiéndose reconsiderado estas actitudes con las Leyes Barreto de Reforma Agraria y la de Expropiación, ambas de 1977. Se ha llegado a decir que allí los campesinos hacen la reforma agraria y los técnicos se limitan a ir detrás.

Para evitar esto último, concluye García de Oteyza, los técnicos debemos anticiparnos y una forma es estudiar a fondo este proceso reformador. Es el objeto que se pretende con estas conferencias.

El proceso de la desamortización de la tierra en España, por Francisco Tomás Valiente, Catedrático de Historia del Derecho de la Universidad de Salamanca.

El problema de la desamortización hay que situarlo en plena revolución burguesa y en el entorno social existente a principios del siglo XIX, empieza el conferenciante.

Hay dos principales escalones: la desamortización de los bienes eclesiásticos de Mendizábal en 1836 y la de los bienes municipales llevada a cabo por Madoz en 1885. Pero a pesar de sus intermitencias y aparecer Page 780 ambas facetas como diversificadas, fue realmente un proceso unitario que muestra en conjunto una clara coherencia y unidad de sentido. La finalidad que se persiguió con la desamortización fue doble:

a) La recaudatoria o fiscal. La Hacienda Pública en aquella época se encontraba escuálida a causa de los cuantiosos gastos que originaron las guerras carlistas. Estaba agobiada por la Deuda Pública y era preciso y urgente ingresar fondos en las arcas del Estado.

b) La estrictamente política, que pretende convertir la propiedad sujeta a manos muertas y con carácter vinculado en propiedad plena, individual y de libre mercado. Supone el tercer pie, con la Ley de 1811, que abolió los señoríos, y la de 1820, desvinculando los mayorazgos, para el trípode ordenador de la propiedad según la concepción liberal.

La compra se verificó no sólo con dinero, sino también mediante compensación, pues el Estado admitía lógicamente títulos de su propia Deuda Pública. En cualquier caso, moneda o títulos, los compradores habían de tener posibilidades; para acudir a la adquisición de los bienes, los licitantes habían de ser ricos.

Según Tomás Valiente, podrían distinguirse hasta cinco clases o tipos de compradores en la desamortización:

  1. Los especuladores o ambiciosos clásicos, que trataron de acaparar cuantas tierras se podían poner al alcance de sus posibilidades.

  2. Los típicamente burgueses (comerciantes, industriales, funcionarios), que encontraron un medio de invertir ventajosamente sus ahorros en estas compras.

  3. Los propietarios rurales acomodados o de tipo medio, que deseosos de aumentar la base de sus explotaciones adquirieron algunas pequeñas fincas.

  4. Los nobles, que en este aspecto se aburguesaban en cuanto que hicieron también las compras que más convenían a sus intereses.

  5. Por fin, el grupo escasísimo y casi vacío de los campesinos no propietarios, ya que éstos, a quienes socialmente debían haber ido las tierras, carecían de medios para adquirirlas.

Los...

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