Turismo y agricultura intensiva en la Marina Baixa tensiones jurídico-ambientales en zonas de alto impacto turístico
Autor | Campagne-López-Hernández-Llopis |
Por Daniel M. Campagne*, M.ª Teresa Cantó López**, María Hernández Hernández***, Juan Peña Llopis****
Los últimos 25 años han marcado un desarrollo fuerte para la Marina Baja de la Comunidad Valenciana y especialmente para los municipios de Benidorm, Finestrat, Villajoyosa, Altea, Alfaz del Pí, La Nucía, Polop y Callosa de Ensarriá. La parte más destacable de este desarrollo es el crecimiento explosivo del turismo, tanto de la variante vacacional como de la residencial. Sin embargo, también la agricultura y especialmente el cultivo del níspero japonés ha vivido una época de expansión notable. Esta expansión ha sido impulsada por una creciente demanda en los años 80 y 90, sobre todo desde el extranjero, y por la modernización y ampliación del cultivo gracias a las nuevas técnicas. Con el riego localizado de baja presión, los cultivos han podido extenderse hasta zonas más altas y monte bajo, tierras anteriormente cubiertas de pinares y sin valor para los cultivos tradicionales, aunque con un valor paisajístico y ambiental elevado. Entre las medidas para incrementar la producción y la calidad de la cosecha está el uso de invernaderos de malla, unas estructuras metálicas cubiertas de telas blancas que protegen contra la acción dañina del viento.
La población transeúnte y residente de la zona está en fuerte crecimiento, y la próxima urbanización de al menos 25 millones de metros cuadrados de suelo recientemente recalificadas para la construcción de viviendas y actuaciones comerciales, agravan cierta tensión que se está perfilando entre el turismo y la agricultura intensiva. Una de las bases de esta tensión se halla en el deterioro paisajístico a causa de la construcción descontrolada de invernaderos de malla. Los efectos colaterales del conflicto son de carácter ecológico, económico, social y jurídico, pero esencialmente resultan de un «dilema de cohabitación», que comentamos en otro informe1, dilema originado por una falta de previsión y, sobre todo, una falta de voluntad de actuación por parte de las administraciones locales y provinciales. Es manifiesta la necesidad de un plan de acción territorial que precise las vías preferidas de desarrollo económico, plan con el que los ayuntamientos y las administraciones, con responsabilidad en el tema, tengan uniformidad de criterio. Si no se regulan estos efectos, será dudoso que ambos usos puedan coexistir sin que el uno dañe los intereses del otro. Si no se establecen parámetros unificados para toda la zona, será improbable que ambos usos puedan evolucionar sin que los daños recíprocos mermen el desarrollo de la comarca de forma irrevocable.
En la Marina Baja el método de riego se está cambiando paulatinamente desde el riego por inundación a sistemas de riego por goteo. En fruticultura, especialmente en el cultivo del níspero, se combina de forma creciente con la construcción de invernaderos de malla de tejidos sintéticos con la que se pretende conseguir una menor pérdida de humedad y una protección del viento, además de un mejor control de las plagas. Estos invernaderos tienen una altura considerable de entre 5 y 6 metros, para poder albergar los árboles adultos. El tejido es de un color blanco brillante.
Existen mallas de color verde, negro o incluso de tipo camuflaje, pero apenas se utilizan. En las zonas de cultivo de níspero, los invernaderos suelen ocupar parcelas o fincas enteras, de linde a linde, sin apenas retranqueos.
El cultivo de níspero en la Marina Baja ocupa unas 1.400 hectáreas, de las que entre un 15 y un 20 % actualmente están cubiertas de invernaderos de malla, cuya presencia se hace notable desde hace apenas veinte años (véanse Mapa 1). Los últimos años muestran un cierto estancamiento de los beneficios del cultivo debido al coste y la escasez de la mano de obra.
La producción anual de níspero es de unas 22.000 toneladas2. Calculado sobre los precios de 2002, relativamente altos, esta producción supone un valor de mercado de unos 30 millones de euros. Se estima que la colocación de invernaderos de malla incrementa la producción hasta un 20 %, además de mejorar la calidad. En resumen, la utilización generalizada de invernaderos de malla para el cultivo del níspero supondría un valor añadido máximo de unos 6 millones de euros anuales, aunque actualmente no llega al millón de euros.
En la Marina Baja los invernaderos cubren sólo una sexta parte de los cultivos de níspero. Es de esperar que, en vista del incremento en producción y calidad atribuido a los invernaderos de malla, combinado con el efecto impulsor de las subvenciones disponibles para la financiación de los mismos, se tenderá a construir invernaderos en todas las zonas mínimamente aptas para el cultivo del níspero, con lo cual es previsible un aumento a medio plazo de hasta un 600 % de la superficie «plastificada» en el corazón de la Marina Baja, en mayor medida en los municipios de Callosa de Ensarriá, Polop, La Nucía y Altea.
Históricamente la Marina Baja ha sido lugar de turismo de sol y playa. Benidorm es ejemplo de una concentración masiva de veraneo familiar. Es uno de los primeros destinos turísticos españoles, con un alto coeficiente de ocupación media y un crecimiento continuado, aunque modesto, en rendimiento económico.
Asimismo, se está produciendo un crecimiento más acusado en el turismo residencial que se orienta no tanto sobre Benidorm y la playa, como sobre los municipios colindantes y su entorno verde, que han experimentando una expansión urbanística, especialmente notable en los últimos diez años. Véase gráfico 1.
A diferencia del turista con preferencia por Benidorm con sus edificios altos y ambiente de ciudad, el comprador extranjero, o de fuera de la Comunidad Valenciana, de una vivienda en Altea, Finestrat, La Nucía o Alfaz del Pí, en creciente medida prefiere un lugar más verde, con más espacio y una calidad de vida menos urbana. Dichos municipios manifiestan querer atraer un «turismo de más calidad», con lo cual expresan su preferencia por el turismo residencial o semiresidencial que aporta de forma significativa a la economía local tanto en cuanto a la actividad constructora como en cuanto a servicios, además de aumentar el padrón fiscal.
En este concepto, el entorno natural cobra una importancia primordial en la decisión de compra. Las vistas de estas zonas más interiores no buscan sólo el mar, como en Benidorm, sino incluyen el campo, los tossales, las lomas y las montañas. En estas vistas se interponen, de forma creciente, los plásticos resplandecientes de los invernaderos.
En algunos términos como en Altea - municipio que se declara comprometido con el turismo residencial de alta calidad - salta a la vista la tensión entre las vistas «naturales» que precisan las urbanizaciones de calidad, y las grandes manchas en los espacios verdes resultado del tejido blanco de los invernaderos.
[ NO INCLUYE GRAFICO ]
Esta merma de la imagen natural del lugar disminuye el atractivo paisajístico de la zona y no puede sino afectar negativamente al desarrollo urbanístico.
El paisaje es un concepto complejo, resultado de la combinación de aspectos diversos como son los naturales, los históricos, los funcionales y los visuales (Carta del Paisaje Mediterráneo, 1993, pág. 333), pero adquiere también valor simbólico y subjetivo al ser considerado reflejo de la herencia cultural de un pueblo, de su identidad y resultado de unas prácticas históricas ejercidas por un grupo humano sobre el territorio, como se ejemplifica en la comarca de la Marina Baja (Alicante), donde la intrincada orografía obligó a sus habitantes a la ordenación de las laderas montañosas mediante su aterrazamiento. Esta práctica permitió la creación de superficies llanas (bancales), que permitieron poner en cultivo unos terrazgos de escasa aptitud agrícola.
El paisaje en áreas de dilatada ocupación humana es el resultado formal de la interacción de las estructuras físico-ecológica y socioeconómica, es decir, es consecuencia simultánea de un proceso y una estructura geológica, del modelado que en la misma realizan los elementos del clima, de la ocupación biológica de un soporte físico o de las relaciones entre diversos flujos energéticos, entre otras causalidades naturales, y de los procesos de puesta en valor por los grupos que se asientan en él (Zoido, 2002). Entendida esta correlación en una doble vertiente, por un lado, las interacciones complejas, dinámicas y cambiantes fruto de los procesos sociales y económicos que conforman el territorio y, por otra, las representaciones e imágenes que esa sociedad tiene de su territorio, es decir, las valoraciones sociales y culturales de su entorno. Su...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba