Inteligencia y desarrollo moral del niño delincuente: Consideraciones psicológicas y jurídicas

AutorAntonio Andrés Pueyo; Mónica Antequera Fariña
Cargo del AutorGrupo de Estudios Avanzados en Violencia; Facultad de Psicología Universidad de Barcelona
Páginas55-93

Page 55

Grupo de Estudios Avanzados en Violencia; Facultad de Psicología Universidad de Barcelona

1. Presentación

La intensa preocupación que la sociedad actual tiene por la conducta antisocial infantil y juvenil, más conocida como delincuencia juvenil, es un fenómeno propio del siglo XX, ya que ha sido durante éste siglo cuando los niños y los adolescentes12 han entrado a formar parte, plenamente de la estructura social. El progresivo reconocimiento de los deberes y derechos de los niños ha condicionado los cambios socio-jurídicos y normativos que tenían como objetivo valorar la conducta antisocial de los menores, término genérico y propio del ámbito jurídico que agrupa a niños, adolescentes y jóvenes menores de 18 años. La incorporación completa de estos nuevos sujetos a la sociedad ha sido, como muchos otros importantes cambios sociales, motivo de nuevas regulaciones para atender a sus necesidades y sus peculiaridades entre las que destacan todo lo referente a la conducta antisocial y/o delictiva por ellos protagonizada. Uno de los cambios más relevantes, con el paso de los años, ha sido la desaparición de la denominación de «niño delincuente» que ha sido sustituido por la denominación genérica de «niños con conductas antisociales» (Rutter et al, 2000).

A partir de la mitad del siglo XIX y especialmente a principios del siglo XX, los Estados empezaron a ocuparse de la delincuencia infantil y juvenil. Desde entonces hasta hoy se han sucedido cambios en las normas, leyes y otras actuaciones para eliminar estas conductas que, por lo general, despiertan una gran inquietud colectiva. Junto con las intervenciones sociales, jurídicas y asistenciales que pretendían reducir la conducta delictiva de los jóvenes, surgieron muchas preguntas acerca de los porqués de estas conductas y, sobre todo en el caso de la delincuencia infantil, acerca de la continuidad de las mismas en el futuro adulto de aquellos desdichados y precoces infractores. Para encontrar respuestas a estas preguntas se han ofrecido muchas Page 56 reflexiones profesionales desde distintas disciplinas entre las que destaca la Psicología. La Psicología ha estado muy presente, desde muy pronto, en el desarrollo histórico del tratamiento jurídico de la delincuencia infantil. Hay muchas razones que justifican esta afirmación y queremos destacar una que puede parecer circunstancial pero no lo es. Nos referimos a la simultaneidad histórica entre el desarrollo de la psicología y la justicia juvenil. De hecho la psicología como disciplina científica es coetánea al surgimiento y desarrollo de las legislaciones propias de la justicia juvenil, la Psicología también surgió a mediados-finales del siglo XIX y ha mostrado un desarrollo vigoroso a lo largo del siglo XX. Esta circunstancia explica muchos de los cambios en las teorías y modelos explicativos que la psicología ha propuesto para comprender el fenómeno de la conducta antisocial infantil y juvenil.

En este trabajo nos vamos a ocupar de presentar las diferentes respuestas que la Psicología, a lo largo de este siglo, ha ofrecido para responder a una pregunta esencial: ¿Qué caracteriza psicológicamente a un niño delincuente? Para ello aprovecharemos una doble circunstancia y que a su vez es el leitmotiv de que este trabajo se incluya en el libro de homenaje al Dr. Alfonso Serrano y al cual muy gustosos nos adherimos.

La doble circunstancia tiene que ver con la publicación de un estudio psicológico, editado en 1946, por el Dr. J. J. Piquer (1911-1985) sobre la «mentalidad del niño delincuente». Este pedagogo se intereso por analizar empíricamente las características mentales del niño delincuente en la España de los años 40, apenas finalizada la Guerra Civil. Realizó este estudio siguiendo los procedimientos y métodos científicos pertinentes de la Psicología de la época, pero en un contexto socio-ideológico nada propicio para este tipo de estudios. La segunda cuestión, más personal, es que fue el propio Dr. Alfonso Serrano quien conociendo la realización del estudio y la existencia del informe publicado, nos facilito una copia del mismo, que más adelante resumiremos y analizaremos retrospectivamente. Aprovecharemos el análisis de este informe para presentar los cambios que las explicaciones de la delincuencia infantil y juvenil han tenido en los últimos 60 años.

2. De la delincuencia infantil a la delincuencia juvenil: una reflexión histórica de la explicación del fenómeno

A nuestro parecer la conducta antisocial, como la mayoría de fenómenos sociales de los que forma parte, es un hecho natural y normal. Con esto queremos decir que, si bien es cierto que la conducta antisocial esta causada por la acción humana, esta realidad no es incompatible con los dos calificativos que le hemos asignado, natural y normal. Es natural porque responde a múltiples causas propias de la naturaleza de los humanos y de la sociedad en que vivimos y, además, es normal porque si atendemos a la evidencia epidemiológica sabemos que en todos los momentos históricos y en todos los grupos humanos han existido y existen comportamientos que vulneran las normas de convivencia social y que merecen aquel calificativo. Por tanto, entendemos que los niños, los adolescentes y los jóvenes en cuanto que personas, se pueden comportar de forma antisocial al igual que los adultos y los ancianos. Probablemente las causas son las mismas, con Page 57 alguna salvedad, para todos los individuos humanos: imprudencia, necesidad, ira, etc.., aunque al referirnos a los menores podemos añadir algunas específicas de su etapa de desarrollo como su inexperiencia social, la sugestión, etc.

Si en vez de conductas antisociales hablamos de delitos (y de faltas), las cosas cambian. Probablemente el delito es un fenómeno social de marcada naturaleza cultural y, por tanto, regulado por otras reglas añadidas a las que condicionan la conducta antisocial. En este sentido la existencia o no de delincuencia infantil o juvenil está delimitada por la realidad normativa, jurídica y cultural vigente en cada momento histórico. En este apartado vamos a presentar el cambio acontecido a lo largo del siglo XX que muestra la desaparición de la categoría de «niño delincuente» y la pervivencia la de «delincuente juvenil» que se utiliza para adolescentes y jóvenes. Esto no significa que los comportamientos antinormativos de los niños hayan desaparecido, ya que éstos siguen infringiendo las normas y realizando comportamientos claramente antisociales, a veces muy graves.

A lo largo del siglo XX, cuando de hecho se desarrollan las legislaciones específicas para combatir la delincuencia juvenil, las ideas acerca de la infancia y las razones de sus comportamientos antisociales han cambiado de forma progresiva e imparable. La secuencia histórica, esquemática, de las ideas que han sustentado la explicación del comportamiento antisocial infanto-juvenil, la podemos dividir en cuatro episodios basados en las distintas razones a que se atribuían las causas del comportamiento antisocial infantil. Estos episodios los ubicamos temporalmente de forma amplia y son: a) la concepción moral (de mediados del siglo XIX a 1920); b) la concepción sociológica (1920-1950); c) la concepción comportamental (1950-1980) y la d) la concepción personológica (1980-hoy).En cada una de estas etapas las ideas dominantes de la Psicología, que han trascendido a la criminología de la delincuencia juvenil, han influenciado de un modo importante en la legislación e intervención sobre los menores delincuentes. La disección de esta historia en cuatro etapas se realiza con una finalidad expositiva ya que, probablemente ha sido más una historia continua que una sucesión de cuatro etapas interrumpidas por hechos o descubrimientos importantes. Muchas ideas sobre los motivos y las causas de la delincuencia juvenil se mantienen a lo largo de las cuatro etapas e influyen en la actualidad mientras que otras no.

Nos vamos a centrar en las explicaciones criminológicas sustentadas en planteamientos psicológicos y no vamos a ser muy rigurosos en cuanto a las diferentes teorías criminológicas que explican la delincuencia (Serrano Maíllo, 2006). Para ver un resumen de estas teorías criminológicas, aplicadas a la delincuencia juvenil es recomendable recurrir al texto de Vázquez (2003). Nuestro objetivo es presentar un esquema simple en el que, después, poder ubicar el texto de Piquer (1946) y analizarlo de forma contextual.

La primera etapa, que hemos denominado de la «La concepción moral de la delincuencia infantil» se extiende desde mediados del siglo XIX hasta los años 20 del siglo XX. La hemos identificado así porque durante este período dominaba la idea (que se mantiene en cierto modo en nuestros días en algunos contextos) de que la delincuencia que protagonizan los menores es un reflejo de una «inmadurez moral de origen congénito». Su principal argumento explicativo es que la conducta antisocial y violenta es el reflejo de una constitución anómala y perversa Page 58 de origen congénito y en el caso de los niños se acrecienta tanto por su falta de educación moral como por las influencias amorales (actitudinales y religiosas) dañinas de su entorno de crianza.

Esta idea florecerá en el momento en que, por razón de los grandes cambios sociales del siglo XIX, aparecen muchos niños en contextos urbanos que malviven delinquiendo y viviendo abandonados y sin un acogimiento familiar adecuado para garantizar su salud, educación moral y desarrollo prosocial. En la mayoría de los países occidentales, de la mano de la revolución industrial, el desplazamiento migratorio de zonas rurales a zonas urbanas industriales, creo una gran masa de niños y jóvenes abandonados y...

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