La insolvencia de la cocina

AutorAndrés Sánchez Magro
Cargo del AutorMagistrado especialista de lo mercantil, Juzgado Mercantil número 2 de Madrid
Páginas277-288
277
La insolvencia de la cocina
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Magistrado especialista de lo mercantil, Juzgado Mercantil número 2 de Madrid
Crítico gastronómico
¿Se deben regular los fogones? Heidgger pensaba que toda pregunta contie-
ne una intuición sobre la respuesta. Plantearse un acercamiento jurídico a una
materia tan volátil como la coquinaria supone una declaración de intenciones,
un punto de partida aunque también una interrogación retórica. Como es sabido
el derecho siempre va detrás de la vida, y las construcciones normativas intentan
disciplinar realidades siempre liquidas especialmente en el siglo cibernético.
La edad de oro de la cocina española, auténtico motor cultural y económico
de este país, será también el momento de la reflexión jurídica del acotamiento de
los programas de una actividad otrora antes sana y hoy incluso merecedora del
galardón de las bellas artes que concede el ministerio de cultura. La brillante eje-
cutoria de los cocineros y de sus fenomenales equipos de investigación y talento
se han escapado hasta la fecha de cualquier otro acercamiento jurídico que no
sea el propio de las empresas de hostelería. El cañamazo de problemas fiscales,
laborales, societarios en nada parecían distinguirse de cualquier otra actividad
económica salvo las adjetivaciones y versiones específicas de pequeñas y medianas
empresas por lo común. El fenómeno de los grupos de restauración, objeto de
apetito para fondos de inversión multinacionales supone a si mismo un nuevo
aliciente para reflexión y la emergente dogmática de lo ius gastronómico. Los
límites estrechos de la propiedad intelectual e incluso la industrial suponen otro
reto para la indagatoria sobre lo culinario.
Todos estos puntos de vista para integrar una realidad plural deben partir y
conocer cuales son las claves del statu quo gastronómico nacional. Regular desde
formalismos apriorísticos y a veces huecos puede ser un ejercicio de estilo bri-
llante pero carente de efectividad. Sería interesante como cuestión de partida
sobrevolar de modo panorámico los entresijos de la cocina, sus cocineros y toda la
legión de cooperadores de esa función teatral llamada alta cocina.

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