Los inicios. La revolución de 1868
| Autor | Ascensión Pastor Parres |
| Cargo del Autor | Senadora por la Comunidad Autónoma del País Vasco |
2. LOS INICIOS. LA REVOLUCIÓN DE 1868
En opinión de ARTOLA, “la Revolución del 68 no pasa de ser un asalto al poder realizado por un grupo, en su inmensa mayoría de extracción burguesa, que trata de configurar un sistema político más abierto a la participación de los ciudadanos...y un sistema de poder que respetase los derechos de los ciudadanos”1.
Tal como señala el profesor LORCA SIERO, no es posible llevar a cabo un estudio adecuado con respecto a la Constitución de 1869 y, más en concreto, en relación a las Cortes Constituyentes de la misma, sin tomar como obligado punto de referencia la Revolución de 1868, por cuanto que ésta supone, a todas luces, el punto de inflexión fundamental para justificar el advenimiento de la España moderna2.
Dicho acontecimiento es fruto de una serie de cambios que, a distintos niveles, tienen lugar en la España de la época. Ya hemos aludido a algunos, siquiera someramente, en nuestra introducción al presente capítulo, por tanto, vamos a adentrarnos en ellos y en otros tantos, tal como la cuestión y la profundidad de este estudio merece:
2.1. Factores que dan lugar a la Revolución 3
A comienzos de la década de los sesenta, como señala el profesor GONZÁLEZ-ARES, el régimen isabelino había entrado en una fase de descomposición irreversible, que se iba a agudizar en los años siguientes.
El movimiento revolucionario estaba cargado de una ideología muy distinta de la contenida en anteriores revoluciones y pronunciamientos del reinado de Isabel II4.
La conducta desordenada y frívola de la Reina, la corrupción administrativa, los fraudulentos juegos electorales y la casi inactividad de la vida parlamentaria, agudizaron las contradicciones de un sistema político totalmente obsoleto5. A ello hay que añadir la desintegración y el desgaste de la Unión Liberal y del Partido Moderado, auténticos pilares del reinado de Isabel II, y el retraimiento del Partido Progresista, marginado sistemáticamente a la hora de formar gobierno; opuestos abiertamente a la Monarquía borbónica se encontraban los carlistas y el Partido Demócrata, de fuerte convicción republicana”6.
Sirva esta opinión doctrinal como claro reflejo de la concurrencia de distintos factores en el inicio del proceso revolucionario al que nos referimos. Es preciso, por tanto, llevar a cabo un análisis pormenorizado de todas y cada una de estas condiciones específicas que, fruto de su conjunción, pusieron final al período monárquico isabelino, sirviendo al mismo tiempo, como hemos señalado, de detonantes de la revolución de 1868.
a) Factores políticos
En un primer término, el liberalismo que había permanecido en un plano ciertamente secundario durante el anterior período moderado, inicia una etapa de renovación, de apertura frente a nuevos horizontes. Se introducen así conceptos como el individualismo, la igualdad, o las libertades civiles y públicas, al hilo de las cuales, se produce el nacimiento de una incipiente democracia que, en el terreno jurídico, trata de superar la subordinación con respecto a la autoridad del monarca que experimentan todos los ciudadanos.
Desde esta misma perspectiva, se observa una incapacidad por parte del régimen, de controlar la situación provocada por una evidente desunión en el ejército, una acusada emigración de las personalidades más destacadas en el mundo de la política y, sobre todo, por un marcado descontento en el pueblo, hambriento y empobrecido a todos los niveles.
A decir verdad, la única preocupación del régimen hasta la fecha, fue la defensa de los abolengos y títulos tradicionales, acrecentando su patrimonio propio.
Quizá una de las más desacertadas actuaciones del régimen fue su enfrentamiento con el partido progresista7. Así, los moderados arrinconaron en la oposición al grupo político citado, desterrando incluso a sus más renombrados integrantes. Del mismo modo, el partido democrático, de clara...
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