Haar, Ingo / Fahlbusch, Michael, German Scholars and Ethnic Cleansing (1919-1945), Foreword by Georg G. Iggers, Edit. Berghahn Books, New York-Oxford, 2005, 298 pp.

AutorEmilio Mikunda Franco
CargoUniversidad de Sevilla
Páginas482-489

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Raras veces un recensante se encuentra en una situación de tensión bipolar de tal magnitud y envergadura que le impida pronunciarse meridianamente en el sentido de alegrarse o entristecerse ante la tarea a la que se enfrenta, como en el presente caso. Si por una parte resulta difícilmente ocultable la alegría que produce el poder recensar críticamente una obra como la mencionada ut supra, -habida cuenta de la calidad y profundidad de la temática que despliega-, por otra y simultáneamente produce también una infinita tristeza pensar en lo inhumano del contenido denunciado por la propia obra recensada. Así, de esta extrema tensión entre la tristeza por el fondo -que más hubiera valido que jamás se hubiera producido-, y la alegría que produce haber sido designado por el propio autor como posible recensante nace este intento de abordar de forma objetiva el texto, enfocado no ya desde el punto de vista del historiador profesional, el de la crítica histórica, sino desde un «punto de vista interdisciplinar» como es el que ofrece en este contexto la «Filosofía del Derecho» en vistas a su aprovechamiento para completar otro hito en el largo camino de reconstrucción de la historiografía de los Derechos Humanos, pues es en estos ámbitos precisamente donde puede desplegar su mejor virtualidad. Consecuentemente, adelantar que se trata de un texto puntero en la materia no es un brindis al viento ni un juego floral de primavera, toda vez que el libro de referencia acaba de recibir -y no en vano- el mayor galardón 2005 que concede la «Asociación de libreros y Universidades norteamericanas a libros publicados en inglés por autores no anglosajones» («Choice Outstanding Book Aware of the Year 2005»).

Se trata, en primer lugar, de un texto recopilatorio que reúne en su seno trece estudios punteros correlativamente enumerados que contienen los más recientes resultados respecto de una de las materias más espinosas de enjuiciar que jamás haya dado Alemania al mundo. Ahora bien, no nos referimos especialmente al tan manido tema del holocausto hebreo en sí -aunque también forme parte de su temática, ya que su notorio objetivo no fue otro que el de hallarse casi exclusivamente confinado a la supresión de la cultura dimanante del judaísmo alemán tanto del suelo alemán como posteriormente de territorios anexionados y ocupados en Austria, Polonia, Checoslovaquia, Sur de Rusia etc.1, sino sobre todo porque «analiza y estudia directamente los textos originales alemanes» ofreciendo pruebas palpables a todo investigador (y a cualquier posible interesado en la materia) mediante la aportación de la documentación de primera mano respecto de las «fuentes y territorios» en los que se aplicaba la «política de germanización y posterior nazificación forzosa de sus habitantes», así como del grado de implicación que «realmente» ostentaron todas aquellas instancias universitarias, instituciones y otras tantas altas Escuelas Superiores alemanas; y lo que es más importante -hasta ahora conscientemente descuidado por la investigación en general- muestra el grado real de implicación de sus profesores, ayudantes, colaboradores e intelectuales al frente de todas ellas. (Al decir «realmente» entendemos «de hecho y mediante instru- Page 483 mentos de constatación objetivos e insobornables»). No habría que olvidar que en éste como en todo tema profundamente politizado, siempre se ha pretendido expost facto que la carga de la culpa la ostentaron única y exclusivamente las autoridades políticas del IIIer Reich, una tesis falsa en toda su envergadura, a la luz de las pruebas aportadas por el presente cúmulo de estudios. Sin embargo ahora nos vemos confrontados con el grado de participación «real» que tuvieron los intelectuales analizados en su calidad de -podríamos decir- «lacayos del sistema, a cuya sombra intelectual se fraguaron los planes más oscuros e inhumanos del sistema nazi». De este modo constatamos que ya en el prólogo (Foreword) de Georg G. Iggers supone de entrada ahorrar al lector el costoso iter de la búsqueda de méritos del total de cada uno de los quince suscribientes reunidos en torno a trece capítulos y su correspondiente prefacio (Preface). Los autores, especialistas en las respectivas materias analizadas son correlativamente: Ingo Haar, Michael Fahlbusch, Eric. J. Schmalz y Samuel D. Sinenr, Alexander Pinwinkler, Christof Morrisey, Michael Wedekind, Viorel Achim, Wolfgang Freund, Hans Derks, Eric Kurlander, Frank-Rutger Hausmann, KarlHeinz Roth y Jan M. Piskorski, todos ellos suficientemente notorios en el ámbito de la investigación historiográfica en torno a la Alemania nazi y a su proyección en el entorno territorial ocupado tras comenzar la 2.º guerra mundial. Ellos serán quienes desde diferentes ángulos y especialidades, pero movidos por un mismo objetivo, desplieguen sus mejores esfuerzos historiográficogeográficos (ambas materias absolutamente imposible de disociar en este ámbito de investigación -si es que jamás se pudo hacer en alguno, tesis que compartimos en toda su envergadura-) y sociológicos por mostrar la realidad oculta tras una nomenclatura aparentemente inocente.

Iggers, de entrada ya nos advierte de cuán parvas han sido las cosechas en torno a las investigaciones efectuadas en la RFA para esclarecer el grado de participación de los historiadores e historiógrafos germanos durante el periodo político de predominancia del nazismo, que nos aclararía a su vez su porcentaje de culpa en el genocidio, quizás porque no se ha atribuido a la Historia como asignatura y Ciencia a la vez suficiente relevancia y, cuando así se ha hecho, ha sido poco y tarde, mucho más tarde que en otras disciplinas académicas. El conocido caso de Werner Conze 2, uno de los más destacados historiógrafos alemanes de la posguerra, no sólo ha venido repitiendo durante años que el rol de los intelectuales alemanes en los planes genocidas nazis carece de interés alguno al respecto, sino que incluso en 1983 seguía indicando que era mejor correr un tupido velo al especto, alegando el peregrino argumento de que los artífices intelectuales del genocidio nazi o bien podría suponer que deberían haber ya fallecido, o cuando menos, al estar ya jubilados y fuera de toda posible proyección académico universitaria carecería de interés investigar su participación (p. VII). He aquí una de las razones que ha obligado a sus autores a redactar y publicar «en inglés» un texto que debería haber sido lógicamente publicado en alemán: enfrentarse a...

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