Incorporación de parámetro cultural a la smart city. El modelo experimental de Torre Pacheco

AutorMaría Méndez Rocasolano
Páginas11-34

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1. Concepto humanista de smart city, las personas, los ciudadanos y la ciudadanía en las smart cities

Desde que en la fundación Clinton en el 2005, apoyada por las formulaciones y teorías de CISCO, planteó aplicar la tecnología utilizando parámetros y procesos de la Teoría de Sistemas a las ciudades para hacerlas más eficientes y promover su desarrollo, ha transcurrido una década en la que desde diferentes ángulos se viene configurando el significado, utilidades y conveniencia de la llamada ciudad inteligente, más conocida en su versión anglosajona como «Smart city». El camino que iniciaron con el planteamiento de la inteligencia en la ciudad HOLLANDS en el 20081, NAM y PARDO2 unos años más tarde, hasta hoy, nos presenta el recorrido de una expresión que se antoja de significación poliédrica con múltiples aristas significativas de diversos y complementarios sentidos. Carácter éste, propio de las realidades contemporáneas que reflejo de la sociedad actual, presentan una complejidad global y multifacética3. En la Smart city la transdisciplinariedad y la multidisci-

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plinariedad abonan formulaciones lábiles y abiertas al haz significativo que aportan las posibles combinaciones de los parámetros científicos de los territorios intermedios.

La ya clásica postura de RICKERT acerca de las consideraciones de los territorios intermedios, es decir espacios que combinan las ciencias idiográficas y nomotéticas, sitúa a las smart cities, entre las relaciones de coordinación y colaboración para incorporar procesos de mejora a la vida en las ciudades, engarzando la realidad histórico-social que la ciudad comporta, con fórmulas y métodos que conjugan la tecnología y las telecomunicaciones. En este sentido, el grado de inteligencia de una ciudad queda en entredicho cuando no se conecta directamente con la experiencia de la ciudanía, del ciudadano y de la persona, es decir con la experiencia denominada Erlebnis. La ciudad no es inteligente si no atiende a la interioridad del hombre, no captada por medio de los datos externos que arrojan sensores y otros mecanismos basados en la tecnología, debe actualizar la experiencia de su realidad, por la cual la persona se capta así misma y tiene conciencia de la experiencia viva o vivida. De otra forma pudiera parecer que la ciudad se organiza a espaldas de la humanidad. Es por ello propio de las ciudades inteligentes la integración del conocimiento, donde una propuesta humanista plantea un mosaico conceptual y metodológico con aportaciones desde distintas parcelas del saber y de la técnica.

La perspectiva humanista postula lo que comentaron ya antes COE, PAQUET y ROY 4 una versión Cultural de la Smart city, como veremos más adelante, donde se fomenta la participación ciudadana a través de la vinculación con su patrimonio cultural y el crecimiento; la integración de la ciudadanía en el proceso de transformación y desarrollo sostenible

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de la ciudad y la promoción de las capacidades y valores vinculados a los derechos políticos sociales y culturales que aseguran mejoras en la educación y en la formación de las personas y por ende en la ciudadanía. Para todo ello, la tecnología y las telecomunicaciones están al servicio del desarrollo social y económico con una posición antropocéntrica.

La expresión que adopta el Derecho en relación con las Smart cities es la del concepto jurídico indeterminado. Se alinea el ámbito jurídico con las notas propias de la trandisciplinariedad y multidisciplinariedad del concepto, así como con las propias de la realidad histórico social en la que se cultiva, donde son protagonistas la crisis económica, la tecnología y la globalización5. Las smart cities se concretan a través de planes y programas donde se fijan sus líneas de actuación. En este sentido, el Plan nacional de Ciudades inteligentes en España, que es en definitiva su Agenda Digital, establece como objetivo último del plan contribuir al desarrollo económico «maximizando el impacto de las políticas públicas en TIC para mejora la productividad y la competitividad, transformar y modernizar la economía y sociedad española en uso eficaz e intensivo de las TICS por la ciudadanía, empresas y administraciones»6 . En su estructura, seguimiento, los ejes de medidas para incorporar y desarrollar smart cities en España y sus indicadores, se observa la inclinación hacia el planteamiento humanista, igual que en el último informe de la Dirección general para políticas internas del Parlamento Europeo cuando se refiere a la smart people, a la smart governance y a la smart living.7

El desarrollo de una ciudadanía inteligente, la gobernanza y un vivir inteligente son parámetros que sólo se consideran en un aproximado

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10% de las ciudades inteligentes europeas, parece que no es baladí entonces, detenerse en una propuesta humanista, en la que adquieran pleno significado el adjetivo inteligente al que se añade el cultural teniendo como eje fundamental y fundamentador las personas, especialmente en su dimensión de ciudadanos 8.

El carácter abierto, lábil y poliédrico de las Smart cities permite aumentar a cultural el adjetivo inteligente. Desde la perspectiva humanista con la que se enfoca el concepto se enriquece su configuración con los aportes de la Antropología, la Psicología, la Sociología, la Política y el Derecho entre otros, a la innovación tecnológica y a la implementación de novedosos procesos e indicadores para una mejor gestión de la energía, el urbanismo, la movilidad, la tecnología, la salud, las infraestructuras, la gobernanza y la ciudadanía.

La concepción humanista de la Smart city que aquí se perfila, lo hace dentro del debate de HABERMAS y SLOTERDIJK9, es decir con un enfoque contemporáneo nutrido por la teoría de sistemas autopoiéticos de LUHMAN, el contractualismo fundado en la Justicia y la participación

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de la ciudadanía de RAWLS, así como la idea de la acción comunicativa y la democracia deliberativa de HABERMAS. Lo hace desde un enfoque jurídico político con el iusnaturalismo comunitario de LUCAS VERDÚ como referente10, donde tiene sentido la propuesta de una versión cultural de la smart city al servicio de las personas. Entendiendo el isnaturalismo como iuspersonalismo se comprende como dice el profesor de Derecho constitucional que sea urgente «recuperar el contenido humano de los llamados derechos fundamentales transcendiendo su formalización y articulación garantista». Trasladado al tema que nos ocupa, supone supone ir más allá de una versión sólo eficaz y eficiente de la sociedad y de las ciudades.

La propuesta humanista de Smart city supera pues la consideración de las Smart cities, con GREENFIELD11, como una suma de tecnologías que integradas en el tejido de la ciudad funciona constante y uniformemente. En ella nortea la idea de que no vivimos vidas urbanas informatizadas diferentes de la ciudad y de nosotros mismos, sino que las ciudades inteligentes operan al servicio del hombre y sus interacciones en un caldo social con herramientas tecnológicas. En este sentido se plantea el uso de la tecnología, y el resultado de sus aplicaciones no sólo como herramienta de eficacia y eficiencia sino para promover la calidad de vida, fomentar el empleo e incrementar la participación ciudadana siendo las ciudades inteligentes donde se vive mejor y más feliz.

De forma general encontramos en la literatura especializada propuestas de mejora en la gestión energética, el urbanismo, la movilidad, la seguridad, las infraestructuras, y la participación ciudadana a través de novedosos procesos y herramientas provenientes de las telecomunicaciones y la tecnología digital. Desde las llamadas ciencias sociales, se propone una vuelta de tuerca hacia delante con una concepción huma-

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nista de la Smart city que incorpora el parámetro cultural en la relación de la ciudad y los ciudadanos. Los ejes de una Cultural & Smart city se basan en la fundamentación axiológica de la Democracia que tiende la mano a la participación ciudadana, a la educación civil y a la dialéctica de los derechos (especialmente los culturales, vinculados a la formación y al desarrollo sostenible) como veremos a continuación.

2. Propuestas del modelo experimental cultural & smart city en Torre Pacheco La cultura como potencia al servicio de la ciudadanía y su participación en la configuración de la ciudad

Marianna CAVADA, Dexter HUNT y Chris D.F. ROGERS en su examen de la plétora conceptual de las ciudades inteligentes recuperan la importancia que la humanidad tiene en la cuestión, recordándo que las ciudades están hechas y crecen gracias a sus ciudadanos12. Esta es la idea que inspiró al grupo de Investigación de la Universidad Católica San Antonio de Murcia para reflexionar sobre un modelo cultural de Smart city donde las personas sean las protagonistas. Para el desarrollo del estudio de la cuestión se firmó un convenio de investigación con el Ayuntamiento de Torre Pacheco con la intención de que dicha localidad sirviera de laboratorio para un propuesta teórica de un proyecto piloto que en el ámbito local pudiera estudiar el modelo Cultural & Smart city.13

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La configuración de una expresión cultural de Smart city implica recuperar la información, la comunicación y la tecnología para el área cultural, incorporar elementos referidos a la resiliencia, la ecología y al desarrollo, así como aspectos conectados...

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