Cuestiones de identidad y de privacidad suscitadas por los implantes biomédicos

AutorKevin Warwick
CargoUniversidad de Reading

Introducción

Un ciborg es una persona cuyas capacidades se han ampliado más allá de las limitaciones normales del ser humano mediante la tecnología1. En el estado actual de la tecnología y del conocimiento,esto no sólo es posible, sino que las investigaciones dirigidas a este fin ya están en marcha. La problemática más importante en este campo es el uso de implantes de chips en seres humanos, especialmente en lo que se refiere a la identidad y a las capacidades resultantes (véase el cuadro 1). La concienciación sobre las posibles implicaciones debe fomentarse pronto ya que en unos pocos años los desarrollos de los ciborg podrían estar ya muy avanzados.

Cuadro 1.

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Hemos sido testigos de muchas intrusiones en el cuerpo humano. Los implantes cocleares son ahora relativamente comunes, como también lo son las prótesis de cadera; y los marcapasos, aunque no están tan extendidos, continúan una tendencia en la que la tecnología se acepta fácilmente como una intrusión necesaria. Pero cada uno de estos casos representa modificaciones dirigidas a compensar deficiencias3.

Surgen cuestiones más difíciles para los implantes médicos, cuando la tecnología se emplea más que para reparar las partes inútiles de un cuerpo humano, para reforzar su funcionamiento normal

La situación llega a terrenos más difíciles cuando la tecnología se emplea, más que para reparar las partes inútiles de un cuerpo humano, para reforzar su funcionamiento normal. Existen ya muchos ejemplos de estas mejoras (aunque los ejemplos actuales son esencialmente más "aditamentos" que implantes), especialmente en el campo militar, tales como la visión nocturna por infrarrojos incorporada al casco de un piloto de combate.

Pero, ¿representarían estos objetos un problema de identidad? Aunque las capacidades del individuo adoptan una forma diferente y mejora su habilidad, su estado mental o consciencia no ha sido alterado más que en la medida en que demuestran lo que el individuo podría ser capaz de hacer.

Donde el ciborg presenta un grave dilema es en el caso en el que el cerebro de un individuo se modifica por la fusión del ser humano y de la máquina, uniendo el funcionamiento mental de ambos para crear una identidad híbrida. Para un ser humano, esto significa unir directamente la tecnología con el cerebro o el sistema nervioso, más que por una conexión que es externa respecto al sistema nervioso pero interna respecto al cuerpo, o incluso que es externa respecto a ambos.

Las conexiones entre la tecnología y el sistema nervioso humano no sólo afectan a la naturaleza de la identidad del individuo, planteando problemas tales como el del significado del "yo" y del "mí mismo" sino que influyen también directamente sobre la autonomía. Un individuo humano que lleva un casco de visión nocturna sigue siendo un ente autónomo. Sin embargo, un ser humano cuyo sistema nervioso está unido a un ordenador no sólo expone su individualidad a graves interrogantes sino que también, cuando el ordenador forma parte de una red, permite que su autonomía se vea gravemente comprometida.

Un ser humano cuyo sistema nervioso está unido a un ordenador no sólo expone su individualidad a graves interrogantes, sino que también, cuando el ordenador forma parte de una red, permite que su autonomía se vea gravemente comprometida

El punto principal que surge de todo esto es: cuando la consciencia de un individuo se basa en un sistema nervioso que es en parte humano y en parte máquina, pueden surgir preguntas tales como el carácter humano o ciborg de sus opciones morales, su identidad y su concepto de la ética. Como consecuencia, los ciborg bien podrían considerar a los humanos con un cierto aire de superioridad.

Tenemos ahora máquinas de las que muchos piensan que presentan inteligencia propia4. En la mayoría de los casos, ésta es distinta de la inteligencia humana y muestra una serie de propiedades características en comparación con la inteligencia humana. Incluso los más escépticos están de acuerdo en que "en cualquier cosa que tenga que ver con potencia de cálculo, si los ordenadores no tienen ya ventaja sobre el cerebro humano, la tendrán ciertamente antes de que pase mucho tiempo"5. Las máquinas pueden percibir el mundo mucho más allá de la capacidad de los humanos, hasta el punto de que esta percepción puede ser reducida gráficamente a una serie de cálculos informáticos. Utilizando rayos infrarrojos, rayos ultravioleta, rayos X y ultrasonidos, el mundo puede percibirse de forma muy diferente. Los humanos tienen también el problema de estar limitados a visualizar el mundo circundante en no más de tres dimensiones, mientras que los ordenadores son perfectamente capaces de tratar con cientos de dimensiones, y de observar relaciones que implican a estas dimensiones.

Probablemente la mayor ventaja de todas para la inteligencia artificial es la comunicación. En comparación con las capacidades de las máquinas, la comunicación humana es extremadamente pobre en lo que se refiere a precisión y a velocidad. Los humanos parten de un conjunto complejo de señales electroquímicas en su cerebro y las convierten en señales muy lentas de sonido mecánico, para hablar con otros. Un receptor humano vuelve a convertir entonces las señales de sonido a la forma electroquímica e intenta llegar a algún tipo de comprensión de lo que significan las señales originales, con un alto índice de error resultante, debido en parte a la transmisión seriada - aunque también con un alto grado de tolerancia a los errores y la posibilidad de extraer significado de mensajes con frecuencia llenos de ambigüedades. En comparación, las máquinas pueden comunicarse a través de todo el mundo, con muy poco o ningún error, transmitiendo y recibiendo satisfactoriamente, en paralelo, millones de mensajes.

Por ello, en general, desde un punto de vista humano, convertirse en un ciborg puede suponer una serie de ventajas concretas, siempre que se conserven las ventajas del cerebro humano, tales como la determinación, la tolerancia a la ambigüedad, etc. En particular, cuando un cerebro humano se une a un ordenador, mediante un implante, el individuo implantado adquiere acceso a la potencia de la máquina. Un humano que recibe un implante podría ser capaz de:

-Utilizar su parte de ordenador para cálculos matemáticos rápidos;

-Llamar a una base de conocimiento de Internet de alta velocidad;

-Tener recuerdos que no había tenido;

-Percibir el mundo de muchos modos distintos;

-Concebir la realidad en forma multidimensional;

-Comunicarse sólo por el pensamiento.

-Todo lo expuesto anteriormente podría aportar razones válidas para que un individuo humano mejorara sus capacidades a través de las tecnologías ciborg. Pero ¿cuál sería el coste? ¿cuáles las consecuencias? y ¿qué decir de los problemas asociados con la conversión real en un ciborg?

La implantación de dispositivos en seres humanos con el fin de mejorar sus capacidades plantea enormes problemas que afectan a todos los aspectos de la sociedad humana y de su cultura

Evidentemente, la realización de ciborg plantea enormes problemas que afectan a todos los aspectos de la sociedad humana y de su cultura. Permanecer pasivos no es una opción. En el caso extremo, si los humanos optaran masivamente por un futuro sin ciborg, ¿el resultado sería una supercultura de máquinas inteligentes? Inversamente, si los humanos en masa optaran por un futuro con ciborg, ¿cómo se enfrentarían la sociedad y la cultura con un desarrollo tan claramente no lineal? Pero ¿es esto realmente ciencia o simplemente ciencia-ficción?

Se han llevado a cabo muchos experimentos en animales6. Se han controlado a distancia los movimientos de las cucarachas y se han conectado las antenas de un macho de polilla de la seda con un robot de ruedas pequeñas, haciendo que el robot se desplace en respuesta a las señales de las feromonas. Recientemente, se enseñó a un grupo de ratas a tirar de una palanca y obtener como resultado un pequeño chorro de agua como premio. Entonces se conectaron electrodos en posiciones determinadas del cerebro de las ratas y éstos emitieron señales cuando las ratas pensaban simplemente en tirar de la palanca, antes de que hicieran algo físicamente. Las señales de los electrodos se utilizaron para liberar "automáticamente" el pequeño chorro de agua. Las ratas aprendieron rápidamente que realmente no necesitaban tirar de la palanca para obtener el premio de agua: con pensar en ello era suficiente.

Aunque muchos experimentos con animales han tratado con tecnologías cibernéticas bastante avanzadas, en el caso de los humanos, las investigaciones suelen haber sido impulsadas por el deseo de encontrar soluciones a problemas médicos

Sin embargo, con los humanos, la mayoría de las investigaciones han sido de naturaleza preferentemente médica. Por ejemplo, Medtronics fabrica un implante estimulador que se emplea con éxito para contrarrestar, de forma puramente electrónica, los efectos de temblor asociados con la enfermedad de Parkinson. No sólo se está empleando ahora con un gran número de seres humanos, sino que los efectos, cuando los estimuladores se conectan por primera vez, son instantáneos y por lo tanto espectaculares.

Otro ejemplo es aún más profundo7. En la Universidad de Emory en Atlanta, Philip Kennedy realizó implantes a dos víctimas de ictus cerebral. Las señales transmitidas desde el cerebro del segundo sujeto al ordenador se usaron para mover un cursor por una pantalla de ordenador. El sujeto aprendió muy rápidamente a comunicarse de este modo solamente con señales mentales. No sólo eso, sino que su cerebro creció dentro de los implantes, permitiendo así establecer conexiones mucho más fuertes y estrechas.

En experimentos con víctimas de ictus cerebral ha sido posible controlar un cursor sobre una pantalla de ordenador usando señales transmitidas directamente desde el cerebro del sujeto

Estos experimentos sirven simplemente para mostrar la serie de posibilidades que podemos esperar en el futuro. Se pueden dirigir señales electrónicas al cerebro humano para cambiar el modo en que funciona. Las señales electrónicas también pueden transmitirse desde el cerebro humano para actuar y producir interacciones con la tecnología circundante.

Implicaciones

Mientras que muchos podrán considerar el empleo de esta tecnología como mera parte de la incesante corriente del progreso, otros se agarrarán firmemente a ella y la recibirán con los brazos abiertos, y otros aun experimentarán horror sólo al pensar en ella. ¿Quién llevará adelante el desarrollo de la tecnología y quién controlará su puesta en práctica? ¿Deberá dejarse en manos de los intereses comerciales, que podrían dividir fácilmente a la sociedad, o debe hacerse responsables a las entidades políticas? ¿Deberían regularse y supervisarse las aplicaciones militares? Evidentemente están en juego los derechos del individuo, no sólo en lo que se refiere a que le fuercen a ser un sujeto de la tecnología, sino también, si carece de ella, en cómo se verá afectado por los que la poseen.

Una problemática importante es la del posible uso de esta tecnología para el control e incluso el control a distancia de otros; son cuestiones de vital importancia quién tiene el poder para controlar y quién está en la posición de ser controlado

Las implicaciones prácticas son objeto de gran preocupación. En particular, el uso de esta tecnología para el control e incluso el control a distancia de otros; son cuestiones de vital importancia quién tiene el poder para controlar y quién está en la posición de ser controlado. Desde el punto de vista de mi última investigación con implante propio, cuando estoy conectado directamente con la tecnología soy consciente de que existe una pérdida de autonomía humana, combinada con un aumento de las capacidades generales. Creo que los beneficios son un elixir extremadamente poderoso que llevará adelante esta conectividad en forma acelerada.

Las cuestiones de privacidad resultan evidentes de forma inmediata aún en el caso de implantes de identificación relativamente directos. Pero incluso los sentimientos de un individuo pueden modificarse, en principio, utilizando sólo medios electrónicos, si las partes correspondientes de la corteza cerebral pueden identificarse de forma unívoca

Las cuestiones de privacidad resultan evidentes de forma inmediata incluso en los implantes de identificación relativamente antiguos. Pero una vez que se han introducido señales en el cerebro o se han hecho salir de él, también es posible modificar los sentimientos de un individuo solamente por medios electrónicos, siempre que se identifiquen de forma unívoca los centros correspondientes de la corteza cerebral. Por lo pronto, el envío de señales de un sistema nervioso a otro, que es lo que está sucediendo ahora, y en último término de cerebro a cerebro, abre una nueva forma de comunicación mucho más poderosa e inmediata que cualquier otra que hayan tenido los humanos hasta el presente.

Tal vez el tema clave sean las situaciones de competencia que van a surgir. Una faceta quizás menos importante es la competencia entre los proveedores y suministradores de tecnología, cuando se abra el nuevo mercado. Para la sociedad en general, la cuestión clave bien podría ser la competencia entre los que tienen implantes tecnológicos, y por ello presentan facultades sobrehumanas, y los que no los tienen. En este momento, es difícil predecir de qué modo tratarán los miembros de cada grupo a los del otro.

Conclusiones

No es difícil señalar áreas importantes de investigación. Necesitamos una mejor comprensión de la neurología. No solamente más conocimientos sobre cómo funciona el cerebro humano, sino también cómo establecer interfaces directas con él mediante implantes, y de qué modo afectarán por sí mismos estos implantes al funcionamiento del cerebro. A esto se asocia un conocimiento más profundo de las señales medidas y de los efectos de la inyección de señales. Finalmente la tecnología empleada para la implantación y la creación de interfaces, aunque ya en desarrollo, necesita avanzar rápidamente para poder realizar las conexiones más apropiadas y extraer de ellas el máximo de información.

Con un cerebro completo, que es en parte humano y en parte máquina, un ciborg podrá tener una memoria extra, capacidad para concebir en muchas dimensiones y establecer relaciones matemáticas de alta potencia, capacidad para percibir el mundo de muchos modos diferentes y para comunicarse solamente por señales de pensamiento. Estos ciborg serán mucho más potentes que los seres humanos en las tareas que se pueden reducir a una serie de cálculos. También será difícil imaginar que estos ciborg presten alguna atención a los humanos cuando se trate de estas tareas/cuestiones. Será difícil imaginar que los ciborg de esta clase quieran ceder voluntariamente sus poderes.

La visión que tiene un ciborg sobre la vida, lo que es posible y lo que no lo es, será muy diferente de la visión de un ser humano. Los valores, la ética y la identidad de un ciborg estarán relacionados con su propia conformación y vida, con lo que él siente que es importante y lo que no. Lo más probable es que un ciborg tenga un cerebro que no será independiente sino que más bien, a través de la máquina, esté conectado directamente a una red. ¿Es aceptable para los ciborg renunciar a su identidad individual y convertirse en simples nodos de una red de máquinas? ¿Es aceptable para ellos el precio que hay que pagar, por ejemplo, en cuanto a autonomía? ¿Son aceptables para la sociedad las implicaciones para la competitividad y la identidad, entre otras? Estas cuestiones merecen ser meditadas ya que la experimentación con tecnologías ciborg se está extendiendo cada vez más.

Palabras clave

ciborg, implantes, comunicación, extrasensorial, identidad híbrida

Notas/Referencias

  1. Thompson, D. (ed.), Oxford English Dictionary, definición de Cyborg, Clarendon Press, 1995.

  2. Grossman, L., Meet the Chipsons, Time, pp 58-59, 11 de marzo de 2002.

  3. Hayles, M.K., How we became Posthuman, University of Chicago Press, 1999.

  4. Warwick, K., In the Mind of the Machine, Arrow, 1998.

  5. Penrose, R., Shadows of the Mind, Oxford University Press, 1994.

  6. Warwick, K., I, Cyborg, Century, 2002.

  7. Kennedy, P.R., Bakay, R.A.E., Moore, M.M., Adams. K. y Goldwaithe, J., Direct Control of a Computer from the human nervous system, IEE Transactions on Rehabilitation Engineering, vol. 8, nº. 2, pp. 198-202, 2000.

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