La Ciencia y las Humanidades. Superación de la divisoria cultural

AutorDimitris Kyriakou
CargoIPTS

Llegará el día en que los dos se encuentren...cuando nos referimos a la ciencia y las humanidades, estos dos 'hermanos separados' han estado muy alejados durante la mayor parte de los últimos doscientos años. La separación, que comenzó lentamente con el advenimiento de la era moderna, se aceleró gradualmente y cuando C.P. Snow pronunció su famosa conferencia sobre las 'dos culturas' en 1959, estaba designando y diagnosticando una situación que se había hecho crónica hacía ya tiempo.

Este lamento sobre la brecha de mutua incomprensión entre las dos culturas, por no decir abierta hostilidad y condescendencia, era oportuno en 1959 y todavía lo es hoy. Esta brecha sustrae posibilidades incontables de fertilización mutua entre las disciplinas, y da lugar a graves problemas de comunicación entre ellas, y se ve acentuada por la larga tradición según la cual cada disciplina considera prioritario crear una terminología interna, prácticamente impenetrable incluso para las disciplinas más próximas.

En el contexto de la política y del asesoramiento político, el problema se manifiesta en la dificultad que experimentan los científicos, situados a un lado de la divisoria cultural, para comunicarse con los políticos, situados al otro lado.

Es, por tanto, alentador ver que recientemente están apareciendo signos de que los 'hermanos separados' se están reuniendo de nuevo, en verdad de formas un tanto inusuales, como por ejemplo utilizando artificios de ficción para escribir sobre la ciencia. Así, en la obra del profesor Magueijo, del Imperial College, 'Faster than the speed of light', una novela sobre física, donde se apunta, entre otras cosas, que la velocidad de la luz no es necesariamente constante; o la del profesor Papadimitriou, de la Universidad de Berkeley, 'Turing: A novel about computation'; y 'The One True Platonic Heaven', una novela sobre lógica cuántica del profesor John Casti, de la Universidad Técnica de Viena. Quizás el ejemplo más sorprendente sea la nueva teoría de la conciencia humana de Dan Lloyd, planteada en forma de novela (bajo el título de 'Radiant cool'), que va acompañada por un largo anexo donde se expresa la teoría de forma más árida y menos literaria.

Esta aproximación no ha nacido de la nada. A veces, cuando llegamos a identificar y denominar un modelo de comportamiento, éste puede estar ya en retroceso. Poco después de la conferencia clásica de Snow, algunos científicos muy conocidos comenzaron a romper el tabú implícito sobre los científicos que escriben para lectores profanos. Biólogos como Gould y Watson, o físicos como Weinberg y Sagan, han publicado ensayos y libros que se hicieron muy populares y han ejercido gran influencia sobre el modo de pensar del público y de los políticos. Algunos de estos libros han sido verdaderos best sellers, lo cual ha añadido incentivos económicos a esta aproximación.

La dificultad para extender más esta tendencia ha sido la escasez de científicos que sepan escribir bien: parece como si las revistas científicas primasen que se escriba mal (o, al menos, de forma impenetrable y carente de atractivo). El credo dominante parece ser que 'cuanto menos atractiva sea la forma de escribir, más vigoroso será el mensaje'. El desprecio por la aptitud para escribir bien ha sido un rito obligado para muchos científicos, lo que nos retrotrae a la divisoria cultural de Snow, donde la aptitud para escribir bien es propia de las humanidades, y la miran por encima del hombro quienes se encuentran al otro lado del foso. Incluso un escritor y científico tan destacado e influyente como el economista de Princeton Paul Krugman confirma indirectamente la regla (Krugman atribuye su forma de escribir, atractiva y lúcida, al hecho de que su primera titulación fue en historia, y no en economía).

Las incursiones más recientes de científicos en el campo de las humanidades constituyen una ampliación de esta tendencia y suponen dar un paso más en la aproximación: no solamente popularizar la ciencia para el hombre de la calle, sino utilizar verdaderamente la literatura como parte de la propia actividad científica.

Los beneficios de superar esta divisoria recaerán sobre la ciencia y la generación del conocimiento, fortaleciéndola y aumentando indirectamente sus posibilidades de impulsar el crecimiento económico. Hay también otro aspecto que se refiere a la interacción entre los políticos, los científicos, el público y los medios de comunicación como intermediarios. Cuanto más se aproximen las dos culturas, más fácil será la comunicación entre todos los actores implicados. Un mayor respeto mutuo por las aptitudes y características de cada parte, así como un mayor interés de los científicos por la palabra escrita, como piedra angular de descripciones convincentes, facilitará la comunicación con los profesionales de la palabra, los periodistas que escriben sobre ciencia. Entramos aquí, sin embargo, en una cuestión a la que se dedicará un número completo de The IPTS Report.

En conclusión, si los 'hermanos separados' se llegan a encontrar, completaríamos el círculo de lo que era habitual hace mucho tiempo, antes de que se produjese el divorcio entre las dos culturas. Después de todo, los antepasados intelectuales de los científicos de hoy escribían con frecuencia en verso, como puede confirmar la lectura de los trabajos de Empédocles o Heráclito.

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