El Derecho Penal ante los retos del siglo XXI. La urgencia de un Derecho Penal que haga frente a los nuevos problemas sin olvidar los 'viejos' límites

AutorNieves Sanz Mulas
CargoProfesora Titular de Derecho Penal - Universidad de Salamanca.
Páginas115-151

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I A modo de introducción

Lamentablemente, y así nos lo recuerda DEMETRIO, el Derecho penal del enemigo no es tan sólo una concepción teórica, sino que existe tanto en nuestra legislación penal y procesal penal (en materia de terrorismo, tráfico de drogas o inmigración) como en la praxis de la política internacional, que ya no se pregunta por las causas de fenómenos tan complejos como el terrorismo, sino que sólo se limita a combatir sus efectos, incluso mediante guerras colectivas o asesinatos también colectivos1. Efectivamente, si hay un fenómeno que en la actualidad suscita especial alarma por las dimensiones que está adquiriendo -lo que justifica tal preocupación-, es el de una clara expansión del Derecho penal y, más concretamente, de la cristalización del denominado "Derecho penal del enemigo", acompañado, para más estupor, de su correspondiente legitimación teórica. Una alarma producida, además, y de acuerdo con MARESCA, en un contexto mundial definido por el proceso de recolonización que se puso en marcha en Iraq, en principio como respuesta a la emergencia terrorista desencadenada el 11-S, y "por una estrategia global de gobierno de la economía mundializada en términos estrictamente antagónicos a los de un gobierno público de la economía"2. Este doble contexto está teniendo como rasgo común la pérdida de fuerza de la idea del imperio de la Ley3. Una amenaza a las exigencias básicas del Estado

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de Derecho y de la legitimidad democrática, tanto en el orden interno como en el internacional, en el que éstas son aún más débiles4.

II La "globalización" del planeta y sus efectos sobre el derecho penal
1. El reparto de la economía de todos entre solamente unos pocos

Desde hace ya casi 20 años se oye hablar de globalización de la economía. Un único modo de pensar y ¿repensar? la economía, sin duda favorecido por el derrumbe del Bloque soviético y la consecuente expansión de una forma única de configuración de las actividades económicas, la de los Estados Unidos5. A partir de 1989 el escenario mundial cambió bruscamente, y la economía planetaria ya no encontró obstáculos que dificultasen el movimiento de capitales y mercancías. Y es que de un día para otro, en magnífica reflexión de BRAVO, "se desplomó el precario equilibrio basado en el temor al contragolpe entre las dos superpotencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, surgido al término de la segunda Guerra Mundial en Yalta"6. Porque con el muro de Berlín, también cayeron la división de Alemania, de Europa y del mundo; o lo que es lo mismo, cayeron las fronteras de los Estados y los muros (de hierro, de bambú, "de la vergüenza")7, que habían repartido el planeta entre las dos grandes potencias. Y, desde entonces, el mundo se encuentra bajo las "embestidas" de la superpotencia que no tiene reparo alguno en llevar al mismo tiempo el sistema mundial de Estados8. Pero "lo paradójico del

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nuevo imperialismo -escribe literalmente PORTILLA- es la existencia de un poder militar que ahora no tiene como misión la expansión territorial sino el afianzamiento de la economía global"9.

Hoy en día, se vive una cadena de procesos económicos, políticos, científicos y culturales, que están cambiando el escenario de las condiciones de la vida social que se describe con la palabra "globalización"10.

Una nueva perspectiva de la economía mundial a la que las economías nacionales no pueden sustraerse, por más que quieran, viéndose obligadas a ajustar sus ritmos de intercambio a la velocidad que les marque el movimiento del capital transnacional11. Porque la globalización, en resumen aportado por VELASQUEZ, equivale a la autonomía de la Economía en relación a la Política; el surgimiento de nuevas estructuras de decisión en el ámbito planetario; la "descentralización" de las estructuras políticas del capitalismo; la estandarización de las prácticas comerciales en el ámbito mundial; la desregulación de los mercados de capitales; la in

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terconexión de los sistemas financieros y de seguridad a escala global; la reasignación geográfica de las inversiones productivas y la volatilidad de las transacciones especulativas12.

Ahora bien, esto no tendría porque ser tan malo si a todos nos beneficiara del mismo modo, pero el problema es que no es así. Este cuadro de la economía mundial tiene consecuencias muy dispares según la parte del planeta de que se trate. Porque si bien el comercio, la publicidad de artículos de consumo y el movimiento mercantil llegan a todos los lugares, la capacidad adquisitiva y el nivel de ingresos no es ni mucho menos tan democrático, sino todo lo contrario: la polarización entre pobres y ricos nunca había sido tan evidente. Porque, aunque la mundialización ha intentado enmascarar la desigualdad, presentando a la globalización como un proceso de aproximación creciente e irreversible hacia una única sociedad en la que todos tendríamos una única identidad, una única cultura, la realidad es otra, y diametralmente opuesta a tales "buenas intenciones": las desigualdades globales son cada vez más evidentes y manifiestas13.

Esto es, la globalización sólo ha beneficiado a unos pocos -centralizán-dose desde un principio en tan sólo tres polos: EEUU, la Unión Europea y Japón-14 y en absoluto detrimento de todos los demás. Luego, no deja de ser ciertamente irónico que se hable de "globalización" o "mundialización" de la economía y las finanzas, cuando el "mundo" al que se hace referencia desde un principio se reducía a esas tres áreas geográficas, que concentran más del 70% del comercio mundial, y el 84% de él tiene lugar entre países que apenas acogen el 24% de la población mundial15. O lo que es lo mismo, estamos ante un mundo claramente dividido entre "ganadores" y "perdedores", con la creación de nuevas pautas de inclusión y exclusión, dependiendo de la mayor o menor capacidad de las diferentes sociedades

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para hacer frente a sus continuos retos16. Ante la consolidación, en definitiva, y estamos de acuerdo con PÉREZ CEPEDA, de un mundo con dos visiones y una humanidad con dos dimensiones: la de los países desarrollados que cada día acumulan más riqueza y capital, y la de los países en vías de desarrollo que cada vez están más hundidos en la pobreza, sumisión y explotación17.

2. Del fordismo del welfare state al postfordismo de la sociedad contemporánea

Pero la globalización, como adelantábamos, no tiene sólo efectos económicos, sino también culturales y políticos. También se ha trastocado el orden de cosas amenazando con el derrumbamiento de los Estadonación, pues parece imponerse un "Gobierno global sin un Estado global"18, en el cual un puñado de instituciones (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el foro G-8 y la Organización Mundial del Comercio) y unos pocos participantes (los Ministros de finanzas, economía y comercio) son los que controlan el escenario mundial.

En el mercado de bienes y servicios, asistimos a un proceso avanzado de mundialización, de transición, de un sistema de comercio internacional cuyos protagonistas esenciales eran los Estados, a un comercio interempresarial a escala mundial19. PORTILLA lo resume así: "se sustituye la libre concurrencia por los monopolios capitalistas internacionales, se concentra la producción y la distribución de capital, se fusiona el capital bancario con el capital industrial, se exportan capitales-mercancías desde las grandes potencias metropolitanas a las zonas periféricas con el objeto de disminuir costos en materias primas y fuerza de trabajo y maximizar las rentas; finalmente, se lleva a cabo el reparto del mundo entre grandes corporaciones multinacionales y entre las grandes potencias capitalistas"20. Y mucho de ello tiene que ver con la crisis del modelo fordista (el Estado providencia, el Estado social) y el tránsito de un modo

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de producción centrado sobre los trabajadores de la fábrica a otro mode-lo productivo: el postfordismo21.

Un modelo de explotación del trabajo inmaterial que supone un cambio en la propia concepción del modelo tradicional de soberanía, pues el Estado modifica sus funciones tradicionales de protección asistencial a los desfavorecidos y se acomoda a un modelo de Estado mínimo en lo socio-económico, poniendo en primer término el paradigma del control22. Y como derivación de ello el mencionado Profesor de la Universidad de Jaén identifica dos consecuencias23: se genera la excepcionalidad de espacios en los que se suspenden las garantías penales y procesales de los enemigos que lesionan o per-turban el pacto social; y se reprime a la microcriminalidad bajo el pretexto de las políticas de seguridad. Esto es, los que antes eran asistidos, ahora son, precisamente, los controlados. Y ello porque -nos recuerda RECASENS- la redefinición de espacios que ha traído consigo la globalización plantea graves problemas en el plano de la seguridad, concepto vinculado hasta ahora a la forma del Estado-nación y a la idea de soberanía24.

En tal contexto no es que el Estado desaparezca, sino que sufre una clara transformación en la que los procesos de decisión son indirectos25.

Esto es, y de acuerdo...

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