Globalización y delito

AutorCarmen Ruidíaz García
CargoSocióloga
Páginas213-230

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1. Introducción

Pocos analistas políticos, expertos en desarrollo económico y social o investigadores negarían que en la actualidad el ámbito del delito se amplia y adquiere más complejidad. Por ejemplo, los efectos desestabilizadores de las guerras, el terrorismo y el colapso del antiguo orden mundial se han combinado con la vulnerabilidad de las economías en quiebra o de las nuevas economías emergentes para crear un terreno fértil para las actividades ilegales, incluso las economías boyantes presencian el aumento de ciertos tipos de delito, especialmente los de alta tecnología.

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O dicho de otro modo, mientras que en los ambientes intelectuales se debate intensamente el significado de la globalización1, empíricamente se constata que la globalización (mundialización, internacionalización) ha generado un medio ambiente propicio para formas de delincuencia nuevas y más extensas.

Ahondando más en el problema, tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la seguridad se ha convertido en una preocupación principal en la sociedad global, ya que muchas personas han comenzado a darse cuenta de que la amenaza del terrorismo no es sólo un problema internacional sino también un problema interno.

Como consecuencia de todo ello, las prioridades de la prevención internacional del delito, su control y tratamiento, han cam-

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biado en el mundo en su conjunto y en diversos países y regiones. Por ello, en los tiempos actuales, el reto consiste en entender la magnitud de la delincuencia, su expansión delictiva con objeto de desarrollar mecanismos para conocerla, reducirla y prevenirla.

2. Tendencias delictivas globales

La comparación2 de estadísticas delictivas entre diferentes países es una tarea que comporta ciertos riesgos. Para empezar, la categoría delictiva en la que se incluye cualquier incidente se basa en la definición legal de ese tipo de delito en el país de referencia. En consecuencia, si la definición difiere en los diversos países, algo que ocurre con mucha frecuencia, no se efectuarán comparaciones fiables o rigurosas.

Además de estos problemas de definición y/o terminológicos, hay que tener en cuenta que existen niveles diferentes de denuncia de los hechos delictivos en los distintos países y contextos culturales. Igualmente, los problemas de medición se hacen más difíciles aun cuando se trata de delitos no tradiciones tales como la delincuencia organizada, la trata de seres humanos, la corrupción, etc. Más allá de la complejidad del fenómeno, en estos delitos aparecen con frecuencia un componente transnacional, lo que hace más difícil evaluar sus dimensiones.

En un esfuerzo por construir una base sólida de información sobre la delincuencia internacional en todas sus formas y dimensiones, desde la década de los setenta en el seno de las Naciones Unidas, se han llevado a cabo estudios sistemáticos sobre las tendencias del delito y el estado de la justicia penal a nivel internacional. En concreto, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) ha realizado estudios cuyos resultados ofrecen una visión general de las tendencias e interrelaciones de las diversas partes del sistema y son una de las principales fuentes de información en esta materia. En concreto, se han implementado ocho encuestas de victimización (Internacional Crime Victim Surveys – ICVS)3 Desafortunadamente, la irregularidad en

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las respuestas al estudio origina muchas deficiencias, que no permiten el análisis extenso, específicamente en los países de rentas bajas4

Dicho todo esto, el panorama general de la delincuencia muestra que ésta afecta a todas las partes del mundo, aunque su intensidad y tendencias sean diferentes.

Sobre la base de los datos de la ICVS se puede decir que los incrementos más destacables en el volumen total de delitos regis-

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trados se detectan en América Latina y el Caribe, el Sudeste asiático y el Pacífico, así como en los Estados Árabes.

Los descensos más llamativos en los niveles generales de delincuencia registrados se detectan en América del Norte; desde principios de la década de 1990, la cifra total de delincuencia por cada 100.000 habitantes ha descendido de forma constante tanto en Canadá como en los Estados Unidos de América, aunque dicha reducción fue más acusada en los Estados Unidos.

Los datos correspondientes a la Unión Europea presentan una situación menos clara. En algunos países de la Unión Europea, se ha producido un descenso en el nivel general de delincuencia y se detectan tendencias al alza en el Este de Europa.

Aunque no está claro el motivo por el que se produce un descenso de los niveles de delincuencia en América del Norte y algunas partes de la Unión Europea, una posible explicación parece estar en la atención continuada a las medidas contra la delincuencia adoptada tanto por los sectores públicos como por los privados a lo largo del periodo analizado. Ahora bien, entiendo que es posible aplicar esta explicación de forma más clara a América del Norte, en especial, a los Estados Unidos, que a Europa.

Por otro lado, los niveles generales de delincuencia registrados en todas las regiones del mundo continúan siendo notablemente inferiores a los detectados en los países de rentas altas de Amé-rica del Norte y la Unión Europea. Esto se debe presumiblemente a que no están dispuestos a informar sobre los delitos en muchas regiones del mundo. Por ejemplo, en África son muy pocos los países que proporcionan datos sobre delincuencia a través de la encuesta, es decir, la propensión a informar por parte de los gobiernos sobre los delitos es muy desigual.

De cara al futuro cabe prever que el mayor desarrollo económico (reflejado, por ejemplo, por el número de vehículos a motor) y los cambios tecnológicos (como una mayor utilización de los ordenadores, teléfonos móviles, etc.), continuarán ampliando las oportunidades para la comisión de delitos especialmente en los países con rentas medias o bajas, así como las oportunidades para la denuncia de dichos delitos antes la policía. Probablemente, estos países presentarán incrementos adicionales en la delincuencia regis-trada en los años venideros y, en consecuencia, se reflejaran en una tendencia al alza de los niveles de delincuencia.

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2.1. Los delitos de homicidio

En los años analizados5 (ICVS), el dato más destacado es que todos los países que presentan un alto grado de desarrollo humano se sitúan por debajo de la media mundial, con la excepción de los Estados Unidos, país que se encuentra justo por encima de la media mundial. Los índices de homicidio tienen a ser superiores en los países en desarrollo, en particular, en los países con rentas medias y bajas que han atravesado periodos prolongados de conflictos civiles o transición política6.

En suma, la media de homicidios en los países que han proporcionado datos a la encuesta es de 7 homicidios por cada 100.000 habitantes. Es interesante destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calculó el índice mundial de homicidios a finales de la década de 1990 en una cifra cercana a los 8,8 por cada 100.000 habitantes. La media mundial más elevada presentada por la OMS probablemente refleja dos situaciones. En primer lugar, los estudios de mortalidad de la OMS abarcan un mayor número de países de rentas medias o bajas, en los que la cifra de homicidios es superior; de hecho, las cifras de la OMS demuestran que los suicidios son mucho más comunes que los homicidios en los países de rentas altas, dándose el caso contrario en los países de rentas medias o bajas. En segundo lugar, las cifras de la OMS se basan generalmente en encuestas en hospitales sobre la causa del fallecimiento. Los datos proporcionados por la policía, tal como reflejan las encuestas de Naciones Unidas sobre las tendencias en la delincuencia, a menudo sólo reflejan la primera estimación del delito como homicidio. Por lo tanto, la muerte de una persona herida que es llevada al hospital y fallece allí posteriormente, estará registrada como homicidio por la OMS, mientras que la policía la considerará intento de asesinato o agresión grave. Los hospitales también pueden juzgar erróneamente, desde una perspectiva legal, casos de agresión con resultado de muerte como homicidios.

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Los datos disponibles correspondientes a América Latina y el Caribe presentan unas cifras extraordinariamente elevadas de homicidios, cercanas a los 25 casos por cada 100.000 habitantes, a lo largo del periodo de estudio. La tendencia general es relativamente constante, aunque se detectó un incremento notable a principios de la década de 1990 (más de 25 incidentes por cada 100.000 habitantes), seguido de cierto descenso. A finales de la década de 1990 se vuelve a detectar otro incremento de los casos registrados.

Los datos disponibles correspondientes al África subsahariana también presentan altos niveles de homicidio: entre 17 y 20 incidentes por cada 100.000 habitantes. No existe una tendencia general clara, pero parece detectarse un descenso continuo a partir de mediados de la década de 1990.

En resumen, las cifras mundiales de homicidios registrados, según los datos proporcionados para las encuestas de Naciones Unidas sobre las tendencias en la delincuencia a lo largo de un periodo de estudio, se han mantenido notablemente estables.

2.2. Los robos

Sobre la base de los datos de la Encuesta Internacional de Victimización, el índice global de robos sugiere una tendencia relativamente en alza desde 1980 hasta 2000, desde una cifra inferior a 40 incidentes por cada 100.000 habitantes, hasta más de 60.

Como en el caso de los volúmenes generales...

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