Funciones interpersonales de la pluma y la plumofobia en un programa de citas entre chicos
Autor | Nacho Esteban Fernández |
Cargo del Autor | Universidad Complutense de Madrid |
Páginas | 127-140 |
127
CAPÍTULO 11. FUNCIONES INTERPERSONALES DE LA PLUMA Y LA
PLUMOFOBIA EN UN PROGRAMA DE CITAS ENTRE CHICOS
Nacho Esteban Fernández
Universidad Complutense de Madrid
1. Heurística de la pluma
El interés por el habla de las personas no cisheterosexuales puede rastrearse hasta al menos los
años 40 (Kulick, 2000, p. 247), si bien ha experimentado un auge desde los 70 y en particular a
partir de mediados de los 90. Entre los muchos problemas metodológicos y epistemológicos que
plantea el estudio de esta variación sociolingüística, aún sin denominación específica8, uno de los
aspectos que menor atención ha recibido ha sido la llamada pluma.
La inexistencia de una reflexión sistematizada sobre este concepto de la hispanofonía complica
su investigación. Como definición operativa a los efectos del presente estudio, se considerará que
la pluma es aquella expresión de género constituida por un conjunto de rasgos, identificados a
partir de índices visuales o auditivos, valorados de forma generalmente negativa en un varón
como afectados, afeminados o impropios de un hombre. Se refiere, por tanto, a atributos
percibidos como estereotípicamente desviados del canon local de la masculinidad.
Aunque no es el fin de esta investigación, se hace preciso un delineamiento previo que concrete
los elementos que deben considerarse a la hora de estudiar las funciones de la pluma. En lo que
respecta a la variación extralingüística, aquí se parte de la asunción de que la pluma atañe
principalmente a los hombres cis —aquellos que se identifican con el género que se les asignó al
nacer— identificados como no heterosexuales. Ello no quiere decir que la pluma sea una
peculiaridad exclusiva o característica de ellos (Contreras-Salinas y Ramírez Pavelic, 2020,
p.11), por lo que deberían plantearse investigaciones sobre el mismo fenómeno en personas
8 Las metáforas empleadas en español para referirse a la dimensión afectivo-sexual (orienta ción, atracción,
deseo…) son poco productivas en términos neológicos, incluso con formantes clásicos, y el estudio de la variación
en función del sexo capitalizó la denominación vari ación diasexual pese a que la mayoría de las investigaciones
analizan realmente la variación diagénita, en función del género. Antes que fabular creaciones poco transparentes,
parece preferible acudir, al menos de forma provisional, a formulaciones más inmediatas, como variación diaer ótica
—más preciso, en mi opinión, que diafectiva—; aunque el término erótico está muy connotado, no supone una
simplificación más equívoca que las operadas por diasexual, diatópico o dia strático.
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba