El otoño francés de 2005

AutorSalvador Iglesias Machado
Cargo del AutorDoctor en Derecho. Profesor del Centro Asociado de la UNED en Tenerife
Páginas87-116
II 1. A modo de introducción

Siempre es un riesgo escribir de hechos muy recientes, máxime cuando son de tanta complejidad como los que han sucedido durante los últimos días del otoño de 2005. Pero al ser el tema de las bandas un fenómeno urbano juvenil y coincidir en algunas características como la marginalidad, la violencia, el protagonismo de los jóvenes y el escenario urbano, con las que subyacen en el movimiento francés, aunque haya otras que las distancien, me ha parecido oportuno comentarlas brevemente.

La dimensión de los disturbios que han asolado Francia durante el otoño pasado no tienen parangón en Europa. Por más razones que asistan a los jóvenes marginados, no resulta fácil entender que pueda haber sido la excusa para organizar una explosión de violencia, de destrucción de los bienes públicos y privados y de agresiones a las personas. No cabe duda que el fenómeno social que hemos presenciado en estas jornadas de violencia constituye un desafío al Estado en toda regla.

Tahar Ben Jelloun ha dicho que estos jóvenes no son inmigrantes, "son segunda y tercera generación educadas en el sistema republicano. Y aquí reside el fracaso de haber dejado durante años que se superpusieran las siguientes fallas tectónicas: exclusión social, marginación, paro, pequeña pero recurrente delincuencia urbana, tribialismo juvenil (hace referencia a las famosas bandas urbanas), falta de movilidad social".

Las dimensiones de este fenómeno tienen su epicentro en Francia, pero las causas se extienden por todo el continente y, con más fuerza,Page 88 en aquellos países que ha recibido un contingente mayor de inmigración durante las últimas décadas.

Es más, como dice Gorbachov29 hay síntomas de que sea una enfermedad planetaria. Las raíces del problema de la inestabilidad que se produce en muchas partes del mundo es "el vertiginoso crecimiento de la desigualdad global que ha aumentado sin cesar en estos últimos veinticinco años". La exhibición de la riqueza de los menos, que hoy es restregada por las narices de los pobres permanentemente a través de los medios de comunicación, es percibida por estos como una provocación.

Los escenarios, los protagonistas y los figurantes de los suburbios de las ciudades francesas, se repiten en Europa y en todo el continente americano, desde Canadá a la Patagonia, con otras características, pero con la réplica de los guetos y la miseria como denominador común, lo que únicamente hay por compartir es la miseria y la incultura. También se dan semejantes situaciones en la Europa del Este y en Asia. Más de mil millones de árabes viven apartados del proceso histórico, empobrecidos, viendo como, a costa de su petróleo, sigue distanciándose de ellos el Primer Mundo. África no es incluible en ninguno de estos escenarios, los niveles de pobreza extrema no se concentran en ningún barrio, es la sociedad entera de la que se salva una élite muy reducida.

En la búsqueda de las causas de los disturbios del otoño francés se ha dirigido el foco al fracaso de las políticas de integración de la inmigración que se concentra en los suburbios, pero esto no es más que una parte del problema. Dice Gorbachov al respecto: "El hecho es que el libre flujo de capitales, que ha abierto e inaugurado la era global, no podía a la larga no comportar también un inmenso flujo de hombres y mujeres. Bastante menos "libre", bastante más obligatorio, trágico, sin frenos".

Francia es un país de revoluciones, todas ellas han tenido una finalidad conocida desde el primer momento, ésta lo único que parecePage 89 perseguir es la destrucción. Bandas compuestas sobre todo por adolescentes, que carecen de jefe, sin objetivo determinado, que descargan su violencia sobre símbolos del bienestar por el momento, (más de 10.000 coches quemados en unas semanas) y todo lo que pueda representar el Estado, policías, edificios públicos, como si quisieran poner en evidencia que con todo su poder y el peso de la historia no puede con ellos.

Confiemos que, como las anteriores, sirva para hacer avanzar al mundo.

II 2. Una primera explicación

Existe bastante consenso en afirmar que estamos asistiendo al crepúsculo del modelo de integración francés, por otra parte modelo de generosidad e idealista que ha pretendido hacer de los inmigrantes llegados desde todas las partes del mundo unos verdaderos ciudadanos franceses. El modelo ha intentado integrar a la inmigración convirtiendo a cada uno de ellos, por distinta que fuera su piel, su cultura y creencias, en patriotas franceses que vibraran al oír los compases de la Madelón. Francia, con el peso de su historia y su grandeza, y con sus valores republicanos, es un Estado poderoso y el desarrollo económico de la postguerra podía ser capaz de fundir culturas y religiones, convertir en ciudadanos miméticos al francés a la variedad de sus inmigrantes y seguir caminando por la historia a su paso, como siempre.

En la década de los 80 la criminalidad en las ciudades se incrementó tanto que se encendieron todos los pilotos de alarma, los franceses empezaron a mirar con recelo la inmigración cuando no, como un mal social. Se desarrollaron actitudes racistas y los suburbios donde se concentraban sólo merecieron la atención de las autoridades para reprimirlos. Así quedaron cada vez más descolgados de la evolución del resto de la sociedad, no es que no avanzaran en el proceso de integración teórico que se vendía políticamente en aquellos momentos, es que cada día existían más diferencias, el foso iba creciendo hasta hacerse abismal.

De tanto en tanto surgía un Zidan o un Anelka y sobre ellos se escenificaba el éxito de una integración que no pasaba de ser virtual. APage 90 esa multitud que se ha visto obligada a vivir "extramuros" de la ciudad, se le ha acabado la paciencia de tanto esperar a que se le abrieran las puertas para acceder a la ciudadanía y ha reventado. Exigen el "derecho a la ciudad" que Henri Lefevre elevó a derecho fundamental.

Walter Laquear30 asegura que "la pócima se estaba cociendo" y que eran muchos los informes de comités gubernamentales que hacían hincapié en el fracaso de la integración de los nuevos inmigrantes, aunque reconoce que la actual ola de ataques se han producido por sorpresa.

Hoy, el Estado, la República se muestra impotente ante un nuevo nihilismo, alimentado por ella misma, de adolescentes y jóvenes con una capacidad de destrucción inusitada, que incendian los símbolos de la sociedad "Quemamos las escuelas porque no sirven para nada. En mi barrio hay un 10% de graduados y un 90% de fracasados. En total, suman la totalidad de parados. Basta ya de hipocresías", le cuenta a "Le Fígaro" uno de los jóvenes que participan en los disturbios. "Tenemos ganas de hacer la guerra, de destrozar a los polis. Vamos a incendiar la sociedad", amenazó un chaval de 17 años de origen magrebí que dejó la escuela hace tres31.

Francia rompió con el modelo de integración asumido por los Estados Unidos, en primer lugar, y seguido por el Reino Unido, Holanda, Canadá, etc. en que se habían decidido por el multiculturalismo. Se respeta la cultura de cada pueblo inmigrante, su religión, su lengua, su historia, sus costumbres. Una integración de la persistencia de las diferencias.

Cierto es que este modelo no ha sido pacífico, la convivencia de los diferentes han generado enfrentamientos entre las diversas culturas y razas, mientras que el modelo francés, hasta hoy, resultaba pacífico. De hecho algunos también dieron por fracasados los modelos de Holanda y Gran Bretaña después del asesinato de Théo van Gogh y de losPage 91 atentados del 7-J en Londres. No parece tan claro, el simple hecho de los atentados en que intervinieron musulmanes absolutamente integrados en la sociedad británica, no descalifica un modelo que ha dado excelentes resultados.

El modelo que se nos presenta como ejemplar aún con todos sus inconvenientes, y problemas, es el de los Estados Unidos. Siempre ha sido, desde su nacimiento en 1790 con la ley de la Naturalización, un país receptor con vocación de acogida. Salvo algunas excepciones como la exclusión de los chinos en 1882, o la reciente limitación por las medidas antiterroristas tras el 11-S, este país se ha nutrido de gentes procedentes de todo el mundo y ha logrado que todos ellos integren un sentimiento común por los EEUU y sus valores. Los inmigrantes sufren unos primeros tiempos con muchas dificultades, pero ven a su alrededor como en la cúspide de la vida política, empresarial, militar, eclesial, etc., figuran destacados representantes de esa emigración.

Volviendo a la situación francesa, los hechos nos están demostrando que todo ha sido un espejismo, la violencia desatada con difícil salida política nos lleva al final de una aventura que agoniza entre vehículos calcinados, escuelas en llamas y comisarías incendiadas por adolescentes y jóvenes que se sienten mucho menos franceses que sus padres. Ciudades en las que hoy ha estallado la violencia, hace años eran sociedades mezcladas y cohesionadas que poco a poco fueron abandonadas por los franceses y sus huecos cubiertos por inmigrantes africanos. Éstos han abandonado la postura resignada de marginalidad de sus antecesores, para adoptar una postura de rebeldía.

En 1983, se llevó a cabo una manifestación de más de 100.000 magrebíes, la llamada "Marché des beurs" (sílabas invertidas de rebeu, árabe), que procedían igualmente de los suburbios, con una exigencia muy distinta a la de hoy: querían incorporarse a la sociedad francesa, para lo que pedían igualdad de oportunidades. Para ello llevaron a cabo una marcha por toda Francia para llamar la atención de sus problemas, las autoridades socialistas de entonces...

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