La filosofía de la cooperación

AutorJavier Divar Garteiz-Aurrecoa
Páginas101-108

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El pensamiento social, entendido como sustento para un sistema de organización de la comunidad, de la vida en sociedad, en forma que la meta colectiva sea el bien y el sustento del común de los partícipes y, por ende, de cada uno de los «asociados», son antiguas y se han dado en todas las civilizaciones en distintas formas de manifestación.

Pero para no caer en fastidiosa y aburrida prolijidad, puede decirse que la formulación científica primera de las ideas socializadoras se encuentra en la civilización helénica, luz original, sobre todo en el pensamiento del filósofo Platón.

Pero en todas las culturas y pueblos encontramos formas de cooperación entre los seres humanos, sin previas formulaciones jurídicas ni asentamientos normativos. Es decir, son espontáneos movimientos de mutualidad, aprovechamiento común, solidaridad y recíproca ayuda.

No existen científicos «inventores» del cooperativismo, es sencillamente (y esa es su mayor grandeza) una formulación del buen ser humano no envilecido por la deshumanizada relación en una sociedad insolidaria (términos que debieran ser contradictorios).

Es por ello que Carlos Gide, el primer maestro de la Economía Cooperativa, decía que el cooperativismo es un movimiento radicalmente popular, directamente nacido del

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pueblo y para su beneficio. En puridad no cabe hablar siquiera de pioneros en el cooperativismo, sino que, como mucho, puede hablarse de primeros dirigentes o de originarios teóricos del sistema.

Por ese origen natural y popular, todos los pueblos han tenido comportamientos económicos cooperativos, lo que a algunos poco avisados autores ha llevado a considerar a tal o cual nación como «inventora» de un sistema universal por su propia naturaleza, cuando está probado que los hu- manos reaccionan con similares comportamientos ante circunstancias semejantes. En ese sentido amplísimo (y no científico) podemos decir sin miedo a errar que las ideas y movimientos socia- lizadores han sido universales y bajo variadas formas de cooperación. Por así decirlo, por impulso natural, por la propia inercia del comportamiento del humano como ser social.

No es necesario analizar la ética del «buen salvaje», ni entrar en la profundidad del análisis sociológico, ni siquiera en la teleología humanista. Sencillamente el humano es un ser social de natura solidario, aunque fuere su solidaridad interesada. Los comportamientos insolidarios son propios de culturas económicas materialistas (como ha sido el caso de los regímenes comunistas y lo es del capitalismo).

Por todo ello que en un sentido no científico la socialización es un fenómeno universal y sostenido históricamente.

El filósofo Platón fue el primero que le dio un cierto marchamo científico como idea, como ente de razón, abstraído de su curso vivencial. Trayendo a plática a su maestro Sócrates, en sus «Diálogos», asentó...

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