Fernándo LIZÁRRAGA, Marxistas y liberales. La justicia, la igualdad y la fraternidad en la teoría política contemporánea

AutorCristián Augusto Fatauros
CargoUniversidad Nacional de Córdoba. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Páginas293-298

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La obra de Fernando Lizárraga puede considerarse un enorme aporte a la literatura filosófico política y en particular un notable y bienvenido avance para los estudios de lo que se denomina "Marxismo Analítico". Los sutiles argumentos de Lizárraga, su pulcra reconstrucción de las principales tesis del filósofo canadiense Gerald A. Cohen, y la interpretación "ortodoxa" del corpus filosófico marxiano, hacen de este trabajo una joya bibliográfica. El resultado es una contundente y sólida defensa del valor de la fraternidad en el seno del socialismo igualitario. Esa es la concepción de justicia que Fernando Lizárraga aspira a presentar y defender. El objetivo de la presente reseña es revisar críticamente la obra "Marxistas y liberales. La justicia, la igualdad y la fraternidad en la teoría política contemporánea" (en adelante "Marxistas y liberales"). En la primer parte realizaré algunas observaciones sobre las principales tesis y argumentos del libro. En la segunda parte analizaré uno de los argumentos centrales y una discusión de algunas de sus conclusiones.

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El libro reseñado contiene cinco capítulos en los que se discuten las relaciones y las tensiones entre el liberalismo igualitario y el socialismo igualitario de Marx. En el capítulo primero se presentan las razones más importantes por las que tiene sentido, para los marxistas, leer la obra rawlsiana. La

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clave está en la motivación igualitarista que subyace a la teoría de la justicia rawlsiana, una motivación que según críticos como Gerald A. Cohen, no fue correctamente explotada. En el capítulo segundo se profundiza esta crítica mostrando que el principio de la diferencia tiene más de una lectura y que es posible interpretar la teoría de la justicia liberal igualitaria de un modo mucho más estricto que el propuesto por los rawlsianos ortodoxos. Esta crítica lleva a Lizárraga a desarrollar la idea de un ethos igualitario que debería animar cada una de las acciones de ciudadanos justos.

En el capítulo tercero, el autor reconoce que la doctrina de la igualdad del socialismo marxista también debe ser revisada y aborda los cuestionamientos y las lecturas críticas sobre el marxismo propuestas por Rawls y Cohen. En particular el autor explora la supuesta defensa marxiana de la tesis de la autopropiedad y la tesis tecnológica de la superabundancia. Afirma que al contrario de lo que piensan sus críticos, la sociedad ideal de Marx no se encuentra más allá de la justicia, sino que por el contrario, es un ideal que puede alcanzarse si los ciudadanos están correctamente motivados por la igualdad y las instituciones distribuyen como corresponde. Esta es la parte más jugosa del libro, ya que abre interrogantes sobre el rol de las instituciones en una teoría de la justicia marxista, y sobre si la sociedad correctamente ordenada puede serlo de manera contingente o necesariamente exige ciudadanos virtuosos.

En el capítulo cuarto, el autor nos proponer reexaminar la discusión Rawls-Cohen sobre el dominio de la justicia distributiva y sobre el ámbito de aplicación de los principios de Justicia como Equidad. Aunque podemos estar en desacuerdo con las críticas de Lizárraga, es interesante destacar el argumento rawlsiano que coloca a la justicia marxiana fuera de este mundo y que, según Lizárraga, muestra que los principios de justicia también se aplican a las acciones cotidianas de los ciudadanos. En el capítulo quinto, el último, se entrega una interpretación y defensa del valor de la...

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