Feminista de izquierda de los 70, andaluza/catalana. Profesionalmente: gestión socioeconómica

AutorAna Almirón Mengíbar
Cargo del AutorDiplomada en Relaciones laborales, Licenciada en ciencias del Trabajo y DEA en Ciencias Económicas
Páginas353-382
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FEMINISTA DE IZQUIERDAS DE LOS 70, ANDALUZA/CATALANA.
PROFESIONALMENTE: GESTIÓN SOCIOECONÓMICA.
Ana Almirón Mengíbar77
Se me pide que explique un poco mi trayectoria, por si fuera de vuestro interés, y he aceptado intentarlo
sobre la base de tres elementos fundamentales que yo creo que dan sentido a mi “biografía”, ser feminista,
de izquierdas y migrante, tres aspectos que me señalan e identifican, marcando mi vida personal y
profesional. Soy ante todo una mujer feminista de los años 70, del llamado feminismo de la “tercera ola”,
que además de reivindicar derechos civiles y políticos (educación, sufragio), hemos reivindicado derechos
sociales (control de natalidad, anticonceptivos, aborto, divorcio). La igualdad real y no meramente formal,
rechazando los privilegios masculinos, repudiando la violencia machista, rompiendo los estereotipos de
género a favor de la diversidad de opciones sexuales y de género, reconociendo la diferencias que nos
marcan la clase y la etnia, reivindicando nuestra sexualidad y la libertad sexual, lo que en la práctica me
ha situado como una mujer que ha cabalgado entre ese feminismo de la “tercera ola” y lo que ahora se
denomina feminismo de la “cuarta”. La diversidad por lo tanto es un elemento que marca mi forma de
vivir y percibir eso de “ser feminista”, como creo qu e podréis ver a lo largo del texto. Soy además una
persona de izquierdas, podríamos decir que de una “tercera ola” igualmente, que surge en la década de
los 60 del siglo XX, una izquierda que, aun siendo parte, se distancia de las incipientes corrientes del S.
XVIII y de las mayoritariamente marxistas del S. XIX y XX, orientando mi actuación más al ámbito de lo
social que al estrictamente político, como podréis comprobar. También soy y me siento migrante, mi origen
andaluz, mi migración a Catalunya donde se desarrolla mi formación en tantos sentidos y mí vuelta
posterior a Andalucía, conforman una particular identidad cultural, fruto de cruces, aprendizajes y, nunca
mejor dicho, mestizajes. Estos tres elementos se reflejan en mi trayectoria vital y profesional que, en
algunas ocasiones, se funden y son difícilmente separables. La “Gestión” ha constituido la centralidad de
mi desempeño profesional, una gestión “artesana”, pero poco femenina, acostumbrada a trabajar entre
iguales, en pie de igualdad, que siempre ha peleado contra las jerarquías marcadas por una cultura del
trabajo claramente “masculinizada” en la que se valora el estatus y el rol más que el trabajo colaborativo
y las responsabilidades compartidas, en las que los conocimientos técnicos económicos, son tan
imprescindibles como las capacidades de organización y dirección, siempre con una marcada vertiente
social.
77 Diplomada en Relaciones laborales, Licenciada en ciencias del Trabajo y DEA en Ciencias Económicas.
Ana Almirón Melgíbar
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Escribo esta trayectoria recién iniciada una nueva etapa de mi vida, ya soy una mujer jubilada y,
siguiendo esta línea, he organizado este Capítulo en siete etapas, casi por décadas, para hacerlas más
“comprensibles” para mí y para quien pueda leerme. La primera y más breve, correspondería a mi infancia
en un pueblo de la provincia de Córdoba, destacando la importancia de los orígenes. La s egunda sería la
adolescencia y primera juventud, viviendo ya en Sabadell, una ciudad industrial del Vallés Occidental
con una numerosa población de origen migrante, donde llevaré a cabo mi proceso de integración,
formación y primera experiencia laboral en Catalunya. La tercera y más densa, entre los 20 y 30 años,
coincidiendo con la transición democrática, quizás sea el momento en el que se consolidan más claramente
mis ideas feministas, políticas y profesionales y en la que tomo decisiones personales, políticas,
profesionales y sociales tan fundamentales, como la vuelta a Andalucía. En la cuarta desarrollo mis
primeros diez años en Andalucía, el regreso, pero a una realidad que nada tiene que ver con mis orígenes.
Me instalo en La Línea, en el Campo de Gibraltar, industrializado y contaminado por el tipo de industrias
instaladas en la Comarca, y dos años más tarde en Sevilla, lo que me permitiría conocer la nueva realidad
andaluza en ese momento. En la quinta etapa, con cuarenta años, me tengo que “reinventar”, al romperse
en ese momento mi vinculación política y dejar de ser una militante de izquierdas que trabaja para la
organización, por lo que tengo que acabar los estudios universitarios, reciclarme profesionalmente,
consolidar mi arraigo personal y social en Sevilla, y recuperarme de la pérdida de mi madre. En la sexta,
por una parte, se consolidan muchos de los aspectos anteriores y, al mismo tiempo, se inician nuevos
procesos y experiencias fundamentales tanto en el ámbito social, profesional como personal. Empiezo a
dar clases en la UPO, inicio mi trabajo en la Residencia Universitaria Flora Tristán, mi actividad Pro
Derechos Humanos entorno a las políticas migratorias y sus consecuencias, lo que me permite viajar a
Marruecos y a Santo Tomé y Príncipe, donde me encuentro con una niña que me marcará hasta el día de
hoy. Finalmente, la séptima y última está marcada por la pérdida de mi padre, el final de mi labor en el
Proyecto Social de la Flora y mi jubilación, lo que me permite reactivar mi participació n en la Asociación
Pro Derechos Humanos de Andalucía y en el movimiento feminista de Sevilla, continuar con mis viajes,
lecturas y escritos, pero, sobre todo, coser algunos desgarros y recomponer algunas perdidas. Puede
llamar la atención que estas etapas no hayan venido definidas por mis relaciones sentimentales, algo que
tanto marca la vida de la mayoría de las mujeres. En mi caso no han sido los elementos determinantes de
las decisiones que a lo largo de mi vida he ido tomando. Lo que no quiere decir que no hayan existido
importantes compañías y compañeros de viajes, pero estos no han sido los motores de los cambios, siempre
he considerado la importancia de seguir mi propio camino, en compañía, dando y recibiendo apoyos y
ayudas, pero el motor he sido yo.
1. Una infancia de pueblo, andaluz (Mayo 1954 Octubre 1963).
Nací efectivamente un 28 de mayo de 1954 en Cañete de las Torres (Córdoba), el último pueblo de la
provincia de Córdoba antes de entrar en la de Jaén. Donde olivo es casi sinónimo de árbol. Un pueblo

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