Evolución de la «democracia moderna»: de Rousseau a Habermas y «más allá»
Autor | Juan Fernando Segovia |
Páginas | 51-78 |
EVOLUCIÓN DE LA «DEMOCRACIA
MODERNA»: DE ROUSSEAU A HABERMAS
Y «MÁS ALLÁ»
Juan Fernando SEGOVIA
CONICET y Universidad de Mendoza (Argentina)
1. LA PROFECÍA DE LA DEMOCRACIA MODERNA
El historiador de la filosofía política Sheldon WOLIN apuntó que si
la filosofía clásica había nacido de un ataque a la democracia, la filosofía
moderna se iniciaba inversamente con la defensa de la democracia contra
el elitismo 1. La observación, sin embargo, corría junto a una profecía: la
democracia futura debía abrirse camino por el advenimiento irrestricto
del pueblo a la política. Desde entonces la historia podría ser leída como
un esfuerzo —no siempre exitoso— por entronizar la democracia de ma-
sas mediante la difusión de los valores democráticos, especialmente una
cultura ciudadana públicamente deliberativa 2.
La profecía indicaba que la democracia avanzaría de lo formal a lo
sustancial, aunque su estadio final todavía hoy permanezca inasible y
1 S. WOLIN, «Palabras preliminares», en P. BACHRACH, The theory of democratic elit-
ism. A critique (1967), versión en español: Crítica de la teoría elitista de la democracia,
Buenos Aires, Amorrortu, 1973, p. 12.
2 S. WOLIN, The presence of the past, Baltimore y London, The John Hopkins Uni-
versity Press, 1990, p. 196.
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cambiante como vaporoso y mudable es el pueblo, su sujeto. Algunos
entusiastas han creído advertir en los acontecimientos de nuestro siglo el
nacimiento de una democracia nueva y más plenamente popular. Dicen
estos profetas que han quedado ya atrás el modelo griego asambleario
(que corresponde a la época de la palabra) y también el modelo repre-
sentativo parlamentario (peculiar de la época de la imprenta); que hoy
asistiríamos a la aparición de una nueva democracia propia de la era de la
comunicación abundante (la «nueva galaxia mediática») que permitirá a
los ciudadanos examinar y monitorizar día a día la vida democrática, esto
es, tomar su control 3.
Tal es el cuadro de situación de nuestro siglo, el de una profecía de-
mocrática que busca realizarse en un devenir permanente. Vivimos hoy
una situación en la que, tanto para los especialistas como para el común
de la gente, la democracia ha traspasado los límites de una «forma de
gobierno» para venir a ser una «forma de vida» 4. En palabras de Danilo
CASTELLANO: la democracia se ha convertido en el «fundamento del go-
bierno», de todo gobierno, idea que se traduce en la liberación de todo
orden y en la pretensión de ser ella en sí misma un ordenamiento que
depende de la sola voluntad popular que impone sus decisiones a toda
la sociedad 5.
Todo lo que se instituye, se opera o produce en el Estado hodierno
es sostenido por el principio democrático de legitimación: la democracia,
se dice, es «el supuesto inicial del sistema de premisas que configuran el
propio argumento constitucional», que es lo mismo que sostener que la
democracia es el argumento fundamental de la política y el derecho, su
fundamento, porque el derecho y las políticas surgen del consenso en
torno a valores socialmente aceptados 6.
La grave dificultad está en determinar cuáles son esos «valores so-
cialmente aceptados»; y si fuere posible precisarlos, en un segundo paso,
saber si ese «consenso social» es bueno en el sentido clásico, es decir, si es
perfectivo del hombre. Pero estas cuestiones nada preocupan a los demo-
3 J. KEANE, The life and death of democracy, London, Simon & Schuster, 2009, p. 737.
4 Cfr. C. J. FRIEDRICH, La democracia como forma política y como forma de vida (1961),
2.ª ed., Madrid, Tecnos, 1966.
5 D. CASTELLANO, Constitución y democracia, Madrid, Marcial Pons, 2013, p. 94.
Véase, en general, J. F. SEGOVIA, «Las transformaciones de la democracia constitucional»,
Verbo (Madrid), núms. 463-464 (2008), pp. 255-290.
6 R. G. FERREYRA, «Poder, democracia y configuración constitucional», Cuestiones
Constitucionales (México), núm. 11 (2004), p. 100.
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