Hacia la eugenesia social. ideología y bioética en la construcción de la política social

AutorSergio Fernández Riquelme
CargoDepartamento de Sociología y Política social. Universidad de Murcia. Facultad de Ciencias del Trabajo. Campus Universitario de Espinardo. 30071 Murcia. 968 39 87 18 serferi@um.es
Páginas40-50

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Lo que somos hoy en nuestro presente es el conjunto de posibilidades que poseemos por el hecho de lo que fuimos ayer

(X Zubiri)1.

Todo concepto político-social, por su propia «razón histórica», es producto de un tiempo concreto; fuera del mismo, se desrealiza en su significado y muere ante la comprobación empírica2. El nuevo horizonte histórico en el que se adentra la Política social puede ser definido, en su dimensión bioética, bajo la categoría de la «eugenesia social». Este concepto permite descubrir y definir no sólo una serie de prácticas biomédicas concretas, sino la vinculación de éstas a una nueva mentalidad social, fundada en criterios ideológicos, y destinada a la selección funcional del ser humano. Supone, pues, la aplicación en el campo de las ciencias socio sanitarias de un paradigma ideológico de más alto alcance: la transformación radical y progresiva de la naturaleza humana, en sentido utilitario, tanto en su identidad personal como en su configuración colectiva.

Como bien advertía Xavier Zubiri [1898-1983] «el estudio de toda situación humana presente y futura, viene siempre determinado por la altura de los tiempos. Esto obliga a justificar el estudio de sus orígenes, de sus raíces históricas; pero no por el mero hecho de recrear el pasado sino por la preocupación de encontrar Page 41 la verdad del pensamiento, por una forzosidad intelectual impuesta». El avance legislativo y mediático de la eugenesia social en ciertos países occidentales, encubierto como reconocimiento del «derecho a elegir y usar el propio cuerpo», impele al pensamiento político-social a reconstruir su génesis histórica (retrospectiva), su itinerario intelectual (perspectiva) y su proyección en el devenir de las «posibilidades humanas» (prospectiva).

1. Retrospectiva El final de «las posibilidades» en la historia humana

Los planteamientos de Sir Francis Galton [1822-1911] se han convertido, paradójicamente, en uno de los referentes doctrinales de la nueva interpretación bioética de adjetivo progresista y objetivos funcionales, que convierte delitos sancionables y patologías determinadas en derechos humanos de libre arbitrio. Galton, uno de los padres de la filosofía social de estirpe darwiniana llamada eugenesia, defendía a mediados del novecientos una mejora de los rasgos hereditarios humanos a través de distintas formas de selección artificial de la natalidad, buscando el ahorro de recursos a la sociedad (ante la profecía de Thomas Malthus), y la superación de los sufrimientos humanos. La eugenesia (término derivado del griego «bien nacido» o «buena reproducción») fue convertida posteriormente, por intelectuales como A. Graham Bell, W. Churchill o G. Bernard Shaw, en el medio de control de la natalidad para una futura sociedad armónica, y finalmente concebido en procedimiento de selección racial por Ernst Rüdin [1874-1952] y el nacionalsocialismo alemán, o en instrumento de planificación social por el estalinismo soviético.

Pero a mediados del siglo XX, un notable sector de la Política social, asumió los postulados ideológicos y los proyectos jurídicos defensores de un tipo social y cultural de eugenesia, patrocinada por la administración estatal, y encubierta bajo el «derecho a elegir» sobre el destino de la vida humana en sus fases y condiciones más precarias. Fairfield Osborne, (1948), Garret Hardin (1968) o Paul Ehrlich (1968) patrocinaban este modelo eugenésico, al calor del nacimiento del «mito del cambio climático»: la pobreza y el deterioro del medio ambiente era fruto del crecimiento insostenible de la población. Pero como la noción eugenésica había sido condenada internacionalmente tras la II Guerra mundial, por su íntima relación con la selección biorracial, se abría el camino en la construcción del modelo antes apuntado dentro del Social Welfare. Surgía una encubierta «eugenesia social» bajo el proclamado como Estado del Bienestar europeo, centrada en la aplicación de criterios sociales y culturales en la selección artificial de la vida humana, buscando con ello el control y mejora de los recursos humanos por parte del Estado, a través de una inducida libertad de elección, primero sobre la procreación, después sobre la muerte.

Tras un breve paso por las políticas de esterilización o de castración forzosas (usadas hasta bien entrado el siglo pasado en países como México o las naciones escandinavas) o la regulación Page 42 estatal de la natalidad (persistente, en caso extremo, en la China comunista), llegaba la progresiva identificación entre ciertas prácticas eugenésicas y supuestos derechos humanos. Usando la democracia como instrumento de transformación, y no como medio de representación y participación jurídico-política (su verdadera finalidad), sus teóricos planteaban en primer lugar, por acción u omisión, el «derecho a nacer dignamente», evitando la reproducción biológica de «los ejemplares humanos indeseables» por su discapacidad, su falta de recursos (de su familia, se entiende) o por su inadecuación a los ritmos del mercado de trabajo o del estilo de vida imperante (claro está de sus progenitores); y en segundo lugar comenzaba el debate sobre «el derecho a morir dignamente», o eliminación de aquellas personas presas de la muerte «óntica» y social (por falta de recursos, apoyos, relaciones, o significado espiritual de sus vidas) ante enfermedades terminales o degenerativas.

En este sentido, el itinerario histórico del advenimiento de la eugenesia social remite al estudio de una de las cuestiones básicas de las relaciones entre ética y vida: humana: la posibilidad vital de la historia humana3. La eugenesia social es un fenómeno que imposibilita, de manera directa, la «posibilidad histórica» de miles de personas, en especial de los sectores más desfavorecidos, moral y materialmente. El nascisturus aparece aquí como la gran víctima del proceso: una vida sin historia. Cientos de mujeres sin recursos o sin redes familiares estables no podrán ejercer su derecho fundamental a la maternidad, presionadas por esta cultura social eugenésica a desprenderse de una carga para el ejercicio de los patrones profesionales y consumistas preestablecidos; miles de discapacitados verán en la eliminación previa de los embriones diagnosticados con su propia discapacidad, el ejemplo de que sus mismas vidas son consideradas aún, pese a la «caridad del voluntario», como errores de la naturaleza; decenas de mayores y enfermos terminales entenderán como el fin inducido y alentado de sus vidas será un bien para ellos mismos y para las arcas de la administración pública, mostrando la inviabilidad de fomentar la responsabilidad de sus familiares, de ayudar a superar su soledad o incomunicación. Así se elimina, legal y justificadamente, una parte anónima de nuestras «posibilidades históricas», suprimiendo con ello su derecho al curso natural de la vida. Pero la historia nos perseguirá en el presente y en el futuro.

2. Perspectiva La falsificación del lenguaje

Interrupción voluntaria del embarazo

en vez de aborto, «muerte digna» y no suicidio asistido, «calidad de vida» y no eutanasia, «clonación experimental» en vez de manipulación genética, «prediagnóstico embrionario» Page 43 y no selección genética del ser humano, o «libertad de elección» frente a eugenesia social. Estos son, entre otros, los términos de un nuevo lenguaje que pone a la bioética al servicio de la...

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