El estudio de las políticas públicas

AutorCarmen Navarro
CargoProfesora Contratada Doctor del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
Páginas231-255

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I Introducción

El estudio de la política no trata sólo de elecciones, instituciones, modelos de demo-cracia, partidos, liderazgos o grupos de interés. Trata también de los procesos de toma de decisiones gubernamentales y de los contenidos, puesta en marcha y efectos de éstas. En de?nitiva, trata también de las políticas públicas.

Abordar la realidad política desde la perspectiva de las políticas públicas signi?ca centrarse en los procesos por los que la maquinaria del Estado (entendido éste como conjunto de instituciones políticas), en su interacción con el resto de actores, produce decisiones públicas. Estas decisiones constituyen el output del sistema político y se plasman en productos tan cercanos a la vida de los ciudadanos como la política de transportes, la gestión del sistema sanitario, la plani?cación de los sectores energéticos, la administración del sistema de educación, la organización de la defensa nacional y un larguísimo etc. Se incluye también en la disciplina el estudio sobre cómo dichas decisiones se ponen en marcha y se desarrollan (implementación) y cuáles son sus resultados e impactos (evaluación de políticas públicas). Pese a que la atención que como ciudadanos prestamos a la política suele estar dirigida a asuntos más llamativos como los cambios en las encuestas, las historias de corrupción o el debate mediático entre las fuerzas políticas, en realidad lo que más afecta a nuestra vida diaria son esos otros aspectos de la realidad política que, en general, pasan más desapercibidos, los relacionados con las acciones gubernamentales. En nuestras demo-cracias, si bien las elecciones y la actividad de los líderes políticos tienen gran relevancia sustantiva, se podría argumentar que su mayor interés reside en lo que estos últimos hacen y consiguen para los ciudadanos.

Los estudios de políticas públicas tratan de proporcionar las herramientas para poder enfrentarse a cualquier decisión pública y entender y, quizás, poder explicar: cómo y por qué determinados problemas son cali?cados de públicos y a otros se les niega tal condición, cuál es la lógica de conformación de una agenda de gobierno; cómo y por qué se eligen ciertas estrategias para solucionar los problemas públicos en detrimento de otras; cómo y por qué algunas implementaciones de políticas fracasan mientras que otras constituyen un éxito o cómo identi?car los criterios valorativos o indicadores con los que evaluar las políticas. De igual modo, en su versión aplicada, aporta conocimientos a aquellos que participan en los procesos de diseño e implementación de políticas públicas (técnicos, administradores, políticos, grupos, etc.), que pueden contribuir a mejorar el rendimiento de las decisiones.

La disciplina ha estado tradicionalmente presente en los planes de estudios de las titulaciones en Ciencia Política y de la Administración y en Gestión y Administración Pública y se ha expandido a algunas titulaciones de reciente creación como la de Ciencias Ambientales, Ciencias del Trabajo y algunas otras. En el actual panorama español de educación superior

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en proceso de adaptación al Acuerdo de Bolonia, esta materia tiende a hacerse aún más presente en los estudios universitarios como consecuencia del convencimiento de que, en muchas de las actividades profesionales para las que forman las universidades, el conocimiento de los productos gubernamentales y de los procesos que llevan a ellos contribuirá a enriquecer sus habilidades y a enfrentarse mejor a los desafíos de su profesión.

Las páginas que siguen pretenden ofrecer una introducción a este ámbito de conocimiento. Para ello, se ofrece una primera parte en la que se discute el origen y el desarrollo de los estudios de políticas públicas así como de sus diferentes aplicaciones o dimensiones, teóricas y practicas. El resto del trabajo se dedica a presentar los pormenores de cada una de las etapas de una política pública, desde la aparición de un problema público, hasta la evaluación de los resultados de la intervención concebida para darle solución o paliarlo. En él se identi?can los fenómenos claves a que atender en cada fase así como las herramientas analíticas imprescindibles para poder interpretarlos y comprenderlos.

II Desarrollo y aplicaciones de la disciplina

Antes de que las políticas públicas y su análisis se convirtieran en una rama especí?ca y cada vez más desarrollada de la ciencia política no hace mucho más de cinco décadas, ya muchos trabajos se habían interesado por los “productos” de la acción pública. El propio MAQUIAVELO lo hizo cuando daba recomendaciones al Príncipe sobre cómo plani?car mejor las decisiones a ?n de estar mejor preparados para aprovechar las oportunidades que surgen en el curso del ejercicio de la política. También es fácil deducir que otra disciplina muy relacionada con las políticas públicas, la Administración Pública, ha prestado siempre atención a las decisiones gubernamentales. Sin embargo, en este caso, los estudios han tendido a concentrarse más en los componentes y organización de la maquinaria estatal y en los procedimientos organizativos y legales de la gestión y administración de programas públicos que en la fase de toma de decisiones. Desde esta rama del conocimiento se ha puesto siempre el acento no tanto en explicar el proceso decisorio en toda su extensión sino en investigar el detalle de una parte de él, en concreto la de la implementación de las decisiones, identi?cando a sus responsables, las características organizativas de la administración de un programa o el mejor modo de llevar a cabo su gestión. Con estos condicionantes, se comprende que surgiera la necesidad de una sub-disciplina que fuera capaz de investigar la vida de las decisiones públicas en toda su extensión, única estrategia válida para poder comprender los vínculos complejos entre las demandas públicas y la implementación de las alternativas escogidas.

Sin embargo, si nos remontamos a época anteriores al surgimiento del Estado de Bienestar, nos encontramos con dos tipos de limitaciones a la expansión del ámbito de estudio: por un lado el pobre desarrollo de los instrumentos y de los métodos para su análisis

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e investigación, por otro lado, la poca relevancia de las intervenciones públicas que hasta el siglo XIX se reducían principalmente a los sectores ligados al imperium del Estado: defensa, diplomacia, policía, justicia, etc. Con el surgimiento y la consolidación de los Estados del Bienestar a mediados del siglo XX, las intervenciones estatales se multiplican y los gobiernos despliegan una actividad arrolladora en forma de intervenciones mucho más ambiciosas que incluyen las económicas, educativas, sanitarias, culturales, sociales, medio ambientales, de infraestructuras, de transporte, de inmigración, etc. etc. Este Estado tiene funciones numerosísimas y cruciales a desempeñar.

En los años 60 se creía que la acción pública podría resolver los enquistados problemas sociales. Al igual que se había conseguido poner al hombre en el espacio, de la misma forma se podrían combatir los problemas públicos. El optimismo afectó a las ciencias sociales y animó a los académicos a creer que la investigación contribuiría al éxito de la acción pública. Parte del estímulo del nuevo enfoque se asentaba en el convencimiento de que todas las disciplinas de las ciencias sociales podrían ponerse en marcha para el gran proyecto de revolucionar la intervención pública. El empleo de las ciencias sociales para las políticas públicas fue animado por los gobiernos que querían servirse de los resultados de las investigaciones cuando diseñaban respuestas para los problemas públicos. Así por ejemplo, emplear a politólogos en las agencias de gobierno se convirtió en una moda (JOHN, 1998).

Si el optimismo fue el estímulo para el avance de la disciplina, el fracaso de los programas públicos de los años 60 propulsó un enfoque más crítico y analítico. La percepción era que pese a todos los esfuerzos e inversión, las ambiciosas políticas lanzadas en esa década no consiguieron sus objetivos. Como respuesta, los investigadores de políticas públicas querían saber por qué las políticas habían fallado y, para ello, necesitaban desarrollar modelos y teorías del proceso de las políticas. Pese a que parte de la con?anza en los estudios de políticas disminuyó en los años 70 y 80, el interés en la materia creció debido en gran parte a la extrema di?cultad para solventar los problemas públicos.

Al tratarse de un Estado con un nivel elevado de actividad y enfrentado a incontables y complejos problemas a los que se aspira a dar solución mediante intervenciones públicas, surge la necesidad de generar conocimiento e instrumentos conceptuales y analíticos que puedan mejorar la calidad de las decisiones que en él se toman, su idoneidad y acierto. Ante el inevitable escenario de recursos escasos en que se mueven las Administraciones Públicas, destaca la importancia de hacer un esfuerzo en ordenar y descomponer la complejidad de temas tales como las causas de los problemas, los grupos afectados, las técnicas o estrategias disponibles para intentar darles solución, etc. Si no se puede responder a todas las necesidades públicas, dado que son innumerables y no hay medios para ello, al menos trátese de comprender aquellas sobre las que se actúa y de entender las complejas relaciones que determinan los contenidos de las decisiones y el éxito o...

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