Una estrategia de seguridad y cooperación internacional común europea

AutorClara Isabel Cordero Álvarez
CargoReal Centro Universitario «Escorial-María Cristina» San Lorenzo del Escorial
Páginas247-273

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I Introducción

El status quo de Oriente Medio no es aceptable, y no son suficientes las líneas de actuación que se han ido asumiendo y desarrollando por los distintos Estados occidentales, fundamentalmente, dentro del proceso de integración que constituye la Europa de los hasta ahora quince, para asumir su inevitable papel de agentes modificadores de la inaceptable situación de este área. Las vías de colaboración que aducimos, y que sin éxito han ido sucediéndose a lo largo de estos candentes años, son las relaciones diplomáticas y los tratados de carácter intergubernamental.

Resulta del todo indudable la necesidad de establecer un orden internacional seguro y libre constituido por una yuxtaposición de Estados independientes, soberanos e iguales entre sí. Y para ello existe una condición esencial e imprescindible: la democracia como régimen de abanderamiento de un mundo libre y humanizado. A sabiendas de los no escasos defectos de los que adolece esta forma de gobierno, sólo cabe afirmar que «el poder del pueblo» es la forma menos mala para regir un país, pues sólo la expansión de la democracia conlleva libertad y prosperidad para los pueblos. Dicho esto, llegamos a la conclusión más que obvia de que lo que se impone en pleno siglo XXI es un cambio de régimen en toda la zona del Oriente Medio, desechando esos ancestrales regímenes autocráticos donde se mezclan con irracional fanatismo política y religión. Aunque esta situación no es exclusiva de Oriente Medio, sino que otros países de gran boom demográfico, como son India y China, también «gozan» de un sistema no democrático.

A esto han de sumarse otros peligros apremiantes que de esta inestabilidad política se derivan, como son la carrera armamentística de destrucción masiva y el nuevo terrorismo internacional, y que se constituyen, al mismo tiempo, por un lado, como las más importantes amenazas a la seguridad y paz internacional y, por otro, como el más importante desafío a afrontar por los países civilizados, y por lo que nos toca más de cerca, por los países europeos; problemas estos Page 248 a los que añadimos los conflictos regionales, los Estados en descomposición y la delincuencia organizada.

En lo referente a la economía mundial, daremos unas pinceladas nada más. Resulta incontestable que el marco actual de globalización, donde el crecimiento es directamente proporcional al aumento de la inestabilidad por ser un proceso bastante desigual en los diferentes países con distintas riquezas y regímenes políticos, con la disolución de las fronteras económicas (libre comercio, libre circulación de las personas, capitales y servicios), los constantes cambios políticos y legislativos para adaptarse a esta nueva macroeconomía mundial, el avance tecnológico materializado en la información, comunicaciones y transporte, unido a la crisis de países emergentes o en transición en la segunda parte de la década de los noventa, como México, Brasil, países asiáticos, Rusia, etc., sigue siendo los EEUU el gran motor de la economía mundial, así como de la fuerte y rápida recuperación de la crisis económica global manifestada desde la última década del siglo XX. Aunque China e India en los últimos años están generando una importante demanda de energía que contribuye manifiestamente a esa recuperación, el resto de los países dependen de la demanda de EEUU y China, con contadas excepciones, como es el caso de nuestro país. Por su parte, la Zona Euro y el resto de países que constituyen el bloque fuerte contribuyen muy escasamente al crecimiento de la economía mundial. En lo que atañe a la UE, tiene como línea de actuación básica para promover el desarrollo de los países, el sostenimiento mediante subvenciones, es decir, inyecciones económicas. No obstante, esto puede suponer, y de hecho es lo que normalmente conlleva, tráfico de influencias e incentiva la corrupción.

Para evitar todos estos comportamientos indeseados, la actuación de la Europa institucionalizada debería de centrarse en promover las condiciones necesarias para el libre comercio, quitando las barreras impeditivas como es el caso de la PAC, garantizando el libre cambio, abriendo cada vez más la fronteras... Así, la cooperación para el desarrollo por parte de Europa en Oriente Medio debería consistir en promover y garantizar las condiciones necesarias para el libre comercio.

II Necesidad de una estrategia común de seguridad

En esta nueva coyuntura internacional donde en Europa el concepto tradicional de «guerra» entre Estados resulta un anacronismo, Page 249 siendo la creación de la Unión una pieza clave para llegar a esta situación, nos enfrentamos a otras muy distintas circunstancias donde se hace más que patente la necesidad de una reforma en la estructura institucional y, más concretamente, en la Política Exterior y la Seguridad Común (PESC) de nuestra Europa continental. Y es precisamente en estas circunstancias donde la Europa de la Unión todavía no tiene muy claro el papel que ha de asumir para conseguir consolidar un continente unido y pacífico. Mientras que Estados Unidos ha desempeñado siempre un papel básico para la consecución de estos objetivos, apoyando la integración europea y mediante una tangible colaboración en el mantenimiento de la paz y seguridad del continente mediante el instrumento de la OTAN; recordemos casos tan recientes en nuestra memoria como Kosovo, donde quedó más que patente la incapacidad de la Comunidad Internacional institucionalizada -ONU-, más concretamente en la figura del Consejo de Seguridad, en el cumplimiento de su misión más fundamental: el mantenimiento de la paz y seguridad internacional. Y más recientemente el caso de Dafur, situado al oeste de Sudán, con seis millones y medio de habitantes, y más de un millón de personas desplazadas y refugiadas (un millón doscientos mil desplazados y 200 mil refugiados en Chad, según cifras aproximadas), contando hasta el momento con al menos 130.000 muertos y miles de mujeres y niñas violadas por las milicias tanto janjawid como por las propias fuerzas de seguridad. Es momento de actuar por parte de la comunidad internacional asumiendo sus responsabilidades en la defensa de su población civil, de sus más fundamentales derechos humanos y garantizar la asistencia humanitaria hasta la finalización del conflicto interno 1. Al respecto, el 30 de agosto de este año el Secretario General de la ONU presentó un informe sobre los avances significativos para la población civil en esta crisis en materia de derechos humanos y Derecho Humanitario2. Page 250

Pero no es un caso aislado; problemas como el de Cachemira y la península de Corea tienen repercusión directa e indirecta sobre los intereses europeos, como también los conflictos más cercanos, primordialmente los de Oriente Próximo. Para nuestro país aparece una muy buena oportunidad para demostrar nuestro talante en política exterior en una materia como es la intervención en conflictos regionales, ya que España, en breve, va a asumir la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU.

Por otro lado, es incuestionable la posición de dominio absoluto del que goza en la actualidad Estados Unidos como potencia dada su riqueza económica, fuerza militar e innovación tecnológica, que carece de rival. No existe, hoy por hoy, una alternativa al poder americano, no hay un sistema alternativo global, por lo que cabe afirmar que estamos ante una «hiperpotencia» o «unipotencia». No obstante, no estamos ante una omnipotencia, pues aunque nos encontramos en un mundo que tras la Guerra Fría se ha definido como «unipolar», desde la perspectivas del papel de EEUU en el espacio internacional mundial, este mundo sólo se puede gestionar multilateralmente, y es ahí donde recobra su vital importancia la UE3.

Así, la UE no puede seguir escondiendo la cabeza, siguiendo con una política aislacionalista, y debe hacer frente a los retos más importantes en el orden internacional, como son por ejemplo la economía mundial o el terrorismo internacional. No podemos olvidar uno de los objetivos recogidos en el artículo 29 del TUE (Tratado de Maastricht de 1992): ofrecer a los ciudadanos europeos un alto grado de seguridad dentro de un espacio de libertad, seguridad y justicia, elaborando una acción en común entre los Estados miembros en el ámbito de la cooperación policial y judicial en materia penal y mediante la prevención y lucha contra el racismo y la xenofobia. Page 251 Artículo éste que junto con el 61 del TCE seguían siendo la base del espacio europeo de seguridad, libertad y justicia en la reunión del Consejo Europeo en Tampere, el 16 de octubre de 1999, para llevar a la práctica el referido espacio de justicia, libertad y seguridad en el continente.

No obstante, no podemos desconocer que la UE en el campo de la seguridad y defensa ha avanzado mucho en los últimos años, aunque no sea suficiente y sea desconocida esta labor por casi la totalidad de la ciudadanía europea. En lo concerniente a la amenaza del terrorismo internacional, y tomando prestadas palabras del llamado como futuro Ministro de Exteriores de la UE, y actual alto representante para la política exterior...

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