Escritoras y periodistas ante la constitución de 1812 (1808-1823)

AutorMarieta Cantos Casenave; Beatriz Sánchez Hita
Páginas138-179

Page 138

I Introducción

Desde el Siglo XVIII la mujer empieza a ser tenida en cuenta como parte integrante de la sociedad y son variados los escritos que se dirigen a ella, aunque por lo general todos persiguen el mismo fin: instruirla en unos determinados principios, acordes a la sociedad en la que vive, que a partir de su influencia en la órbita de lo doméstico podría inculcar a quienes la rodeaban.12

Sin embargo, poco espacio quedaba para ella fuera del hogar. En el ámbito de la política y la cultura la voz mayoritaria, o mejor dicho casi exclusiva, sería la del hombre. Asimismo, serán los varones los que difundan en todo tipo de obras cuál debe ser el papel del "bello sexo" al que, en diversas ocasiones, sitúan como el destinatario principal de sus escritos. Para apreciar esto basta acercarse a la prensa periódica donde de manera recurrente en los prospectos se suele hacer un llamamiento al público femenino.

Un ejemplo bastante claro de cómo los editores quieren convertir a la mujer en receptora de sus escritos, pero sin darle opción la mayoría de las veces a participar en el periódico, se observa en una publicación gaditana titulada el Correo de las Damas, con la que José Lacroix, el barón de la Bruère, acompañó la tirada del Diario Mercantil de Cádiz. Allí, en la dedicatoria dirigida a la Señora Doña Francisca Javier (sic) Matalinares Barrenechea, Marquesa de la Solana, Condesa del Carpio, Señora de Quintanillas y Casa de Hito &c., que sería la protectora de la cabecera, explícitamente se lee que el objeto del periódico es el de adornar el conocimiento de las damas y su conversación; pero en modo alguno parece propiciar el que las damas a las que dirige su obra remitan escritos. Es más, en un texto que abre el sexto tomo y que trata "Sobre la literatura de mujeres" censura la actitud de aquellos que alientan a las féminas a que escriban.3 Page 139

No obstante, a medida que culmina la centuria dieciochesca, la mujer, aunque todavía en casos excepcionales, toma también la pluma para convertirse en protagonista de la palabra, adquiriendo una mayor implicación política cuando los sucesos de 1808 hacen necesaria la participación de todos en la lucha contra el nuevo enemigo político, que lo es ahora no ya de una monarquía o una dinastía concreta sino de toda una nación.

En efecto, con el inicio de la Guerra de la Independencia, donde en un contexto en el que la política lo impregna todo, los maniqueos contenidos dirigidos a las damas cambian, pues ellas forman parte de esa nueva situación en la que literatura y política se dan la mano. Quizás el ejemplo más claro de esto lo constituye el intento protagonizado por el ya citado de la Bruère a finales de 1809, de sacar un nuevo papel con el título de Corresponsal Político Literario del Bello Sexo Español,4 que ocuparía el hueco dejado por el Correo de las Damas que cesó en junio de 1808. El periódico finalmente no llegará a editarse, y habrá que esperar a marzo de 1813 para encontrar un impreso específicamente dirigido a mujeres: El Amigo de las Damas.

En el presente estudio nos centraremos en el posicionamiento que adoptan distintas mujeres, que episódicamente ejercieron de escritoras, Page 140 traductoras y periodistas, en el período que abarca desde el inicio del debate constituyente hasta mediados de 1813. De igual modo se atenderá a los textos producidos durante el Trienio Liberal y que permiten valorar cuál fue el papel de la mujer respecto del código constitucional tanto en los años referidos como en los que van de 1820 a 1823, cuando la Constitución vuelve a estar vigente y la coyuntura de libertad permite que ésta encuentre nuevamente un hueco en el panorama político-literario. Asimismo, en última instancia, se atenderá al discurso masculino expresamente dirigido a la mujer durante la Guerra de la Independencia, a través de la aproximación a El Amigo de las Damas, por ser éste significativo de cuál era el lugar que se quería darles en la sociedad constitucional.

II Un estado de la cuestión

Algunos trabajos realizados desde la Historia, la Historia de la Literatura y los Estudios de Género, han puesto de manifiesto recientemente que entre las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del siglo XIX las mujeres siguen escribiendo e incluso lo hace en una tribuna pública que hasta la fecha prácticamente les había sido vedada: la prensa. Novedad nada extraña si tenemos en cuenta que 1808 supuso un cambio crucial en los hábitos, y sobre todo incidió en la extensión de una emergente conciencia ciudadana.

Esto explica que desde el mismo año 1808, en que el Semanario Patriótico hablaba de la necesidad de convocar Cortes,5 y en que el marco de alegalidad había favorecido una libertad de imprenta de facto, alentada además por un movimiento juntista que veía en esta posibilidad uno de los modos más eficaces de combatir la opinión pública que trataba de extender el ya declarado enemigo invasor, algunas mujeres decidieran participar y dar rienda a su patriotismo al mismo tiempo que dejaban oír su voz sobre los asuntos de la res publica, algo insólito hasta la fecha.

Sobre esta incursión de las mujeres en la vida pública se han hecho varios trabajos, recientemente reseñados en el estudio publicado por Irene Castells y Elena Fernández (2008), a los que habría que sumar los ya clásicos de Mónica Bolufer, Gloria Espigado o Isabel Morant y el volumen de reciente aparición coordinado por Irene Castells, Gloria Espigado y Mª Cruz Romeo (2009), entre otros.6 Page 141

En cuanto a las escritoras y periodistas, Marieta Cantos ha puesto de manifiesto que algunas mujeres supieron aprovechar el resquicio abierto por la coyuntura bélica, tanto para excitar el patriotismo y ensalzar las victorias de los soldados como para expresar su propia opción política, al tiempo que con mayor o menor timidez reivindicaban su derecho a pronunciarse en este terreno. Era en la práctica la única opción que les quedaba, ya que, a pesar de que en la ceremonia inaugural de 24 de septiembre de 1810 había mujeres en las galerías del teatro de la Real Isla de León, dos meses después el Reglamento para el Gobierno Interior, de 26 de noviembre de 1810, prohibía el acceso de las mujeres a las sesiones, lo mismo que haría años más tarde el Reglamento de 1821.7

En lo que se refiere a las cabeceras dirigidas específicamente a mujeres durante el XVIII y la Guerra de la Independencia cabe destacar los trabajos realizados por Mónica Bolufer (1995 y 2007) y Beatriz Sánchez Hita (2003), además de otros varios estudios clásicos.8 Page 142

III Traductoras, escritoras y periodistas

Si bien es cierto que escritoras como María Rosa Gálvez de Cabrera habían cantado las excelencias de la marina derrotada en Trafalgar y, con ella, la política llevada a cabo por el gobierno de Carlos IV y particularmente de Godoy, esta manifestación se hacía en consonancia con cierto carácter de contrapartida por el mecenazgo que se esperaba que la monarquía y su órbita de poder ejerciera con escritores como la propia Gálvez y otros. No se trataba exactamente de una declaración política, al menos no en lo relativo a la doméstica sino en todo caso de rechazo de la realizada por las potencias enemigas, en este caso la británica. Sin embargo, periodistas como Carmen Silva y María Manuela López de Ulloa, traductoras como María Magdalena Fernández de Córdoba, la marquesa de Astorga, y escritoras como Frasquita Larrea, entre otras, desarrollaron una lucha continuada para poder expresar sus ideas políticas, sin dejarse avasallar por las críticas de algunos de sus colegas masculinos.

Aunque hubo bastantes folletos y artículos de periódicos publicados a nombre de mujer, fueran reales o simples máscaras femeninas, lo cierto es que no son demasiadas las que hoy conocemos por su nombre real y por su opción de tomar la pluma durante esta etapa de guerra antinapoleónica. No obstante, las que acabamos de citar lo hicieron de forma contundente, fundamentando bien sus posiciones políticas, y aunque retóricamente hubieran de situarse, por lo general, en una humilde postura de inferioridad respecto de los hombres, el discurso desmentía una y otra vez esa supuesta debilidad de su pluma o su pensamiento a la que de forma tópica las veremos referirse. Por ello, y para centrar bien el papel que desempeñaron conviene dedicarle unas líneas a cada una de ellas.

María del Carmen Silva (Lisboa, último tercio de 1700-¿Londres? después de 1829).9 El caso de esta lisboeta, que se presenta a sí misma como "española por elección" en las páginas de El Robespierre Español, es probablemente uno de los más llamativos de entre todos los de aquellas mujeres que irrumpieron en el panorama político y literario durante la Guerra de la Independencia.

Esta portuguesa se implica directamente en la causa española cuando a mediados de 1808 libera a las tropas españolas comandadas por Carrafa, que fueron apresadas por Junot en Lisboa, viéndose obligada luego a huir, pasando a Extremadura, donde José Galluzo, quien había actuado en un primer momento como presidente de la Junta Suprema de Badajoz, le concedió una pensión de cuarto reales diarios y le dio licencia para el establecimiento de un Page 143 estanquillo de tacacos.10 Allí...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR