Ensayo de ensayos

AutorLiliana Weinberg
Páginas95-105

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El clima del bicentenario constituye una ocasión inmejorable para releer «Nuestra América es un ensayo», texto publicado por Germán Arciniegas en 1963: ese canto a la independencia intelectual que fue previa a la independencia política así como esa recuperación de la tradición republicana en su especificidad, de la responsabilidad que en la construcción de conocimiento tiene nuestra inteligencia crítica y la herencia de los textos mayores que contribuyeron a que América se pensara a sí misma, temas todos a que se refirió en ese texto seminal el autor colombiano. No puedo tampoco dejar de pensar que con él en cierto modo se cierra el gran periodo que alguna vez yo misma denominé «El ensayo en tierra firme», resultante de un proceso inaugurado décadas atrás por el proyecto literario de Alfonso Reyes y reforzado en prácticas de sociabilidad intelectual y proyectos editoriales que tuvieron como eje el ensayo, comenzando por muchas de las vastas colecciones organizadas por el Fondo de Cultura Económica. Por otra parte, en los últimos años asistimos, en una reacción a la mirada desencantada de los adalides de la posmodernidad y de los defensores del pensamiento débil, a una revalorización de los fundamentos de la modernidad latinoamericana y los principios de razón, republicanismo y ciudadanía en que se asentó un modelo que, si no llegó a cumplirse, rebasado por la complejidad de la situación histórica y por sus propias contradicciones, no por ello debe necesariamente ser desechado en su totalidad. Es este momento oportuno para regresar al ensayo de Arciniegas y a su invitación al ejercicio de la inteligencia.

Un ensayo fundamental

En «Nuestra América es un ensayo», Germán Arciniegas, ensayista él mismo y miembro de la comunidad de nuestra América, plantea un fundado homenaje a la independencia intelectual y política de América Latina a la vez que elabora un admirable ensayo sobre el ensayo a través del cual cumple su propia profecía: «Nuestra América es un ensayo».

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Se trata de una pieza magistral sobre el ensayo que se enlaza desde el título con «Nuestra América» de Martí, y que, en su propio despliegue, funda y avanza en la asociación fuerte entre un continente y un género, entre una experiencia histórica y su dotación de sentido por parte de la inteligencia americana. Es además un ensayo sobre el ensayo que encierra, como una nuez, su propia clave de lectura:

El ensayo, que es la palestra natural para que se discutan estas cosas, con todo lo que hay en este género de incitante, de breve, de audaz, de polémico, de paradójico, de problemático, de avizor, resultó desde el primer día algo que parecía dispuesto sobre medidas para que nosotros nos expresáramos. O para que los europeos se expresaran sobre nosotros. Pero un género más hecho para nosotros que para los extraños, porque la experiencia de América era no poco incitante para quienes la vivían [p. 10].

Arciniegas lleva a cabo en este texto varias operaciones: por una parte, ensaya sobre el ensayo, tematiza el mismo género desde el cual escribe -ensayo sobre, ensayo en, ensayo desde, ensayo por-, lo convierte en escenario de nuestro pensamiento y progresivo autodescubrimiento, reflexiona sobre él y sobre el destino americano y propone una interpretación de la cultura americana que es a la vez un relato de su sentido. Al mismo tiempo que convierte a «Nuestra América» en ensayo, valida el lugar que toca a la inteligencia crítica americana en el proceso de construcción e interpretación de Amé-rica: todo ello queda enlazado a través del empleo genial de ese pronombre capaz de vincular todos estos elementos a la vez que constituye una apertura al diálogo con la tradición intelectual que fue construyendo una visión continental superadora de los nacionalismos estrechos. Pero a su vez existe otra nota de interés: se trata de una mirada a América desde París y desde un espacio pensado como vínculo entre el viejo y el nuevo mundo, en pleno clima de restablecimiento de redes intelectuales de distinto signo en el clima de la guerra fría.

El autor se apoya en la existencia de una relación fuerte entre ensayo e interpretación de lo americano, que hace eco del texto publicado años atrás en Cuadernos bajo el título de «El ensayo en nuestra América»: «En esta América nuestra, que es ladina y no es latina, la novela llega tarde, el teatro no madura, pero florece el ensayo. Hay una necesidad de interpretarnos, porque somos problemáticos». Arciniegas añade además otra intuición respecto de la relación fuerte entre ensayo e historia para validar y organizar su propio texto, a la vez que autorizar su propia voz como ensayista. Como afirma Philippe Desan a propósito del género fundado por Montaigne, «La historia da el punto de referencia indispensable para la toma de la palabra del ensayista, autoriza su propio texto al pretender colocarlo en la continuidad del texto de otro». Es así como la propia historia se convierte en pre-texto y objetivación del discurso del ensayista, y se convierte en referencia discursiva que es comprendida, compartida y aceptada por todos. El punto central que se sostiene en el ensayo es la precedencia de lo intelectual sobre lo armado en la experiencia americana:

Todos esos fueron ensayos un poco científicos, un poco religiosos, un poco políticos, y un mucho americanos. Por esta razón -que no hay que considerar como el afán de un profesor de literatura por clasificar géneros literarios- resulta indispensable volver sobre la vieja terminología y decir que la independencia de las antiguas colonias españolas fue el producto de la revolución -del ensayo, ¿por qué no decirlo?- y no originada por la guerra. La revolución fue un ensayo intelectual que acabó siendo ensayo armado, y que así como nació de problemas estudiados por inteligencias atrevidas, culminó en las propias dudas republicanas que mantuvieron el tono de la revolución después de las victorias de San Martín, de Bolívar o de O’Higgins [p. 11].

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Consideramos además la obra que nos ocupa como un ensayo de ensayos, puesto que se trata de un texto que enlaza de manera más o menos explícita varios textos-faro del ensayismo latinoamericano a los que convierte a su vez en su propio precedente, desde la Brevísima relación del padre Las Casas, la «Carta de Jamaica» de Bolívar y «Nuestra América» de Martí hasta las «Notas sobre la inteligencia americana» o «Las nuevas artes» de Alfonso Reyes. Retoma así la responsabilidad de confirmar al ensayo como esa forma privilegiada de mediación por excelencia en la prosa de ideas, esa forma capaz de articular diversos textos y discursos, proponer una narrativa que los refuerce como cargados de sentido, hasta alcanzar una nueva síntesis.

Con el texto de Arciniegas culmina y de algún modo se cierra el arco de esa etapa que en otro lugar hemos caracterizado como la del ensayo «en tierra firme», dedicado a la crítica histórica y cultural con una voz autoral definida y central y un estilo que aspira a desarrollos incluyentes y cierres sintéticos, y es preludio a un momento capital para nuestras letras: ese «cambio de timón» entre los géneros que coincide con la eclosión de la narrativa conocida como el boom.

El texto es además una confirmación de su propia práctica como ensayista, algunos de cuyos rasgos fueron advertidos de manera pionera por James Willis Robb, quien reconoce el carácter histórico-interpretativo de su obra. En cuanto al valor y la singularidad de este ensayo en particular dentro del conjunto de la obra de Arciniegas, no deja de resultar elocuente que en la entrada correspondiente a nuestro autor en la Encyclopedia of the Essay preparada por Joaquín Roy se dedique un primer gran párrafo a «Nuestra América es un ensayo»:

For Arciniegas, the mystery of Latin America is a «problem», a temptation, a provocation, and an intellectual challenge. This explains why, in his view, the essay has so often been used to explore the unique features of Latin American culture and the hidden dimensions of its most prominent historical figures, its political and economic factors, and its cultural development [...]. Thus, the fitting title of one of his essays is «Nuestra América es un ensayo» [p. 29].

Resulta fascinante descubrir cómo la voz del ensayista...

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