La endogamia
| Autor | Alfonso Serrano Gómez |
| Páginas | 71-80 |
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Como acabamos de ver, la legislación universitaria no pone barreras a la corrupción en cuanto a la selección de profesorado se refiere, sin perjuicio de que también pueda tener efectos criminógenos.
En todas las universidades, facultades, escuelas y departamentos se defiende o tolera la endogamia151, un sistema poco ético y que merece el calificativo de "perverso"152. Ante ello es
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necesario actuar, y romper con la hipocresía y buscar la imparcialidad en los concursos153. Todo un reto si pensamos en la perversión que estamos viendo sobre el control de las comisiones, la falta de pruebas objetivas, etc.
En los concursos para el acceso al profesorado todo suele estar amañado para que el candidato de casa no pueda fallar. La comisión difícilmente valorará a otro candidato con más méritos. No hace falta recordar que la comisión incurre en un delito de prevaricación si a sabiendas de su injusticia propone para ocupar una plaza a quien claramente no la merece.
El departamento nombra a los componentes de la comisión con el beneplácito del candidato, algunos con clara amistad manifiesta por medio, que es recusable. Pero el deber moral y legal de renunciar a formar parte de esa comisión se ha eludido desde el momento en que se pronuncian a favor de su nombramiento. Sería excepcional que un concursante se atreva a recusar a algún miembro de una comisión, pues le puede crear problemas futuros.
Aunque sea una ironía y parezca imposible, la endogamia ha ido asentándose cada vez más en la Universidad. Desde que la LRU154abonó el camino, hemos asistido a su culminación
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con los concursos de acceso entre habilitados y acreditados de la Aneca. En ambos casos, como consecuencia de la costumbre aceptada o asumida por todos --con escasas protestas formales--, se consiente la corruptela que existe en el nombramiento de los miembros de las comisiones que han de juzgar los concursos de acceso. La corrupción se legaliza en los estatutos de las universidades, es decir, se va más lejos que el valor de la costumbre como fuente del Derecho, pues no se admite cuando atenta contra la moral o el orden público155.
La seguridad del opositor a ganar la plaza es prácticamente absoluta. No en vano, él mismo se refiere a ella como "mi plaza" cuando va a presentarse, incluso antes de la convocatoria.
Los departamentos quieren convertirse en cotos cerrados donde hay resistencia a la entrada de algún foráneo que altere el estatus.
Resulta excepcional que se convoque una plaza sin que haya detrás uno de la casa para ocuparla.
Cabría pensar que en las universidades de nueva creación la situación cambia. Pero en estos casos tampoco faltan las intrigas. Enseguida aparecen grupos interesados en controlar el área de conocimiento que se crea por diversas razones: colo-
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car al que todavía está sin plaza en su universidad; preparar un nuevo departamento de cara a que lleguen dotaciones, venta de libros, etc.
De la forma que están estructurados los departamentos, la incorporación de un profesor nuevo puede alterar la convivencia y su organización. Por ejemplo, un catedrático buscará ocupar su parcela de poder y en dotaciones futuras de plazas intentará traer a sus colegas. Y no se lucha por fichar a un profesor de reconocida valía si no se adapta a este juego, pues podría desestabilizar el conformismo existente, rompiendo la paz y sacando a la luz la incompetencia de parte de los que componen el departamento.
En la Universidad española son habituales los conflictos dentro de los departamentos. Las desavenencias entre el profesorado están a la orden del día, y se adhieren a grupos por afinidades e intereses, a veces para librarse de profesores incómodos o conflictivos les promocionan en otra universidad. Los problemas internos entre profesores de un departamento son tan frecuentes que superan a la media nacional de otros grupos profesionales que comparten y conviven bajo la misma techumbre laboral.
Quien consigue una plaza con el apoyo del departamento, o de quien lo controla, tácitamente acepta cierta dependencia a las reglas que rigen en el mismo, especialmente con el "maestro". Ello puede ser un lastre para su futuro científico si su capacidad o línea de trabajo puede molestar o incluso discrepar del maestro156.
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Los estudiantes y la sociedad suelen tener un concepto muy elevado de los profesores universitarios en cuanto a saber, moralidad y convivencia. Esta percepción en no pocos casos está distorsionada, pues hay algunos en los que no se dan estas virtudes, como sucede en muchos otros sectores de la sociedad: ignorantes, desleales y desagradecidos. Valga como ejemplo el de los "plepas"157.
La influencia que ejerce el aspirante a profesor titular o catedrático en la Universidad al poder nombrar a todos los miembros158--y aunque antes fuera a dos con la LRU-- del tribunal que
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le va a juzgar159conculca el artículo 14 de la Constitución160, al restar posibilidades a otros concursantes.
La falta de imparcialidad161se manifiesta a veces durante la celebración de las pruebas. En la discusión posterior a cada ejercicio, los miembros de la comisión a veces se muestran incisivos con el de fuera y benévolos con el candidato. Si concurren caras de perro y caras de cemento, los cara de perro no solo atacan al enemigo, sino que elogian al protegido, todo...
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