Educación, multiculturalismo y responsabilidad

AutorJuan Antonio Martínez Muñoz
Cargo del AutorUniversidad Complutense de Madrid
Páginas97-118

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I Planteamiento

"A fulanito le suspenderá la vida" es la frase con la que salen al paso a veces los profesores que aprueban a determinados alumnos que no cumplen con los requisitos mínimos necesarios para obtener el aprobado que les otorgan; ciertamente la vida suspende a algunos que no han sido suspendidos en el colegio y, a veces, a otros que también lo han sido. Pero cómo se determina la responsabilidad por la educación es una cuestión importante.

Por encima de los factores que contribuyen al éxito o fracaso de las personas en su trayectoria profesional, cultural, familiar y personal, está fuera de discusión la enorme importancia que la educación tiene en la vida de las mismas en cuanto contribuye a su socialización, a su inculturación y condiciona fuertemente las posibilidades económicas, la posición social y, sobre todo, el horizonte mental del hombre, su relación con el mundo y con los demás, incluso consigo mismo y con Dios, su esencia "nos exige saber qué es el hombre"1. Limitarse a enfatizar esa importancia, como tan frecuentemente se hace, pese a ser algo tan elemental que nadie niega, es completamente superfluo. Ciertamente cuando se habla de educación hay una competición de personas, organizaciones e ideas por expresar obviedades mezcladas con datos o cifras frecuentemente seleccionadas con el único objetivo de causar un impacto propagandístico beneficioso para los intereses de quien lo di- Page 98funde. Así cuando Habermas señala que el individuo humano empieza pensando en términos enteramente sociales y que la misma individuación sólo puede conseguirse con la socialización2, está expresando una obviedad, es lo que en la Escolástica se decía al señalar que el hombre es un ser social por naturaleza, algo que sólo había sido negado por todos los integrantes de la tradición ilustrada a la que Habermas debe tanto.

Indudablemente toda tarea educativa tiene un presupuesto antropológico y filosófico más general que el meramente político; pero yo aquí voy a afrontar los problemas políticos derivados de la educación limitando, pues, el alcance de las posibles conclusiones. Cuando me refiero a problemas políticos incluyo un conglomerado de cuestiones cuya discusión siempre ha estado presente en el pensamiento político, en las controversias públicas e incluso populares, aunque en éstas en menor medida, y lo sigue estando, pero a las cuales estimo que no se les ha dado una respuesta satisfactoria.

La persistencia de estas cuestiones irresueltas prolonga la lucha por el control de la educación que, en algunos casos, adopta tintes claramente manipuladores. Se dice que la educación se usa como instrumento para la creación de una "ilusión identitaria" mediante procesos de invención de la tradición que definen lo "auténtico" que sirve de base a la identidad3, pero también, aunque no se dice tanto, desde la perspectiva pluralista, se esfuerzan por hacer de los hombres individuos adaptados a las exigencias del sistema con una identidad meramente democrática, que es tanto como decir identidad de consumidor o de peatón por la calle, con su correspondiente educación vial y para el consumo de modo que su comportamiento no sea nocivo para el poder político gestor de la pluralidad.

En algunos sitios hay una aparente calma en el ámbito educativo. A veces eso se debe a que hay consenso social generalizado acerca del sistema educativo existente y, consecuentemente, no se plantean explorar otras posibilidades; cómo se haya conseguido ese consenso y en qué términos se mantiene casi nunca se cuestiona, les basta saber que la educación ha sido proclamada como derecho humano por las Naciones Unidas. En otras ocasiones hay preocupaciones más urgentes como comer, lavarse o curarse enfermedades que desplazan a la necesidad de enseñar o de aprender, lamenta-Page 99blemente esto pasa en la mayor parte del mundo y, aunque los propios afectados no están en condiciones de reclamar ser enseñados, sí que hay una multitud de organizaciones reivindicativas de sus derechos y, desde luego, lo hacen con el mayor entusiasmo (casi siempre recurriendo como tópico al aforismo, que no deja de ser cierto, de que es mejor enseñar a pescar que repartir los peces). Hay por otro lado casos de gente, instituciones y grupos sociales, incluso países enteros, satisfechas con el modelo educativo existente o con el que ellos disfrutan y el nivel de cultura alcanzado con él, ya sea porque se consiguen resultados óptimos (lo cual es difícil) ya sea por la tranquilidad de espíritu que da la miseria de la propia ignorancia que lleva a no hacer un problema de la educación y a que ni siquiera se demande. También deja de ser preocupante la educación por la implantación de sistemas políticos de diferentes ideologías que usan la educación como instrumento de manipulación que consigue narcotizar a la población entera de grandes países y que consuelan a la gente con ejemplos deformados y caricaturescos de casos, lugares o épocas donde no existía educación. Por lo general en estos supuestos todos los problemas se reducen a poner ejemplos de lo mal que está la educación en otros muchos sitios, de lo que se encuentra material abundante, y reivindicar la gestión completa de medios sin elaborar un balance de resultados. Igualmente hay una cierta calma donde los sectores insatisfechos con las posibilidades educativas existentes no tienen excesivo peso político y sus ideales educativos (y con ellos el futuro personal de sus hijos) se ven condenados al ostracismo social o bien asumen ellos mismos la tarea educativa, con diversos grados de éxito puesto que, no pocas veces, los modestos resultados que se consiguen con mucha entrega personal se ven arrasados por el nebuloso vendaval social impulsado por fuerzas (pre)potentes.

Pero por lo general no dejan de existir tensiones debidas a que la educación contribuye decisivamente a definir los límites y las barreras con que los grupos sociales y los individuos entran en contacto y conforman sus propios intereses vitales. Estos problemas fuerzan a buscar una solución. Mi pretensión es exponer las condiciones en que pueda existir y se pueda mantener una educación en libertad frente al modelo de ganadería en la granja estatalista existente en la mayor parte del mundo y, en concreto, la impuesta en España por la brumosa ideología socialista en beneficio de los que hacen negocio con la libertad y la educación.

Debo pues, antes que nada, hacer una enunciación de los principales aspectos políticos que, en el ámbito de la educación, resultan problemáticos.

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Después expresaré de forma concisa mi propuesta para resolver conjuntamente esos problemas y, finalmente, analizaré en qué medida la propuesta que formulo puede dar respuesta a los problemas planteados.

II Problemas políticos de la educación

Desde una perspectiva política la educación se puede ver de muchas maneras. Inicialmente constatamos que, en torno a ella, los desacuerdos son constantes y se refieren a aspectos nucleares de la misma, pero los principales problemas políticos estimo que son los que se enuncian a continuación.

(1) Un problema inicial tiene que ver con el sentido de la educación. Sobre ella inciden diferentes ideologías con pretensiones radicalmente distintas; se puede buscar una educación personalista frente a otra socialista, una donde la verdad, la razón y la personalidad cuenten frente a otra donde sólo cuente la participación democrática, una donde se fomente el propio interés utilitarista y la educación para el consumo con dosis adecuadas de solidaridad ideal y utópica frente a otra basada en la generosidad y la mejora personal. Puede tener como objetivo moldear individuos adaptados al sistema, buscando su inserción en el proceso de producción y consumo o bien personas con capacidad de autodominio y que no estén fascinados con el consumo. Pero en el contexto democrático que se considera condición necesaria de toda propuesta política es imposible un acuerdo sobre el sentido; no existe una verdad compartida y, consecuentemente, no podemos preguntarnos por el sentido intrínseco de una actividad, al menos esa pregunta es política y socialmente irrelevante. Pero no sólo hay ausencia de verdad sino que también se carece de un código compartido que permita una comunicación transparente y el diálogo, algo que sería de la mayor importancia si entendemos que "la sociedad es un sistema de comunicaciones, mediante el cual los individuos y los grupos participan de todo tipo de mensajes"4.

El hecho de que muchas veces se oriente la educación hacia objetivos aparentemente compartidos, como la educación para la paz, para la tolerancia o similares, como la educación en valores, (distinta a la educación en virtudes) no resuelve el problema. Por lo general oculta siempre nociones dispares de lo que es la paz, la tolerancia y los valores que sólo pueden ser aceptados sobre la base de su comprensión banal y manipuladora. Del mis-Page 101mo modo que dado que hasta ahora ha habido guerras y mucha gente piensa que la causa de la guerra es la inadecuada educación recibida, eso les hace suponer que con la nueva educación ya no las habrá más guerras, algo ingenuo hasta más no poder. La banalidad se patentiza también en la consideración de aspectos accidentales de la educación, es lo que pasa cuando se la ve como mero entretenimiento, obviamente, ligado a atribuirle un carácter lúdico. Esto casi siempre es una consecuencia de haberla considerado previamente como estancamiento o estabulación de los alumnos para evitar que estén engrosando las listas del paro, lo que muchas veces constituye un timo que sólo se oculta con la diversión, nunca exenta de dividendos económicos y políticos para los...

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