Editorial. Sentidos y cuestionamientos del trabajo

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En este número de la Revista se habla mucho del sentido del trabajo y de su cuestionamiento desde perspectivas muy diferentes. Ante todo se menciona el proceso de negación del significado político y social del trabajo mediante el poderoso retorno del trabajo-mercancía en el contexto de lo que se ha venido en llamar la "financiarización de las relaciones salariales" (que es el título de un reciente libro colectivo editado por Luis Enrique Alonso y Carlos J. Fernández), esto es, un modelo construido contra el mundo de los derechos laborales y sociales que ha producido un discurso fuertemente autoritario sobre el poder privado sin equilibrios ni contrapesos y que pone en práctica la desestructuración de la noción política del trabajo a manos de las nuevas formas privadas y públicas de "gobernanza" sometidas a la violencia coactiva de las finanzas. Ésta se expresa en las exigencias de esos mercados en donde el sector financiero, siempre en crisis, cobra cada vez mayor poder. Frente a este "debilitamiento sustantivo del sentido social y jurídicamente fundamentado del trabajo y del empleo", en palabras de Alonso y Fernández, la resistencia colectiva exteriorizada en la movilización social y en el debate ideológico opone una línea de "re-politización" del trabajo -lo que Alain Supiot viene denominado "políticas del trabajo"- en la que éste es considerado como un momento central en la construcción de espacios de libertad y de acción colectiva hacia la igualdad material de los seres humanos que se debe materializar en un completo -y complejo- haz de derechos individuales y colectivos. Es una línea de pensamiento que tiene mucho que ver con la construcción de un Estado Social en el que el trabajo por cuenta ajena es el eje de la ciudadanía, del lugar a partir del cual se generan derechos individuales y colectivos sobre la base de una tutela pública y colectiva de éste.

Esta consideración de la centralidad del trabajo asalariado como condición de ciudadanía tendencialmente plena en un proceso dinámico de consecución gradual de ámbitos mayores de igualdad y de libertad para las personas, es objeto de un cierto cuestionamiento no ya desde las posiciones derivadas de la hegemonía neoliberal en materia de relaciones laborales, sino desde la crítica a esta homogeneización en torno al trabajo asalariado como un producto derivado de la centralidad del pacto fordista y de su dimensión esencialmente cuantitativa como regulación del intercambio salarial entre tiempo de trabajo y salario, sin atender a la dimensión cualitativa del mismo. A ello se refiere, sin embargo, la problemática de la "deshumanización" del trabajo como una realidad nada metafórica o la interpretación de la profesionalidad de las personas como un proceso que debe abarcar el conjunto de la vida laboral y donde el empleo asalariado sólo es una de las posibles modalidades, cuestión que está en la base del Informe Supiot de 1998, hoy un texto olvidado en la práctica política de la Unión Europea y apenas recordado en la memoria de los proyectos alternativos a las políticas de austeridad puestas en marcha por las autoridades económicas y de gobierno europeas.

Desde esa...

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