Editorial

Páginas7-11
7
Es indudable que la conectividad, el acceso a mayor cantidad de información y
la inmediatez en las comunicaciones unido a la digitalización de la vida social
permite una manera diversa de entender las relaciones entre lo individual y lo
colectivo, y la tecnología forma parte de un proceso sociocultural dinámico que
permite ir conformando una identidad común a través de la presencia cotidiana
de la automatización en la vida cotidiana. La Declaración del centenario de la
OIT para el futuro del trabajo aprobada en la 108ª reunión del 2019 coloca en
primer lugar los cambios tecnológicos como eje de las mutaciones que puedan
producirse en el futuro sobre el trabajo: “el mundo del trabajo se está transfor-
mando radicalmente impulsado por las innovaciones tecnológicas, los cambios
demográficos, el cambio medioambiental y climático y la globalización, así
como en un momento de desigualdades persistentes, que tienen profundas
repercusiones en la naturaleza y el futuro del trabajo y en el lugar y la dignidad
de las personas que se encuentran en dicho contexto”.
Esta nueva gran transformación ha generado un discurso muy extendido según
el cual el trabajo desaparecería en su concepción actual, en la medida en que las
nuevas formas de trabajo que se expresan en nuevas formas de negocio no serían
susceptibles de regulación tal como hoy la conocemos, perdiendo cada vez más
intensidad y presencia la regulación externa y colectiva del mercado de trabajo,
a la vez que se desarrollaría la protección a cargo del Estado del mínimo vital
desconectado del hecho de la actividad productiva. No es una opinión excéntri-
ca o poco extendida. Por el contrario, está en la base de una narrativa distópica
que se difunde en los medios de comunicación y en otros productos culturales
de amplio impacto en la opinión pública.
En un reciente y muy comentado artículo, el filósofo político Daniel Innerarity
alertaba sobre el hecho de que el capitalismo de las plataformas agitaba el fan-
tasma de la automatización para disciplinar y desvalorizar la fuerza de trabajo,
recordando a sus lectores que la distopía de la sustitución de trabajo humano por
trabajo realizado por las máquinas no tendrá lugar. No se trata de sustituir el tra-
bajo sino de alterarlo sustancialmente de manera que “tanto el microtrabajo mal
remunerado como el empleo de los datos que los consumidores proporcionan
sin remuneración alguna implican una radical transformación del capitalismo
que puede ahora prescindir de la figura del salariado y sus inconvenientes”.
ECONOMÍA DIGITAL Y RELACIONES DE TRABAJO. UN
DEBATE ABIERTO
EDITORIAL

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR