Editorial

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Es un lugar común comprobar que vivimos en una época de turbulencias y rápi-
das transformaciones que cuestionan algunas certezas muy establecidas y que
plantean retos e interrogantes sobre el futuro del trabajo que ya no es como nos
lo representábamos hace tan solo una veintena de años. Estas incertidumbres
sobre el futuro suelen centrarse en dos grandes bloques de problemas. De un
lado, la posibilidad de que se de continuidad a una política de desmantelamiento
de derechos laborales que ha venido irrumpiendo en los últimos ocho años. De
otro, la presencia, profusamente anunciada, de cambios tecnológicos decisivos
en la modificación de las formas de trabajar. Son dos discursos paralelos que sin
embargo en más ocasiones de las que se quiere reconocer, convergen. El mundo
del futuro requiere un trabajo sin garantías, líquido y esencialmente inestable, y,
viceversa, la degradación de los derechos laborales es plenamente funcional no
sólo a la creación de nuevos empleos sino a la propia recuperación de la economía.
En el primer vector, el futuro del trabajo pronostica la consolidación de un para-
digma regulativo que abandona paulatinamente el modelo de reconocimiento
y garantía de derechos derivados del Estado Social, consolidando una brecha
creciente entre las constituciones nacionales y la regulación de mercado que
directamente quiere imponer sus reglas sobre el trabajo ignorando el marco
institucional que caracteriza a los sistemas democráticos desarrollados. Es un
proceso que tiene sus hitos marcados.
En efecto, la crisis económica y financiera que comienza en el crack del 2008 y
ha afectado prioritariamente al mundo desarrollado, tiene una especial reper-
cusión en la Unión Europea, presente a partir de la crisis del Euro en el 2010
con Grecia, que generó la emanación de mecanismos intergubernamentales de
estabilidad monetaria y financiera con intervenciones de soporte a las econo-
mías de los países sobre endeudados sometidas para su concesión a criterios “de
estricta condicionalidad política” que generaron las llamadas políticas de auste-
ridad que asolaron el sur y el este de Europa a partir de aquella fecha generando
un incremento formidable de la desigualdad, empujando a la exclusión social
a amplias capas de la población y a una devaluación salarial extremadamente
fuerte en todos esos países.
EL FUTURO DEL TRABAJO
EDITORIAL

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