Economía social y empleo en la Unión Europea. (recensión)

AutorNatividad de la Red Vega
Páginas219-224

JOAQUÍN MARÍA RIVERA ÁLVAREZ

ECONOMÍA SOCIAL Y

EMPLEO EN LA UNIÓN

EUROPEA

VV.AA.

CIRIEC. Valencia, 2000

820 páginas

Presentamos una obra que refleja el resultado

de un amplio estudio, originado desde la

preocupación por el empleo en los quince países

de la Unión Europea, y se desarrolla dentro

del marco de la Acción Piloto «Tercer Sistema

y empleo». Su realización se debe a uno

de los dos equipos de investigación integrado

por seis directores y veintisiete investigadores

al que han dedicado casi tres años (1997 -

98-99). El reconocimiento de la importancia

de esta obra lo expresa el patrocinio con el

que ha contado para su publicación por parte

de la propia Dirección General de Fomento

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de la Economía Social y por el Fondo Social

Europeo del Ministerio de Trabajo y Asuntos

Sociales de España. El resultado es un trabajo

centrado en el papel de la Economía Social;

caracterizada ésta por una finalidad de

servicio a los miembros o a la colectividad,

por la primacía de las personas sobre el capital,

por el funcionamiento democrático y por

la autonomía en la gestión respecto a los poderes

públicos.

La relación de la economía social con el

empleo no es un fenómeno reciente. La economía

social tiene sus antecedentes en los

gremios, las comunidades y las cofradías.

Sus orígenes desde finales del siglo XIX

arrancan de aportaciones teóricas y prácticas.

Entre las primeras cabe recordar a pensadores

como Owe (1771-1857), Saint Simon

(1760-1825) o Le Play (1806-1862), por citar

solo algunos y que se plantean el control de

la economía a favor del hombre a través de

algunas reglas como la democracia interna,

la búsqueda del precio justo, la implantación

de circuitos cortos. En esos mismos años encontramos

experiencias y realizaciones concretas:

la cooperativa de consumo multifuncional

de Rochedale fundada en 1844 con la

instauración del principio «un hombre un voto

» y la creación de fondos de formación.

También en estos años Raffeisen en 1864 llega

a crear una caja de crédito basada en el

concepto de solidaridad ilimitada para evitar

la usura. Schuelxe Delitzch crea en 1850 una

caja de seguros de enfermedad y un organismo

de crédito popular. Paralelamente a estas

iniciativas encontramos a los mutualistas

creadores de numerosas sociedades de socorro,

mutuas de agricultores fundadores de

seguros agrícolas, cajas de crédito, de cooperativas,

asociaciones.

A través de las primeras experiencias de

Economía Social, desde motivos y formas diversas,

se constata que nace vinculada a lo

local y desde principios similares, plurales y

flexibles relacionados con la solidaridad, la

democracia y la responsabilidad. Se concreta

en el marco organizativo de asociaciones,

mutualismo, cooperativismo, comunitarismo

y sindicalismo. De hecho, en el mundo obrero

y en agrícola no es infrecuente encontrar la

correlación entre sindicalistas, cooperativistas

y mutualistas, apoyados frecuentemente

por entes territoriales que se han mostrado

aliados naturales de la Economía Social.

Con el avance de la división del trabajo, se

experimenta un marcado refuerzo desde distintas

formas de cooperación de usuarios

(ahorro, crédito, consumo...) y de productores

(empresarios individuales y trabajadores

asociados). Actualmente se originan formas

de Economía Social a través de modalidades

de cooperación multisectorial y transversal.

Las modalidades concretas varían, bien se

trate de Economía Social a través del trabajo

independiente (pp. 51-56), en el sector servicios,

con una amplia variedad y relevancia

en casi todos los Estado miembros (pp. 56-

75), o a través de las cooperativas de trabajo

asociado, con una trayectoria diferente en cada

uno de los Estados miembros, influido el

proceso muchas veces por el respaldo de las

políticas públicas.

Esta trayectoria explica los enfoques plurales

de la Economía Social, que es un término

más preciso que la atribuido al Tercer

Sector y más amplio que el correspondiente

tanto a la llamadas «economía solidaria» o

economía alternativa

. La convergencia de

los diferentes enfoques de la Economía Social

se encuentra en torno a los principios

presentes en cooperativas, mutuas, asociaciones

y organizaciones y que cabe resumir

en las siguientes: relaciones y agrupaciones,

lo que hoy conocemos como redes, libre adhesión,

democracia, ausencia de beneficio individual,

desarrollo integral de la persona e independencia

ante otros organismos

En algunos países se circunscribe la Economía

Social al ámbito del Tercer Sector, situado,

por tanto, entre el espacio de la economía

mercantil y el Estado. Los autores del

informe final han preferido utilizar el término

Tercer Sistema

, como ámbito o campo

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220 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 35

de trabajo, aún reconociendo que las fronteras

aparecen borrosas (pp.15-21). El Tercer

Sistema, se considera aquí integrado principalmente

por cooperativas, mutualidades,

organismos de voluntariado, asociaciones,

fundaciones. Se trata, por tanto, de organizaciones

e instituciones que no pertenecen al

sector público, y que no persiguen exclusivamente

el fin de lucro. Presentan algunas dinámicas

que caracterizan el talante y la tendencia

del Tercer Sistema: a) flexibilidad de

las organizaciones, interna , como la diversidad

de horarios, por ejemplo, y externa, manifestada

en pluralidad de actividades; b) la

emergencia de nuevos empleos apoyados por

una mezcla de voluntariado y apoyo público

para velar por la dinámica de los empleos

creados; y c) la consolidación que se refleja

en el desarrollo de la normativa que regula

las actividades de este Sistema (pp. 183-

188).

En la obra se reconoce la dificultad de saber

si existe una conciencia o reconocimiento

de un sector alternativo en relación al Sector

Público y al Sector de la empresas mercantiles

y privadas (p. 20 y pp. 37-46).

En cualquier caso, se trata de un campo

cuyo interés, en términos de empleo, se pone

de manifiesto en el volumen que representa

el 8% de empleo a tiempo completo equivalente

¿TCE¿ (tal como nos especifica la tabla

1 de las páginas 25-26).

Pero la importancia del dato no es sólo

cuantitativa. Se trata de resaltar el interés

que tienen algunas de estas iniciativas al incluir,

en el proceso productivo, personas que

difícilmente encontrarían ocupación en el

mercado. Como es sabido, en la sociedad actual,

marcada por un proceso de cambio acelerado,

no es infrecuente que personas en

edad laboral y capacitadas para el trabajo no

logren encontrar ocupación. La no participación

en el mundo del trabajo, representa un

evidente riesgo de exclusión social, y se puede

concretar en colectivos específicos ¿mujeres,

jóvenes¿, o también en contextos o ámbitos

territoriales. Cuando unos y otros quedan

desclasificados

de la dura competición por

el acceso a los puestos de trabajo escasos, la

Economía Social puede representar una medida

u oportunidad de respuesta laboral, como

se nos muestra en esta obra a través de

los múltiples ejemplos en los sucesivos países

de la Unión Europea.

La obra en su conjunto se divide en dos

partes. En la primera de ellas se incluye el

informe final y en la segunda los informes

nacionales de los quince Estados miembros

de la Unión Europea. Ofrece además, al final

del libro, un apartado en el que se recoge el

compendio relativo al reconocimiento en el

marco de la Unión Europea sobre la Economía

Social a partir de la década de los años

setenta.

Iniciar la lectura del texto desde el informe

final, nos proporciona las claves que nos

orientan en la diversidad de situaciones sobre

la Economía Social en cada uno de los Estados

miembros. De hecho, en esta primera

parte, se nos describe el campo de estudio y

su importancia en términos de empleo real

creado, así como el reconocimiento por parte

de la sociedad de la que se trate; cómo está

evolucionando la Economía Social en el Tercer

Sistema; con qué estructuras de apoyo

cuenta en Europa o en los diversos Estados

de la Unión, así como las recomendaciones

que se derivan de la situación general.

No obstante las imprecisiones conceptuales,

lo que dificulta el rigor metodológico en

el proceso de investigación, particularmente

cuando se pretende comparar unos países

con otros, la evolución del empleo generado

en el Tercer Sistema aparece como una de

las claves que indica, en términos cuantitativos

y cualitativos, su interés y relevancia en

la dinámica de empleo. De hecho, el informe

en su conjunto, nos muestra una serie de tablas

en las que resulta evidente el peso y tendencia

que está teniendo la Economía Social.

A la luz de la evolución y resultados de la situación

actual, se dan algunas claves para el

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proceso de consolidación a través de la orientación

legislativa y reglamentadora, a través

del reconocimiento de la función del empleador,

y también a través de la importancia de

la profesionalización, y no sólo a través de la

formación o del tipo de apoyo mas eficaz y

oportuno en este campo (pp. 79, 174 y 183-

188).

En el tercer apartado del informe final se

presta una atención especial a los organismos

de apoyo y a las funciones que desempeñan,

poniendo de manifiesto las experiencias

más exitosas e innovadoras, en las que además

de la descripción de datos, se resaltan

los puntos fuertes y débiles y se señalan claves

de funcionamiento de los organismos de

apoyo (p. 127) para el avance de modelos que

favorezcan las buenas prácticas.

Como cabe esperar, la tradición, el dinamismo

económico y la capacidad de dialogo

social influyen en la realidad de la Economía

Social. En cualquier caso, las políticas públicas

sobre la Economía Social y Empleo, representan

un impacto positivo bien se trate

de incidencia directa, sobre el empleo en el

sector, o de políticas que afectan a las estructuras

del sector, con efectos indirectos sobre

el empleo. A través del apartado 4 del informe

final se resalta que en aquellos países con

mayor trayectoria en Economía Social se

cuenta con una riqueza de dispositivos y políticas

públicas directas e indirectas en este

ámbito . En otros países con experiencia más

corta, las medidas específicas dirigidas al

sector de empleo son aún escasas y con frecuencia

inducidas por dispositivos supranacionales.

Tal como se recoge en el último apartado

del informe final, desde la flexibilidad interna

y externa de las experiencias, el aumento

del empleo desde la Economía Social tiene

lugar en unidades pequeñas centradas en los

servicios, en la experimentación y en los nichos

de producción. Otra dinámica destacable

tiene que ver con la emergencia de los

nuevos empleos relacionados con el surgir de

nuevas necesidades y nuevo público, casi

siempre desde la importancia de lo local, es

decir a través de experiencias centradas en

el territorio. La tercera clave a resaltar está

relacionada con la consolidación necesaria

que favorezca la solvencia económica de las

actividades y la profesionalización del personal

para el enriquecimiento de los recursos

humanos.

En la segunda parte de esta obra se recogen

los quince informes nacionales correspondientes

a los respectivos Estados

miembros de la Unión Europea. Tanto la

concepción como las principios en la Economía

Social se encuentran permeados por un

enfoque dinámico de la sociedad y las características

específicas de contextos. Así, por

ejemplo, cabe deducir, de la lectura de los sucesivos

informes que, en el contexto anglosajón,

prevalece la traducción de una dinámica

vinculada a la práctica, mientras que en la

sociedad latina se refleja más la incidencia

de los principios.

Pero además, tenemos, en primer lugar,

que la especificidad de cada nación, con sus

precedentes históricos, políticos y culturales

se refleja también en la Economía Social del

conjunto de la Unión. En el marco de esta diversidad,

se constata la abundancia de iniciativas

que muestran un intento común de

vincular la solidaridad en el proceso económico,

en un ambiente marcado por la competitividad

y el esfuerzo necesario para llegar a

la meta tal como parece sugerirnos la foto de

la portada de esta obra.

Como cabría esperar, en los diversos países,

existe una tendencia congruente entre

reconocimiento interno entre los miembros

de los integrantes de las respectivas organizaciones,

el reconocimiento mediático y/o

conceptual y el reconocimiento de los poderes

públicos. De aquí podemos deducir que la

Economía Social está mas establecida en

Francia, Bélgica y España; experimenta un

realidad menos sólida en Dinamarca, Finlandia,

Grecia, Italia, Suecia, Irlanda, Portu-

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gal y Reino Unido. En otros países, permanece

vinculada al Tercer Sector representado

por el sector no lucrativo y el sector voluntario

como ocurre en Alemania, Austria, Luxemburgo

y Holanda.

En varios de los informes, de Austria, Finlandia,

Grecia..., se constata que no se puede

hablar con propiedad de una Economía Social

puesto que falta el sentimiento de unidad entre

cooperativas, asociaciones, mutuas, etc,

aunque exista este tipo de empresas y representen

una realidad económica considerable,

si bien en algunos casos, su funcionamiento,

no se distancia mucho de la economía tradicional

(p. 246).

El empleo que se estructura en torno al

Tercer Sistema, en la mayoría de los países

de la UE está claramente diferenciado, desde

un área central de trabajos con seguridad social

y cualificados a otros trabajos sin seguridad

social, a menudo de duración limitada.

Se nos muestra un detallado análisis sobre

las particularidades y formas en las que se

expresa en cada uno de los países miembros

de la U.E. Con diferencias. Eso sí, entre diversos

países que van del 16,64% en Holanda,

el 15,89% en Irlanda y el 13,85% en Dinamarca,

al 3,50% en Portugal, el 4,60% en

Luxemburgo y el 5,83% en Suecia. En España

encontramos un valor ligeramente superior

a la media con el 9,97%. (referencia tabla

1 pp. 25-26 y pp. 183-184).

Las diferencias son patentes entre los diversos

países. La tendencia común de la Economía

Social parece destacar en el sector sanitario

y social, por ser éste, tal como se nos

indica en el informe nacional alemán, un

campo de expansión de los derechos sociales,

y por la atención a las consecuencias derivadas

de la sociedad dual que exige respuesta a

necesidades básicas de aquellos que carecen

de seguros y cobertura social. De este modo

puede afirmarse que, una parte importante

de las organizaciones del Tercer Sector que

emplea mano de obra, funciona como una rama

del Estado del Bienestar. También encontramos

otra parte integrada en las economías

de mercado en el servicio al consumidor.

Se constata en éste ámbito la importancia

del trabajo independiente desarrollado por

agricultores o comerciantes, el sector servicios,

las cooperativas de trabajo o de servicios

o asociaciones o fundaciones que centran

su actividad en servicios directos a personas,

en la gestión, formación o asesoramiento,

programas o servicios de inclusión social de

colectivos diversos. Con menor incidencia,

pero en evolución progresiva, aparecen también

los servicios de proximidad a través de

servicios de ayuda a domicilio, movimientos

de auto-ayuda, servicios de guardería... En

algunos países, como Bélgica, por ejemplo, se

incluye también la presencia en el medio ambiente.

Parece relevante para el concepto, contenido

y desarrollo de la Economía Social, el

cómo se organizan las diversas iniciativas

existentes: en Dinamarca, por ejemplo, en diversas

ciudades aparecen los «proyectos de

organización en red»; en España (pp. 373-

415), las empresas del sector de mercado de

la Economía Social se encuentran bien estructuradas,

tanto en el ámbito autonómico

como estatal, a través de Federaciones, y

también algunas asociaciones con amplia

trayectoria histórica, otras asociaciones que

han surgido en los últimos años, vinculadas

generalmente a la lucha contra la exclusión

social o desarrollando actividades de inserción

para el trabajo no han alcanzado un nivel

organizativo deseable (pp. 410-411).

Las asociaciones tienen una mayor relevancia

como nos indican los informes referentes

a Dinamarca, Bélgica, Francia...; si bien,

también las cooperativas de trabajo asociado,

u otras modalidades, cuentan con una presencia

muy marcada en países como Italia y

España. También en Suecia están adquiriendo

importancia las nuevas empresas cooperativas

y las agencias de desarrollo cooperativo

(pp. 803-804). Sin embargo, tal como se des-

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taca en el informe belga, las cooperativas como

tales, en particular las de ahorro, crédito

o de seguros para mantener el nivel exigido

por la economía competitiva, muestran un

claro debilitamiento de sus principios fundadores

(p. 308). Pero si las diversas iniciativas

de Economía Social no son competitivas, y

para ello necesitan «hacer cuentas con el

mercado» no tienen fácil su pervivencia a no

ser que dispongan de otros fondos. Casi todos

los informes de los respectivos países plantean

la necesidad de reforzar las relaciones entre

las iniciativas de Economía Social y las

Administraciones Públicas. Ello puede influir

en su independencia como se nos indica en el

informe danés (p. 369), si bien otros opinan

que no tiene porqué ir mas allá de una conveniente

y sana colaboración pero sin que llegue

a considerarse como extensión de la política

social gubernamental. Tampoco faltan

casos, como en Finlandia en el que se indican

las dificultades con las que se pueden encontrar

los gobiernos en la práctica de apoyo a

las empresas del Tercer Sector por parte de

las organizaciones de los trabajadores o con

los reglamentos que regulan el sistema fiscal

o las prestaciones por desempleo (p. 439).

Estos y otros obstáculos que se describen

en la obra no restan interés y actualidad a la

Economía Social. Las mismas directrices comunitarias

del empleo para 2001, a través de

la Comisión Europea, instan a los Estados

miembros de la UE a desarrollar estrategias

que potencien la creación de empleo en el ámbito

local. Para ello se sugiere el esfuerzo de

administraciones públicas, regionales y locales

y la alianza con diversos agentes presentes

en el territorio. Se persigue, en definitiva,

potenciar enfoques integrados por agentes

públicos, sociales, locales o regionales en la

promoción del empleo. Y se pretende esta dinámica

desde una perspectiva europea en la

que encontramos múltiples y diversas experiencias

canalizables a través de la Economía

Social. En todas ellas se detecta, como característica,

la importancia de los recursos humanos

en la producción de pequeñas iniciativas

y realidades emprendedoras, sin perder

de vista el marco económico más amplio y general.

La lectura de esta obra nos evoca la posibilidad

de potenciar, también desde la economía,

la relación Yo-Tu frente a la relación

Yo-Cosas. Y esto cuando se admite la dimensión

social y no sólo la mercantil. Es así como

nos situamos en el principio de Martin Buber,

para asegurar que el fundamento de la

buena sociedad

reside en el principio de

que las personas son fines y no medios, y que

también desde este enfoque, es posible encontrar

en la globalización del «capitalismo

desorganizado» nuevos yacimientos de empleo

desde estilos, no únicamente mercantilistas,

que nos acerquen a globalizaciones

solidarias. Tales referencias están en consonancia

con la Tercera Vía, aunque tal vez no

tanto como vocación socio- política (A. Gidens)

y más cercana al enfoque que aboga

por el acercamiento entre agentes implicados

en la buena sociedad de la que habla recientemente

  1. Etzioni.

Concluyendo, la lectura de esta obra nos

aporta amplias informaciones y muchas sugerencias.

Para que éstas puedan ser provechosas,

se necesita continuar con investigaciones

capaces de producir resultados que contribuyan,

a su vez, a una mayor concreción conceptual

y operativa de la Economía Social en toda

la Unión Europea. Del conjunto de reflexiones

provocadas nos parece poder destacar dos. Por

una parte, en esta obra se muestra que existen

huecos de empleo

y posibilidades económicas

que, adecuadamente organizadas desde la

Economía Social, pueden facilitar el trabajo a

personas que tienen dificultades de integración

en el mundo laboral. Por otra parte, se indica

que, en la época de la globalización económica,

caben y son necesarias dinámicas que,

desde el potenciamiento de lo comunitario (cooperación,

mutualismo, asociacionismo), equilibren

el protagonismo del Estado y del mercado

enriqueciendo así la realidad social.

NATIVIDAD DE LA RED VEGA

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