Echar a la calle: el destronamiento simbólico de Alfonso XIII

AutorMarie Angèle Orobon - José Luis González Fernández
CargoUniversité Sorbonne Nouvelle-Paris 3 - Universidad Complutense de Madrid
Páginas171-199
ECHAR A LA CALLE: EL DESTRONAMIENTO SIMBÓLICO
DE ALFONSO XIII
OUT ON THE STREET: ALFONSO XIII’S SYMBOLICAL
DETHRONEMENT
Marie-Angèle Orobon
Université Sorbonne Nouvelle-Paris 3
José Luis González Fernández
Universidad Complutense de Madrid
Resumen
La proclamación de la Segunda República en España arrastró una gesta
iconoclasta contra la monarquía y sus emblemas. Entre violencia y parodia, la
erradicación de las marcas monárquicas del espacio público significó el derribo
simbólico de la monarquía española que nunca afectó a la persona real, pero que,
literalmente, dejó al Rey y a la monarquía al pie de la calle y del exilio.
Palabras clave: monarquía, iconoclastia, 14 de abril, simbología, caricatura, calle
Abstract
The proclamation of the Second Republic in Spain triggered an iconoclastic
reaction against the monarchy and its emblems. Between violence and parody, the
eradication of signs of the monarchy in public areas represented the symbolic
overthrow of the Spanish monarchy. It pushed the King and the monarchy out on
the street and into exile without attacking the royal figure proper.
Key Words: monarchy, iconoclasm, April 14th, symbolic, caricature, street
SUMARIO: I. INTRODUCCIÓN.- II. “¡QUE BAJE ÉL A LA CALLE!”: LA
DEFENESTRACIÓN DE ALFONSO XIII.- III. LA DESMONARQUIZACIÓN DE LA
CALLE.- IV. FOLKLORE, PARODIA E INVERSIÓN CARNAVALESCA.- V. EPÍLOGO:
HACIA UNA NUEVA SIMBOLOGÍA NACIONAL
I. INTRODUCCIÓN
Un grupo de tres hombres está subido en el caballo derribado de la que fue
estatua ecuestre de Felipe III sita en la Plaza Mayor de Madrid. Uno alza el puño
izquierdo, el otro blande lo que bien podría ser el cetro del monarca, el tercero
sostiene el asta de una bandera tricolor, aunque la enseña ha quedado fuera del
encuadre. La foto recoge metonímicamente el rito iconoclasta de destrucción de
los símbolos de la monarquía que acompañó la proclamación de la II República el
14 de abril de 1931 tras la victoria en las elecciones municipales de las
candidaturas republicanas. La imagen tomada en la Plaza Mayor, el 14 o quizás
el 15 de abril, a la vez que plasmaba gráficamente el cambio revolucionario –el
pueblo soberano ha sustituido al Rey en el caballo, el cetro ha cambiado de
Revista de Historia Constitucional
ISSN 1576-4729, n.20, 2019. http://www.historiaconstitucional.com, págs. 171-199
mano ofrece, en su vistosa escenificación, lo que significa la paradoja
iconoclasta, esto es, una fábrica de nuevas imágenes y símbolos, fenómeno que
ejemplifica lo que Bertrand Tillier ha denominado “recarga simbólica de la
destrucción”.1 Los emblemas revolucionario –el puño en alto– y republicano la
bandera– han sustituido a los símbolos monárquicos, al quedar derribado el real
jinete. El mismo símbolo de la autoridad real –el cetro– se ha convertido en poder
del pueblo. Por igual la foto destaca el poder de la acción colectiva al hallarse
rodeados los tres hombres de una muchedumbre que celebra y comparte el
espectáculo. Esta comunión en la destrucción representaba, junto a la nueva
rotulación de calles, las parodias de entierros, ejecuciones y viajes, lo que Rafael
Cruz ha definido como “la fiesta de la fraternidad reivindicativa”.2
La primera crisis iconoclasta del imperio bizantino en el siglo VIII había sido
principalmente justificada por la condena específica del culto a las imágenes por
el segundo mandamiento, ya que los iconos –aquellas imágenes sagradas usadas
desde hacía siglos por los cristianos como ayuda del culto– podían convertirse en
ídolos. Al igual que las crisis iconoclastas anteriores –en el judaísmo que había
expurgado las sinagogas de pinturas y relieves, o en el islam que había
mantenido el aniconismo– la oleada iconoclasta bizantina se enmarcaba en los
debates en torno a la ontología y función de los iconos. Es decir, resumiendo
esquemáticamente, ¿pasaban a su modelo los honores rendidos a las imágenes,
según lo enunciado por san Basilio? O bien ¿no se podía convertir la veneración
de las imágenes sagradas en adoración de ídolos?3 Obviando las luchas por el
poder político y religioso con las que se entremezcló la iconoclastia bizantina, fue
también el rechazo a la veneración de los iconos, asimilada con idolatría, lo que
imperó en las crisis religiosas de la época moderna, con los episodios iconoclastas
perpetrados por los protestantes y los calvinistas –más radicales éstos que
aquéllos–, a los que habría de responder, la verdad sea dicha, una violencia
católica mucho más sangrienta.4
La iconoclastia revolucionaria se basó exactamente en lo contrario. Fue
precisamente el poder concedido a las imágenes lo que llevó a la destrucción de
los retratos o esculturas de Luis XVI y a la erección en su lugar de alegorías
femeninas de la libertad, sustitución que encarnaba el desplazamiento del centro
del poder.5 En el fondo, la iconoclastia revolucionaria secularizada emulaba la
iconoclastia religiosa ejercida más de dos siglos antes en la conquista del imperio
azteca por los españoles, quienes sustituyeron los ídolos mexicas por las
1 Bertrand Tillier, “La mort des statues. Imaginaires archaïques et usages politiques de
l’iconoclasme”, en Emmanuel Fureix (dir.), Iconocl asme et révolutions de 1789 à nos jo urs, Champ
Vallon, Ceysérieu, 2014, p. 33.
2 Rafael Cruz, Una revolución elegante. España, 1931, Alianza Editorial, Madrid, 2014, pp. 86-
87. El diario monárquico y católico El Debate consideró aquello como un “espectáculo de mal
gusto”, en Rafael Cruz, Una revolución elegante. España, 1931, op. cit., ibíd.
3 Jean Gouillard, voz Iconoclasme”, Encyclopædia Universalis, 1982, p. 709; David Freedberg,
Le pouvoir des images, París, Gérard Montfort Éditeur, 1998, pp. 426-430; Judith Herrin, Women
in Purple. Rulers of Medieval Byzantium, London, Phœnix Press, 2002, pp. 40-41.
4 Natalie Zemon Davis, Les cultures du peuple: rituels, savoirs et résistances au 16e siècle,
Aubier-Montaigne, París, 1979, especialmente el capítulo 6, “Les rites de violence”.
5 Lynn Hunt, Politics, Culture, and Class in the French Revolution, University of California Press,
Berkeley/Los Angeles, 1984.
Marie-Angèle Orobon y José Luis González Fernández
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