Las dos almas de Portugal

AutorModesto Barcia Lago
Páginas351-373

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Es revelador el paralelismo que se observa entre las Coronas de Aragón y la de Portugal, a ambos lados, oriental y occidental, del Reino meseteño, ante la supremacía castellana; pues si la primera hubo, de alguna manera, como dice DOMINGUEZ ORTIZ, de salir "a buscar fuera de la Península un campo de expansión a su energía vital"845 en un fructuoso movimiento expansivo orientado al Mediterráneo, la otra, la portuguesa, vertió el caudal victorioso de Aljubarrota en la epopeya oceánica, como otra vez Miguel TORGA acertó a expresar en su poema "Sagres":

Vinha de longe o mar...

Vinha de longe, dos confi ns do medo...

Mas vinha azul e brando, a murmurar

Aos ouvidos da terra um cósmico segredo.

E a terra ouvia, de perfi l agudo,

A confi dencial revelaçâo

Que iluminava tudo

Que fora bruma na imaginaçâo.

Era o resto do mundo que faltava (Porque faltava mundo!).

E o agudo perfil mais se aguçava,

E o mar jurava cada vez mais fundo.

Sagres sagrou entâo a descuberta

Por descobrir:

As duas margens da certeza incerta

Teriam de se unir!846

Pero ambas, no obstante sus matices diferenciales, lo harían sin perder de vista el ortograma ibérico. Una continuada, por veces sinuosa y contradictoria, política de enlaces matrimoniales, intentaba conseguir un linaje que resumiera la legitimidad de las tres -o cuatro, con Navarra, pero terminaría incorporada Page 352 a Castilla- Coronas que articulaban políticamente el territorio peninsular: Castilla, Aragón y Portugal. La desmesura que Castilla presentaba respecto de los demás Reinos, daba lugar a diferentes apreciaciones acerca del papel que a cada uno correspondía en la realización de aquel ortograma.

En todos los Reinos existían poderosos grupos adversos a la hegemonía castellana -así como partidarios de ella-; mas, si en Aragón el compromiso de Caspe signifi có una decidida opción por concurrir en el momento decisivo a la empresa unitaria -aunque sin perjuicio del marco confederal y tradición pactista de los territorios del Casal dáAragó y de las complicaciones derivadas de la interferencia de los Infantes de Aragón-, era comprensible que en Portugal, una política semejante encontrara más resistencia, porque había un conflicto casi irresoluble entre las "dos almas" del Reino Lusitano: la que le había dado nacimiento, con el desgajamiento portocalense del Reino de León, urgía a una independencia rigurosa, que sustentaba en los apoyos exógenos del Papado y la alianza inglesa y hacía del anticastellanismo ideología legitimadora; la que, sin apostatar de la identidad política propia, no quería renunciar tampoco al derecho del Reino portugués, como integrante de la koinonía política ibérica, a concurrir con plena legitimidad a la realización del ortograma que había dado sentido a la "Reconquista", optaba por no ausentarse del movimiento histórico que llevaba a la unión de una Hispania triunfans, de una Felix per orbem Terra Hibera!, conforme al viejo canto de Prudencio. Las "dos almas" chocarían dramática y decisivamente en el gran equívoco de Aljubarrota.

Las lágrimas de Doña Inés

Ningún episodio ilustra mejor el dramatismo de la trágica tensión entre estas "dos almas", que la inmolación de Doña Inés de Castro, la hermosa gallega del "cuello de garza"-"Caralinda" es el apodo que recibe en el cancionero popular de aquende el Miño- que cautivó para la eternindad el fi ero corazón del hijo de Don Alfonso IV, heredero de la Corona portuguesa, futuro Don Pedro I o Justicieiro, e inscribió indeleblemente su impacto emocional en la memoria colectiva de los portugueses.

Un español fi nisecular décimonónico, amante de Portugal, como era Antonio SÁNCHEZ MOGUEL, empeñado en deslindar la leyenda de la "fonte dos amores" de la realidad histórica de la peripecia dramática de Inés de Castro "nos saudosos campos do Mondego", se quejaba de que "los poetas idealizaran su martirio y los lugares y circunstancias en que se verificó la dolorosa tragedia"847. ¿Qué importa? ¿Podían, acaso, los escritores desaprovechar el fi lón literario de tan infelices amoríos? Madame de GENLIS848, o QUERALT Del HIERRO849, Page 353 por poner dos ejemplos de literatura femenina, dan cuenta de la vigencia intemporal de un mito que rebasaba los límites portugueses. La legendaria exhumación, coronación de los restos de la sacrifi cada Inés como Reina y el besamanos del cadáver; su traslado al magnífico túmulo de Alcobaça..., fueron capítulos "do surto de um drama histórico que se aguentaria no cartaz durante mais de cinco séculos", en palabras de O. MARQUES850, y en su idealización las letras castellanas tuvieron un destacado papel, empezando por Nise laureada del erudito dominico gallego Fray Jerónimo Bermúdez (Antonio de Silva), continuación de su composición Nise lastimosa, una traducción libre en delicados versos de la excelente tragedia portuguesa Doña Inés de Castro debida a António Ferreira, o las obras del Licenciado Mejía de la Cerda, de Lope de Vega, y muy particularmente de Vélez de Guevara, autor de la obra Reinar después de morir, argumento en el que se inspirarían las comedias populares que integran el denominado Theatro de Cordel, e incluso el melodrama Inés de Castro de la autoría de Víctor Hugo, como tiene estudiado atentamente el citado Antonio SÁNCHEZ MOGUEL851.

Lo relevante para nuestro propósito, es el modo en que el episodio mitificado se modula en las conciencias en el contexto del ortograma geopolítico ibérico, que constituye el objeto de nuestra indagación. Como resume O. MARQUES, "uma paixâo amorosa altamente romanceada tornou-se depois pretexto para a influência castelhana em Portugal"852, que la nobleza cortesana que rodeaba a Don Alfonso IV no podía consentir, y la ejecución de la bella, degollada el 7 de enero de 1355 en Coímbra, se hizo necesaria a la "razón de Estado", si tal pudiera decirse en aquel tiempo, para impedir la muy probable preterición de los derechos de sucesión del infante legítimo Don Fernando, hijo de Don Pedro y de su fallecida consorte Doña Constanza Manuel, en beneficio de los hijos de la amante, e incluso prevenir las tentaciones del Príncipe de reclamar para sí la Corona de Castilla, ya que era nieto del Rey Sancho IV por parte de su madre la Reina Doña Beatriz, y provocaría la complicación de Portugal en las disensiones civiles castellanas. La cólera vesánica del Príncipe se cebó en terrible venganza contra los ejecutores de su amada, cuando, al acceder al trono en 1357 a la muerte de su padre, la concordia con Castilla -en la que reinaba su pariente de igual nombre, también aquejado de paroxismo mental- hizo posible la captura de dos de ellos -el tercero consiguió escapar a tiempo- allí refugiados después de la muerte de Don Alfonso IV, quienes creyéndose fuera del alcance del arduus furor del nuevo Rey, fueron, sin embargo, entregados en prenda política, sin respeto por las formalidades jurídicas de su extradición, como puntualizó el Magistrado Manuel ALMENAR BELENGUER en unas jornadas sobre la cooperación transfronteriza organizadas en Braga en 2001 por el Conselho Distri- Page 354 tal de Porto da Ordem dos Advogados portugueses, y que noveló exitosamente Joâo AGUIAR en su obra Inés de Portugal 853.

Escribió Camôes bellísimos versos glosando el desenvolvimento de la tragedia de los amores prohibidos de Don Pedro I y Doña Inés, remarcando el contrapunto de la unión que había dado la victoria ibérica del Rio Salado:

Passada esta tâo próspera vitória,

Tornado Afonso à Lusitana Terra,

A se lograr da paz com tanta glória

Quanta soube ganhar na dura guerra,

O caso triste e dino da memória,

Que do sepulcro os homens desenterra,

Aconteceu da mísera e mesquinha

Que despois de ser morta foi Rainha854.

La prevención anticastellana que determinó su condena y ejecución resalta en las Trovas à morte de D. Inês de Castro del poeta Garcia de Resende:

Olhai quâo justa querela

Tendes, pois, por amor dela,

Vosso filho quer estar

Sem casar e nos quer dar

Muita guerra con Castela.855

Pero supo Miguel TORGA expresar todo el simbolismo ibérico del martirio de la desventurada novia que reinó después de morir:

Antes do fim do mundo despertar,

Sem D. Pedro sentir,

E dizer ás donzelas que o luar É o aceno do amado que há de vir...

E mostrar-lhes que o amor contrariado

Triunfa até da própia sepultura:

O amante, mais terno e apaixonado,

Ergue a noiva caída á sua altura.

E pedir-lhes, depois, fi delidade humana

Ao mito do poéta, á linda Inês... à eterna Julieta castelhana

Do Romeu português856. Page 355

Y dejó constancia el genio ibérico de Camôes del desgarro popular que el drama alimenta:

As filhas do Mondego a morte escura

Longo tempo chorando memoraram,

E, por memoria eterna, em fonte pura

As lágrimas choradas transformaram.

O nome lhe puseram, que inda dura,

Dos amores de Inês, que ali passaram.

Vede que fresca fonte rega as fl ores,

Que lágrimas sâo a agua e o nome Amores857.

La leyenda inspiró el pecho inflamado del pontevedrés Eliseo ALONSO RODRÍGUEZ en su mocedad miñota. Incluido en la colección Benito Soto, que en la tranquila capital provinciana, inclinada hacia la ría que se abre al Océano, animaba Sabino TORRES FERRER por los años mediados del pasado siglo, y que editó la Diputación Provincial en 1991, el poeta lloró el destino cruel de Inés de Castro en un ingenuo soneto de su poemario Cantos de Cotovía:

¡Qué tristeza en las riberas del Mondego!

Susurra a los chopos un crimen la brisa; marcha el río en turbias, rojas agua ciego y extiende la Muerte su letal sonrisa. ¡Horrible holocausto de amor! (Oh tu cuello de garza hacia el níveo pecho inclinado; oh caída ante el ara entre el rojo sello que el puñal traidor marcó cumpliendo tu hado). Tal vez en tus celtas lares ya diría bajo el bosque de robles el augur druída, en noches de luna, tu sino fatal prediciendo que...

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