Análisis prosopográfico de los parlamentarios electos de los distritos de Vasconia en tiempos de restauración monárquica (1876-1890)

AutorMikel Urquijo - Joseba Agirreazkuenaga - Juan García - Fernando Martínez - Eduardo José Alonso - Susana Serrano - Hilda Otero - Jon Penche
Páginas199-235

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I Introducción

Este artículo se enmarca en una línea de trabajo, iniciada hace más de una década3por nuestro grupo de investigación, con el objeto de analizar la representación parlamentaria del País Vasco a lo largo de los siglos XIX y XX. En una primera fase se realizó un análisis microbiográfico de los 610 parlamentarios que representaron a los distritos vascos entre 1808 y 1939 en dos diccionarios biográficos4, que incluyen detalladas biografías de los electos. Nuestro objetivo ha sido realizar un estudio de las carreras políticas de los parlamentarios a través de un completo conocimiento de sus líneas de desarrollo y no de elementos aislados5. En una segunda etapa, a partir de esta extensa información empírica hemos iniciado recientemente la elaboración de un análisis prosopográfico sobre estos personajes6.

Se estudiará a los 98 parlamentarios que representaron a los distritos de Vasconia (compuestos por las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y

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Navarra) en el inicio de la Restauración (1876-1890)7. Si la elaboración de esos diccionarios biográficos sirvió como modelo para la puesta en marcha de un proyecto que abarca todo el territorio español8, esperamos que la propuesta de análisis prosopográfico de los parlamentarios sirva también como modelo para un proyecto de la misma índole ampliado al conjunto de los parlamentarios españoles.

Si revisamos la bibliografía publicada, existen algunos análisis parciales sobre la composición del Parlamento español9frente a los que nuestro trabajo aporta una diferencia fundamental. Nuestro análisis prosopográfico parte de una exhaustiva recopilación de fuentes primarias utilizadas en la elaboración de nuestros diccionarios biográficos. En este trabajo no sólo analizamos un grupo de parlamentarios sino que estamos elaborando un modelo de trabajo para estudiar el Parlamento desde sus actores.

II La restauración, las cortes españolas y la política vasca

La Restauración constituyó una reacción conservadora que estableció un régimen liberal sin democracia, de características similares a otros sistemas de la época, sobre todo en la Europa del Sur. Rotativismo en el Portugal de la Regeneraçao, transformismo en la Italia postunitaria o caciquismo en el caso español han sido conceptos utilizados para caracterizar a sistemas en los que liberalismo y oligarquía convivían, articulados por una red de relaciones sociales de carácter clientelar que dominaban -en distinto grado, según dónde y cuándo- en el ámbito de lo político. Si en el haber del sistema canovista se encuentra la estabilidad institucional - siendo excepcional en el convulso proceso de construcción del Estado liberal español que una Constitución estuviera vigente más de cuatro décadas-, en el debe no puede olvidarse su incapacidad para integrar a nuevos sectores sociales surgidos con la modernización y para responder a sus demandas; en definitiva para adaptarse a la socialización política de las masas.

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En el sistema institucional de la Restauración, el Parlamento10era una institución débil y subordinada a la Corona que, además de controlar el ejecutivo, compartía con las Cortes la potestad legislativa. Ese desequilibrio entre dos poderes "co-soberanos" ha llevado a expertos en Derecho constitucional a definir la Restauración no como Monarquía parlamentaria, sino como Monarquía constitucional11. Era un Parlamento formado por dos cámaras, el Congreso y el Senado, de iguales facultades pero de distinto significado, ya que el Congreso tenía mayor protagonismo político que la Cámara alta. El Senado12, que en su composición mostraba la influencia de la Corona, se conformó como una cámara aristocrática a la que accedían por tres diferentes vías otros tantos tipos de senadores: los "vitalicios", designados por la Corona; los de "derecho propio" (familiares del Rey, miembros de la más selecta nobleza o de la cúpula más escogida del ejército, de la Iglesia y de la Administración); y los elegidos por las corporaciones del Estado (arzobispados, Reales Academias, Sociedades Económicas y Universidades) y mayores contribuyentes, que debían desempeñar o haber desempeñado altos cargos del Gobierno y de la Administración, de la Judicatura, del Ejército, de la Iglesia, del mundo de la educación y la cultura13, y disfrutar de una renta de al menos 7.500 pesetas. El número de senadores vitalicios y de designación real no podía superar los 180, que era el número de representantes electivos en la alta Cámara. En Vasconia no se elegían senadores por corporaciones14.

El Congreso se componía de diputados electos, a los que se exigía ser español mayor de edad y gozar de todos los derechos civiles. Como el cargo de Diputado a Cortes no estaba remunerado, era reducido el número de personas que podían optar a un escaño. Aunque los diputados eran elegidos para un periodo de cinco años, en la práctica la duración de las legislaturas fue

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mucho menor, con la excepción del denominado "Parlamento largo" liberal (1885-1890).

La Constitución de 1876 no definió el sistema electoral, regulando diferentes normas esta cuestión en el transcurso de la Restauración. En el periodo analizado (1876-1890) se utilizaron dos sistemas. Las primeras elecciones, las de 1876, mantuvieron el sufragio universal masculino y la normativa electoral del periodo anterior. Pero no fueron unas elecciones democráticas tanto por el fraude y la injerencia gubernamental, como por el estado de guerra que afectaba a las provincias que estudiamos. Desde la aprobación de la ley electoral de 1878 hasta 1890, año este último en que se restableció el sufragio universal masculino, el derecho al voto estuvo restringido a los inscritos en el censo electoral, que debían ser españoles mayores de 25 años y realizar una determinada contribución a la Hacienda, lo que suponía un cuerpo electoral muy reducido, en torno al 5 % de la población15. Más allá de las restricciones del derecho al sufragio, es obvio que lo que caracterizó las elecciones de la Restauración fue el fraude sistemático facilitado, entre otros muchos elementos, por una geografía electoral que dividía el territorio en pequeños distritos uninominales, con la excepción a partir de la ley electoral de 1878 de veinte circunscripciones plurinominales constituidas por agregación a algunos distritos urbanos de los distritos rurales contiguos.

El Parlamento de la Restauración fue débil por su subordinación a la Corona y escasamente representativo por la limitación y el falseamiento del sufragio. Sin embargo, no fue, en absoluto, una institución irrelevante. Como afirma M. Cabrera, el Parlamento de la Restauración se convirtió en uno de los centros de la vida política y permitió asentar una cultura de la negociación y el compromiso, bien que en el marco de una política de notables16. Si no es desdeñable el papel del Parlamento, mucho menos lo es de los parlamentarios, que constituyeron una nueva élite, fundamental para poner en contacto la política central y las sociedades locales, en una etapa caracterizada por la débil articulación estatal y por la convivencia de relaciones sociales de naturaleza clientelar, pervivencia del Antiguo Régimen, con formas políticas modernas de carácter liberal. Los parlamentarios operaban a menudo fuera de las Cámaras, presionando en la Corte ante el Gobierno, los grandes partidos o en diversas instancias de la Administración, desarrollando más una función sociopolítica que estrictamente jurídico-legislativa. Para las sociedades locales los parlamentarios eran la vía de acceso ante un Estado inalcanzable, mientras que para los poderes centrales era intermediario ante una sociedad de la que requerían orden, votos e impuestos17. De ahí la importancia del

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análisis prosopográfico de la élite parlamentaria, que además de dibujar su perfil social, puede informarnos sobre las relaciones clientelares y los fundamentos socioeconómicos del poder público en la Restauración18.

El marco cronológico y espacial elegido tiene unas características singulares en el conjunto de la Restauración española. En la primera etapa de la Restauración se diseñó el sistema institucional, se formaron los partidos dinásticos y se empezó a aplicar el turnismo. En el denominado habitualmente entonces como País vasco-navarro este proceso no sólo supuso un cambio de régimen político, sino también una nueva forma de integración en el Estado liberal español, ya que en 1876, derrotado militarmente el carlismo, el Gobierno de Cánovas suprimió el régimen foral de las provincias de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa. La cuestión vasca, esto es, la forma de integración de Vasconia en el Estado español continuó siendo un tema central de la política vasca en la Restauración, lo que, obviamente, se reflejó en las elecciones y debates parlamentarios.

Al margen de la cuestión foral, la vida política vasca de la época19se singularizó también por un equilibrio de fuerzas distinto al del conjunto de España debido al gran peso del tradicionalismo y a la relativa debilidad orgánica e ideológica de las fuerzas dinásticas, que aun así consiguieron dominar la representación parlamentaria vasca dentro de un sistema caracterizado por la restricción y falseamiento del sufragio. Mientras en la política estatal se imponía la dialéctica de conservadores frente a liberales, la principal línea divisoria de la política vasca separaba a tradicionalistas y a las diversas fuerzas liberales, al...

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